Nuestro edificio sostenible ICTA-ICP celebra su 10º aniversario
El ICTA-UAB y el Institut Català de Paleontologia (ICP) conmemoraron con un acto conjunto el 10º aniversario de la inauguración de su edificio ICTA-ICP, uno de los primeros de Cataluña en conseguir los más altos estándares de sostenibilidad.
La celebración puso de relieve el papel puntero que hoy en día continúa teniendo este edificio, construido en el campus de manera innovadora como una apuesta de la UAB por la reducción del impacto ambiental, no sólo en los materiales empleados sino también en el consumo de energía y de agua que comporta su funcionamiento. El edificio ICTA-ICP marcó un antes y un después en la concepción existente de la sostenibilidad en la arquitectura.
La celebración arrancó con una visita guiada a las instalaciones, que cuentan con una superficie de 9.400 metros cuadrados distribuidos en 6 plantas, cuatro de las cuales son de despachos, laboratorios y espacios comunes, una a aparcamiento y otra más a almacenes, entre ellos un gran almacén de fósiles, con la planta superior habilitada como invernadero. Los asistentes recorrieron el edificio de la mano de Roger Tudó, miembro de HArquitectes, responsable arquitectónico del proyecto junto al equipo de DataAE.
Tras el recorrido por las instalaciones, que incluyó la visita a los almacenes de “momias” paleontológicas del ICP y a los laboratorios de ambos institutos, las palabras de bienvenida del director del ICP, David Alba y de la directora del ICTA-UAB, Isabel Pont, dieron paso a la mesa redonda “Vivir en un edificio sostenible”, moderada por la investigadora Verónica Arcas.
Reconocimientos
Josep Boldú, jefe de la unidad técnica de Arquitectura y Urbanismo de la UAB; Xènia Aymerich, responsable de conservación y preparación del ICP; Xavier Gabarrell, investigador del ICTA-UAB y vicerrector de Campus y Sostenibilidad; Núria Moraleda, responsable de Laboratorios del ICTA-UAB, y Roger Turó de HArquitectes recordaron el pasado, el presente y el futuro del edificio con intervenciones cargadas de relatos y anécdotas desconocidas para los asistentes. Asimismo, se reconoció el papel destacado que tuvieron en el proceso los investigadores Jordina Belmonte, Louis Lemkow, Joan Rieradevall i Maria Rosa Rovira.
El edificio acoge principalmente despachos y laboratorios que, por su actividad, tienden a generar calor. El diseño pretende sacar provecho a este calor en invierno y disiparlo en verano mediante ventilación natural. Cuatro patios interiores conforman un gran atrio central que garantiza una óptima calidad de luz natural en todas las plantas. Una estructura de hormigón con mucha inercia térmica colabora directamente con el confort pasivo del edificio.
Destaca la existencia de una “piel bioclimática”, un sistema comparable al de un invernadero agrícola que regula, mediante oberturas y cierres automáticos, la captación de radiación solar y la ventilación. La piel exterior se adapta abriéndose y cerrándose, en función de la temperatura, la humedad, el viento y la radiación solar exterior, para conseguir en cada momento las mejores condiciones bioclimáticas en el interior. Así se consigue un espacio intermedio con entre 16 y 30 grados, que hace de cojín térmico y ayuda a mantener una temperatura de confort en los espacios de trabajo y habitáculos, reduciendo la demanda energética y mejorando la temperatura en el interior de manera totalmente natural.
El coste del edificio fue de unos ocho millones de euros y fue cofinanciado por un programa operativo del Fondo Europeo de Desarrollo Regional de Catalunya 2007-2013 y por el Ministerio de Economía y Competitividad. Su inversión se reconoció como una de las óptimas y aún hoy se la recuerda como una de las inversiones más provechosas.