Edificio
Desde octubre del 2014, el ICTA-UAB se encuentra en un nuevo edificio, emblemático en el campus de la UAB que satisface los estándares de alta eficiencia energética y refleja el ambiente de trabajo abierto, trasparente que caracteriza el instituto.
Situado en la entrada sur del Campus de la UAB, la nueva sede del ICTA-ICP tiene una superficie de unos 9.400 metros cuadrados distribuidos en 6 plantas, cuatro de las cuales son de despachos, laboratorios y espacios comunes, una corresponde a aparcamiento, una corresponde a almacenes, entre ellos un gran almacén de fósiles, y con la planta superior habilitada como invernadero. Ha costado unos 8 millones de euros y ha sido cofinanciado por un programa operativo FEDER (Fondo Europeo de Desarrollo Regional) de Catalunya 2007-2013 y por el Ministerio de Economía y Competitividad.
El edificio ha sido diseñado con los criterios de sostenibilidad más exigentes con una clara apuesta por la sostenibilidad, tanto en lo referente al consumo de energía y de agua en su funcionamiento como en los materiales empleados para su construcción. Diseñado por dos equipos de arquitectos, dataAE y H Arquitectos, el edificio tiene otorgada la calificación LEED (Leadership in Energy & Environmental Design) GOLD por el USBGC (US Green Building Council) con una puntuación de 73 puntos, una certificación de compromiso ambiental con estándares internacionales.
El edificio acoge principalmente despachos y laboratorios que, por su actividad, tienden a generar calor. El diseño pretende sacar provecho de este calor en invierno y disiparlo en verano mediante ventilación natural. Cuatro patios interiores conforman un gran atrio central que garantiza una óptima calidad de luz natural en todas las plantas. Una estructura de hormigón con mucha inercia térmica colabora directamente en el confort pasivo del edificio.
La fachada exterior del edificio cuenta con una "piel bioclimática", un sistema comparable al de un invernadero agrícola que regula, mediante aperturas y cierres automáticos, la captación de radiación solar y la ventilación. La piel exterior se adapta automáticamente, abriéndose o cerrándose, en función de la temperatura, la humedad, el viento y la radiación solar exteriores, para conseguir en cada momento las mejores condiciones bioclimáticas en el interior. Se consigue de esta manera un espacio intermedio con una temperatura entre los 16 º y los 30 ºC, que hace de cojín térmico y ayuda a mantener una temperatura de confort en los espacios de trabajo y habitables, reduciendo la demanda energética y mejorando la temperatura en el interior de manera totalmente natural. Estos espacios intermedios están ajardinados con especies adecuadas a cada lugar, de manera que favorecen la entrada de la naturaleza en el interior del edificio a la vez que ayudan a regular la humedad.
Los espacios de trabajo están en el interior de esta zona con clima mejorado, aislados en estructuras cerradas, del tipo "cajas de madera", que acaban de proporcionar las condiciones de confort.
El sistema de control del edificio se ha programado de forma que tanto la piel bioclimática, las ventanas de los despachos, como todos los sistemas activos de climatización están coordinados para priorizar el funcionamiento pasivo y para minimizar el uso de energías no renovables. Un complejo sistema de control informático automatizado procesa y gestiona los datos para optimizar el confort y el gasto de energía. El edificio aprovecha todo el contacto con el terreno de sus dos plantas subterráneas, para preclimatizar las renovaciones de aire del edificio, cuenta con sistemas de geotermia que aprovechan la temperatura bajo tierra y, para apoyar a los sistemas pasivos en momentos punta, se dispone de una máquina enfriadora con compresor de levitación magnética de alta eficiencia. Gracias a estos elementos, el edificio ha conseguido la certificación energética con una calificación de etiqueta A, con un ahorro de hasta el 62% del consumo que sería habitual en un edificio convencional similar.
El edificio tiene en cuenta todo el ciclo del agua para optimizar la demanda y el consumo a partir de la reutilización de las aguas pluviales, grises, amarillas y negras. De esta manera, se logra una reducción de hasta un 90% del consumo de agua potable respecto a un edificio convencional similar. Se emplean elementos muy eficientes como urinarios secos, inodoros de bajo caudal, grifos con aireadores y detección de apertura, o xerojardinería. Se recoge el agua de lluvia de la cubierta del edificio, del espacio pavimentado y del edificio vecino para aprovecharla: una parte para el riego y el resto, después de pasar por un proceso de ultrafiltración y desinfección, para el lavavajillas y los lavabos. Las aguas grises se regeneran y se utilizan como agua de descarga de los inodoros. Las aguas residuales se tratan con fitodepuración y se aprovecha la fracción sólida para compostaje.
Para disminuir la demanda de material de construcción se han evitado los falsos techos y los suelos técnicos, y se han empleado soluciones constructivas y materiales de menor “mochila ecológica”, menor gasto de energía y una cantidad más baja de emisiones tanto en el momento de producción como de residuos. En la elección de los materiales se ha optado por una estructura mineral de mucha inercia térmica y de larga vida útil combinada con materiales de bajo impacto ambiental, priorizando el uso de materiales de origen orgánico o reciclado y mediante sistemas constructivos en seco reversibles y reutilizables. Las tierras procedentes de la excavación se han reubicado en el entorno del edificio, aprovechando así los recursos del lugar.