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Universitat Autònoma de Barcelona

Presentado el informe 'Salud mental, juventud y desigualdades'

13 jun 2024
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Un informe elaborado por la profesora del Departamento de Sociología de la UAB Mireia Bolíbar y por la profesora de la Escuela Superior de Enfermería Hospital del Mar (ESIHMAR) de la UPF Eva Padrosa, para el Observatori Català de la Joventut de la Agència Catalana de la Joventut, muestra que hasta un 31,2 % de las personas de entre 15 y 34 años en Catalunya sufre malestar emocional. El informe, que analiza el estado de bienestar emocional a partir de la Enquesta a la Joventut de Catalunya de 2022, examina las desigualdades que resultan de los factores sociales y económicos para proponer políticas e intervenciones que permitan revertir la tendencia observada.

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istock/NanoStock

La Enquesta a la Joventut de Catalunya de 2022 (EJC22) incluyó por primera vez el indicador WHO-5 para incorporar el bienestar emocional a la salud mental. Son 5 preguntas que inciden en dimensiones clave del bienestar emocional: el estado de ánimo positivo o bienestar afectivo, la vitalidad, el sentido de la vida, la calidad del sueño y del descanso, y el interés por las actividades diarias.

Un informe elaborado por la profesora del Departamento de Sociología de la UAB Mireia Bolíbar para el Observatori Català de la Joventut ha analizado el estado de bienestar emocional de la población joven de Cataluña a partir del indicador WHO-5 recogido en el ECJ22 y ha examinado las desigualdades en este indicador que resultan de los factores sociales y económicos que atraviesan las experiencias vitales de las personas jóvenes para proponer políticas e intervenciones que permitan revertir la tendencia observada.

Los resultados muestran que hasta un 31,2 % de las personas entre 15 y 34 años encuestadas sufre malestar emocional. Además, el 21,9 % declara haber recuperado por completo la normalidad en términos de estado de ánimo desde la pandemia de la COVID-19, asumiendo el malestar emocional dentro de un marco de «normalidad». Por tanto, no solo se observa una extensión alarmante del malestar emocional entre las personas jóvenes, sino también un cierto grado de normalización de este malestar.

Los datos también muestran importantes desigualdades sociales en bienestar emocional. En primer lugar, se observan grandes desigualdades de género. La prevalencia de malestar emocional se reduce hasta el 24 % en los varones mientras que aumenta hasta el 38,8 % en el caso de las mujeres. Esta desigualdad de género se combina con desigualdades por edad y según nivel de estudios. Si se tienen en cuenta los tres factores a la vez, los colectivos más vulnerables casi triplican la tasa de malestar emocional de quienes lo son menos. Así, por ejemplo, el 19,9 % de los hombres de 30 a 34 años sufren malestar emocional, en contraste con el 45,4 % de las mujeres de 20 a 24 años con estudios bajos y medios. «No deja de ser relevante que incluso los colectivos con posiciones sociales más privilegiadas presentan prevalencias de malestar emocional relativamente elevadas, lo que apunta a que el malestar emocional es una problemática transversal en el conjunto de la población joven», pero «los datos globales sobre bienestar emocional juvenil enmascaran la gran variabilidad en el estado de bienestar emocional dentro del colectivo juvenil en función de su posición en los ejes de desigualdad», explica Mireia Bolíbar.

Los resultados también indican que el malestar emocional está determinado, en gran medida, por factores económicos, laborales y residenciales. Mientras el 24,1 % de las personas de 30 a 34 años emancipadas sufren malestar emocional, esto ocurre en el 35,6 % de los casos que, en el mismo grupo de edad, no se han emancipado. También, hasta el 61,8 % de las mujeres y el 46,3 % de los hombres con dificultades financieras sufren malestar emocional, mientras que sólo lo sufren el 26,3 % de las mujeres y el 17,5 % de los hombres que no declaran ninguna dificultad financiera. Y, respecto a los efectos de la precariedad, el 49,1 % de las mujeres y el 24,5 % de los hombres que presentaban trayectorias laborales más precarias sufren malestar emocional, en contraste con el 20,4 % de las mujeres y el 15,3 % de los varones que presentaban trayectorias laborales estables.

Bolíbar remarca que «en todos estos factores se ha detectado un claro componente de género, mientras que las mujeres jóvenes están más expuestas que los hombres a situaciones adversas». Además «todos estos factores no actúan de forma independiente a la hora de influir en el estado emocional de las personas jóvenes». Las personas que disfrutan de una posición social y económica más acomodada, como los estudiantes no emancipados, los jóvenes acomodados en transición y especialmente los trabajadores seguros y acomodados, sufren malestar emocional con menor frecuencia (30,6 %, 27,9 % y 18,0 % respectivamente) que los más desfavorecidos, como los trabajadores precarios (39,3 %), las mujeres en riesgo de exclusión (41 %) y los jóvenes en situación de pobreza no emancipados (47,2%).

Para las autoras del informe, los resultados ponen de manifiesto una situación alarmante que requiere intervenciones y políticas públicas, tanto mitigadoras como preventivas, que aborden la salud mental y emocional desde una perspectiva de ciclo de vida, integradora e interseccional, es decir, que reconozcan la interconexión entre los factores sociales que atraviesan las personas jóvenes y su salud mental y emocional. Es necesario desplegar una atención a la salud mental pública y de calidad que sea capaz de atender y acompañar de forma profesional este malestar tan extendido. Es necesario adoptar una perspectiva más estructural, con medidas que aborden las cuestiones estructurales que contribuyen al malestar emocional. Y debe ponerse énfasis en la reducción de desigualdades, con intervenciones universales y accesibles para todos, pero con recursos específicos para las poblaciones más vulnerables.

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