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Universitat Autònoma de Barcelona

Kevin Anderson: "Debemos detener las emisiones de carbono, no basta con reducirlas"

25 oct 2024
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Kevin Anderson es catedrático de Energía y Cambio Climático en la Universidad de Manchester y profesor visitante en la Universidad de Uppsala (Suecia). En el pasado ocupó la cátedra Zennström (en Uppsala) y fue director del Tyndall Centre for Climate Change Research (Reino Unido). Se relaciona extensamente con gobiernos, industria y sociedad civil, y sigue activo en la investigación con publicaciones en Climate Policy, Nature y Science. Tiene décadas de experiencia en la industria petroquímica, es ingeniero colegiado y miembro de la Institution of Mechanical Engineers. Anderson impartió la lección inaugural del curso 2024-2025 de la UAB.

Kevin Anderson

¿Por qué nos estamos enfrentando a una emergencia climática?

Nos enfrentamos a una emergencia climática porque hemos elegido no abordar el desafío durante los últimos 30 años, y ese “hemos” es muy importante en mi respuesta: no todo el mundo ha fracasado, sino aquellos de nosotros que estamos a cargo, o que hemos recibido la tarea de abordar el cambio climático. Así que, ya se trate de nuestros responsables políticos, incluso diría que de muchos académicos, periodistas, del sistema jurídico, de las personas que han enmarcado el debate sobre el cambio climático, todos hemos tenido miedo de decir lo que es necesario, porque es políticamente desafiante. Hemos suavizado el mensaje, lo hemos hecho durante mucho tiempo, año tras año, mientras nuestras emisiones seguían aumentando y el nivel de dióxido de carbono en la atmósfera se ha incrementado año tras año.

Ahora estamos en 2024 afrontando un desafío mucho mayor que el que teníamos en el momento del acuerdo de París sobre el cambio climático en 2015, que es [un incremento] de un tercio de billón de toneladas [de carbono] desde el acuerdo, y no hemos hecho nada al respecto. Las emisiones simplemente aumentan cada año. Nos enfrentamos a una emergencia debido al fracaso de aquellas personas que deberían haber establecido el marco para abordar el cambio climático, hemos tenido miedo. Hemos intentado lavar la imagen de la normalidad para que ésta se ajuste a nuestros compromisos en materia de cambio climático que firmamos en París. De hecho, los firmamos originalmente ya en 1992.

En cierto sentido, se podría decir que se trata de una especie de deshonestidad colectiva de engaño colectivo. Pero no creo que debamos culpar a todo el mundo por esto. Debemos culpar a quienes hemos estado en el marco del debate y quienes, por lo general, somos los mayores emisores. Somos las personas que hasta ahora hemos sacado muy buen provecho del sistema, y si nos tomamos en serio el cambio climático, si lo abordamos como una emergencia climática, empiezan a plantearse preguntas fundamentales sobre quiénes somos, cuáles son nuestros valores y por qué no hemos cambiado las cosas. Creo que nos enfrentamos a la emergencia por no ser honestos con nosotros mismos y con las personas que nos rodean.

¿Son transparentes los científicos cuando informan de los resultados sobre el cambio climático?

En general, creo que los científicos del clima que trabajan en la ciencia (los que podemos imaginar como una especie de versión cinematográfica de lo que son los científicos, con sus batas blancas, jugando con sus osciloscopios y haciendo mediciones) han hecho un buen trabajo en esa parte de la ciencia. Es un poco conservadora, pero esa es la naturaleza de la ciencia. Eso no es necesariamente un problema, siempre que el resto de nosotros nos demos cuenta de que siempre está unos años desfasada, porque hay que intentar demostrar cosas y eso lleva un poco de tiempo. Pero creo que esa ciencia se ha hecho bien, y en un contexto de enorme desinformación financiada por las empresas de petróleo, gas y carbón. No ocultemos esto: los científicos han tenido que luchar con uñas y dientes por la verdad de la ciencia en un contexto de engaños deliberados al público y a los responsables políticos, muy bien financiados por los ejecutivos del petróleo, el gas, el carbón, de los combustibles fósiles.

Así que esa parte de la ciencia se ha hecho bien. El problema es que, cuando analizamos la ciencia y nos preguntamos qué debemos hacer al respecto basándonos en la ciencia para reducir nuestras emisiones, entonces se convierte en un problema muy político. Hemos fracasado, y eso incluye a muchos científicos que no son honestos con el público, ni siquiera consigo mismos, sobre la escala del desafío al que nos enfrentamos. Y el cambio climático, a diferencia de muchos otros problemas, es un problema acumulativo. Fracasamos, por lo que al año siguiente hacer cualquier cosa se vuelve más difícil y fracasamos de nuevo. Cada año es más complicado que el anterior, y esto ha sucedido durante tres décadas. Así que nuestras emisiones este año estarán más del 60% por encima que en 1992. Este problema acumulativo significa que cada año todo es más difícil. Los desafíos políticos son incluso más difíciles que antes. La velocidad a la que se necesita desarrollar las tecnologías aumenta.

Y esto plantea, nuevamente, preguntas bastante fundamentales sobre justicia y equidad. En nuestra sociedad, la mayoría de las personas no son responsables de las emisiones. A nivel mundial, la mayoría de las personas emiten cantidades muy bajas. Incluso en un país rico como el Reino Unido, la mayor parte de la UE, incluida España, la mayor proporción de las emisiones procederán de un grupo relativamente pequeño de personas. Y eso, por supuesto, incluirá a los científicos, los responsables políticos, los periodistas, las personas que deberían plantear estas cuestiones y decir lo que debemos hacer. Las cosas que debemos hacer ahora plantean preguntas fundamentales y profundas sobre quiénes somos y sobre cómo vivimos nuestras vidas.

Por eso creo que la comunidad científica ha hecho bien la tarea científica pero ha hecho muy mal, peligrosamente mal, y ha engañado a la gente sobre lo grave que es para nosotros el desafío de reducir las emisiones. Los cambios profundos necesarios en el día a día. No se trata de añadir cosas a la normalidad establecida. Es una nueva normalidad. La normalidad necesita centrarse en el cambio climático dentro de una perspectiva de sostenibilidad más amplia. No se trata solo del cambio climático. Hay otros desafíos ecológicos a los que nos enfrentamos, uno de los cuales es el cambio climático. Y todos ellos suman para empeorar cada vez más la situación. Lo estamos viendo con la sobrepesca y la contaminación de los océanos: al mismo tiempo, esos océanos se están volviendo más ácidos debido a la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera. De modo que estos problemas se acumulan entre sí y nosotros, en general la comunidad de expertos, la comunidad científica, hemos tratado continuamente de decir que podemos usar la tecnología para ajustar la normalidad, y eso es mentira. Seamos claros al respecto. Puede ser una mentira piadosa, una mentira bien intencionada. Pero es una mentira, y lo sabemos. Y de hecho, cuando a menudo hablo con científicos y expertos, dicen cosas en privado que nunca dirían en público. Mi opinión como académico es: lo que juzgamos apropiado decir en privado deberíamos decirlo también en público.

¿Serán suficientes los compromisos sobre las emisiones de carbono para lograr los objetivos de reducción del calentamiento?

¡No! Los compromisos que hemos asumido hasta ahora son patéticos. El objetivo general, o los compromisos, que surgieron del Acuerdo de París, son reducir nuestras emisiones, mantener el aumento de temperatura a no más de 2 °C, e idealmente no más de 1,5 °C. Esto es así porque reconocemos que muchas de las partes más pobres del mundo, las partes más vulnerables al clima, sufrirán impactos muy malos del cambio climático con un aumento de 1,5 °C, y también que podríamos llegar a una serie de puntos de inflexión en los que, de alguna manera, los procesos naturales toman el control de las emisiones, lo que acelera la gravedad del problema muy rápidamente. Estamos empezando a entender esos puntos de inflexión, y sabemos que muchos de ellos existen entre 1,5 y 2 °C de incremento.

El marco general de París fue útil, en particular el de 1,5 °C. Pero si analizamos nuestros compromisos nacionales sobre lo que vamos a hacer al respecto, sobre hasta qué punto vamos a reducir nuestras emisiones, eso no se parece en nada al nivel que requieren nuestros grandes compromisos de temperatura. Ningún país está haciendo nada significativo. Y muchos países dicen que están haciendo cosas buenas. Muchos sectores dicen que están haciendo cosas buenas, universidades, escuelas, ayuntamientos... No es verdad. Nadie de nosotros está haciendo reducciones que se acerquen ni siquiera a la interpretación más débil de nuestros compromisos de París. Y el año que viene lo que tendremos que hacer para cumplir estos compromisos será incluso más difícil que este año, porque el año que viene habremos arrojado a la atmósfera otros 42.000 millones de toneladas de dióxido de carbono. Ese dióxido de carbono estará ahí probablemente durante cientos de años, y gran parte de él cambiará el clima.

En última instancia, la física siempre ganará. La política a corto plazo, la economía a corto plazo, los intereses de unos pocos responsables políticos y economistas, son irrelevantes para el clima. A la física no le importan. Seguiremos viendo un calentamiento de la atmósfera y la destrucción de nuestros ecosistemas, a menos que no solo reduzcamos nuestras emisiones, sino que las detengamos. Debemos detenerlas todas, no basta con reducirlas. Tenemos que detenerlas.

¿Hay alguien que realmente esté actuando al nivel de una emergencia climática? ¿Hay buenas prácticas, algún gobierno, alguna institución que esté haciendo las cosas como deben hacerse?
 
A nivel general, no conozco ninguna institución que se esté acercando a nuestros compromisos de París. Lo que sí hay son muchos casos de malos ejemplos. Si buscamos buenas prácticas, o al menos ejemplos que están empezando a moverse en una dirección mejor, no los encontramos en los sospechosos habituales. No son Suecia o Noruega. No son el Reino Unido, Francia, Alemania o España. No son los países ricos del mundo. Los pocos que están avanzando en la dirección correcta son lugares como Colombia, que busca no producir más combustibles fósiles, no dar licencias a más combustibles fósiles. Necesitamos que los países que tienen combustibles fósiles prohiban su explotación. Eso es lo que necesitamos.

En última instancia, al clima no le importa la eficiencia energética. No le importa cuántas energías renovables tengamos. Solo le importan, en realidad, los gases de efecto invernadero que emitimos a la atmósfera. Y eso se debe principalmente, no únicamente pero sí principalmente, a la quema de combustibles fósiles. Eso es lo que ve el clima. Ve las emisiones de dióxido de carbono de la quema de combustibles fósiles y los gases de efecto invernadero de la agricultura. No ve las energías renovables. No ve la eficiencia. Así que podemos tener tantas energías renovables como queramos. Si seguimos quemando combustibles fósiles el calentamiento continuará. Así que el mensaje es muy claro: tenemos que eliminar la producción de combustibles fósiles.

Ahora bien, algunas personas nos dirán que podemos producir combustibles fósiles y podemos encontrar formas de eliminar el carbono de ellos. Desde un punto de vista de ingeniería, podría ser posible hacerlo. Pero no podremos eliminar todas las emisiones de carbono. Sería increíblemente costoso y, técnicamente, en mi opinión, una forma realmente estúpida de gastar nuestros escasos recursos. De hecho, la quema de combustibles fósiles para generar energía no es un proceso eficiente. Es un proceso ineficiente, y capturar el carbono hace que ese proceso ineficiente sea aún más ineficiente y mucho más caro. También nos bloquea en una mayor dependencia de los combustibles fósiles, lo que significa estar en un mercado global de combustibles fósiles mucho más volátil. Cuando Putin invade Ucrania, muchos hogares en España, el Reino Unido y otras partes del mundo de repente tienen costos de energía muy altos que no pueden afrontar. Así que nos encierra en esa dinámica. Por eso creo que los problemas de usar combustibles fósiles e intentar capturar el carbono son insuperables. No podemos hacer eso y cumplir con nuestros compromisos climáticos. Tampoco podemos hacerlo a tiempo. Así que básicamente tenemos que eliminar el uso de combustibles fósiles para la energía. Tal vez se utilizarán hidrocarburos para algunos procesos químicos, pero incluso en ese caso hay que tener cuidado de que se fabriquen plásticos a partir de ellos. Si esos plásticos se queman en un incinerador dentro de un año, el carbono volverá a la atmósfera.

El gran problema es que tenemos que abordar este “elefante en la habitación”, que es la justicia, ya que la mayoría de las emisiones provienen de un pequeño grupo de la población. A nivel mundial, la mitad de las emisiones provienen del 10% de la población. Y si nos fijamos en lugares como España o el Reino Unido, que tienen un nivel muy alto de desigualdad de ingresos, aquí ocurrirá lo mismo. La gente rica de aquí será responsable de la mayor parte de las emisiones. Viajarán más, mucho más. Viajarán en clase business y primera clase. Tendrán coches más grandes. Conducirán más lejos. Tendrán casas más grandes. A menudo tendrán una segunda casa. Tendrán muchas más cosas en la casa. Todo lo relacionado con sus estilos de vida se basa en más carbono, más energía y más recursos. Pero ¿quién es ese grupo? Incluye a los profesores, los abogados, los periodistas de alto nivel, los responsables políticos de alto nivel... De modo que, una vez más, se plantean cuestiones fundamentales sobre la justicia y la distribución de los recursos de nuestra sociedad. Creo que esto queda muy claro con solo las matemáticas. No podemos cumplir nuestro compromiso de París sin plantearnos cuestiones sobre la justicia. Independientemente de nuestra posición política, la justicia surge simplemente de las matemáticas y la ciencia relacionada con nuestros compromisos. Y esa es una conclusión muy difícil para quienes ya somos grandes emisores y hemos obtenido buenos resultados en el sistema.

Creo que realmente no hay países que sean buenos ejemplos. Es posible que haya algunas instituciones en algunos lugares. Pero sabemos lo que tenemos que hacer, no se trata de esperar una tecnología mágica o una solución política que nunca se nos haya ocurrido. Tenemos todas las herramientas que necesitamos. Simplemente no estamos preparados para ponerlas en práctica.

¿Qué opinion le merece la práctica de poner precio al carbono?

Si hubiéramos iniciado este proceso de financiarización del carbono, poner un precio al carbono, en 1990 o 2000, podría haber sido un factor muy importante para impulsarnos a cambiar nuestros comportamientos, nuestras normas, y mejorar y cambiar nuestras tecnologías. Ahora estamos en 2024. No hay ningún sector, país o individuo con capacidad excedente para comprar o vender unidades de carbono. El mercado del carbono solo funciona si alguien, en algún lugar, tiene un exceso de carbono y alguien en otro lugar puede decir "puedo hacer más [emitiendo carbono] de lo que haría de otra manera". Ese período ya pasó hace mucho tiempo.

Así que ahora es solo un juego de los ricos que están tratando de encontrar otro mecanismo por el cual podamos evitar hacer los cambios realmente difíciles y profundos en nuestras normas. Y las matemáticas nos dicen esto: para cumplir el compromiso de 1,5 °C, el ritmo de las emisiones globales actuales superarán esa cifra en cuatro años. Y a las emisiones correspondientes al compromiso de 2 °C llegamos en tan solo 14 años a nivel mundial, y las emisiones siguen aumentando. Así que simplemente no hay esa capacidad excedente que nos permita trasladar cosas entre sectores, países, individuos, etcétera. Es una tontería astronómica, pero a los emisores ricos les gusta porque da la impresión de que podemos seguir con nuestras actividades como siempre y pagar a una persona pobre de otro lugar para que se ocupe del tema. Tal vez eso hubiera funcionado hasta cierto punto en 1990 y 2000, pero no en 2024.

En España, se está incentivando económicamente la compra de un coche eléctrico a cambio de achatarrar un coche que tenga más de siete años. ¿Es una buena medida?

No creo que haya una respuesta fácil de sí o no a esa pregunta. En general, es menos malo tener vehículos eléctricos que tener coches de gasolina y diésel. Pero si pensamos que podemos resolver el problema simplemente sacando de circulación un coche de gasolina o diésel y poniendo un coche eléctrico, creo que estamos malinterpretando los desafíos a nivel de sistema a los que nos enfrentamos.

Los coches eléctricos son muy pesados y muchos de los trayectos que hacen son cortos: tres, cinco o diez kilómetros. El coche pesará 1.500, 2.500 o quizá 3.000 kilogramos y yo llevaré dentro 85 kilogramos, solo para recorrer cinco kilómetros para recoger a mis hijos, que juntos podrían pesar 60 kilogramos, o para comprar algunos alimentos en el supermercado que podrían pesar 10 kilogramos... Esto es una locura, una locura absoluta, en términos de uso de recursos.

Así que puede ser que necesitemos vehículos eléctricos. Deberíamos tener algunos vehículos eléctricos en el entorno rural, pero probablemente eso signifique que no tenemos que tenerlos en propiedad. Probablemente se trate más bien de un modelo de alquiler, porque la mayoría de los coches no se utilizan la mayor parte del tiempo. Los vehículos eléctricos permanecen el 95% del tiempo sin utilizarse. Por lo tanto, si se utiliza un modelo de alquiler o de uso compartido, ese único vehículo puede utilizarse durante mucho más tiempo, lo que significa que se necesitan muchos menos coches. Por lo tanto, creo que esta idea de poseer un vehículo, de pasar de uno de gasolina a uno eléctrico, y sobre todo en las ciudades, es un auténtico error. No quiero decir que los vehículos eléctricos no puedan desempeñar un papel importante, pero no sustituyendo uno de gasolina por uno eléctrico como se está promoviendo actualmente.

Cuando vemos un atasco de tráfico de coches de gasolina y diésel es malo, pero si los sustituimos por coches eléctricos sigue siendo un atasco de coches. Es un desperdicio de recursos, y cada kilovatio-hora de electricidad que tenemos que poner en un vehículo para transportar ese coche grande y pesado es un kilovatio de electricidad que no podemos utilizar para calentar nuestras escuelas, iluminar nuestros hospitales o alimentar nuestras industrias. Así que estamos tomando un recurso escaso, la electricidad renovable en este momento, y luego lo estamos poniendo en un automóvil para que funcione de manera muy, muy ineficiente, cuando hay muchos otros sectores que necesitan esa energía verde.

Nuestros responsables políticos y, de hecho, nuestros académicos deben dar un paso atrás y observar el sistema energético, no las pequeñas partes. Hay una gran creencia entre algunas personas de que si se consigue que todas las partes sean eficientes, entonces el sistema completo debe ser eficiente. Es una tontería. El conjunto siempre es diferente a la suma de las partes. Puede que hagas que todas las partes parezcan muy eficientes, pero cuando las sumas obtienes un sistema disparatado, y eso es lo que obtenemos si simplemente optamos por la vía de los vehículos eléctricos en lugar de pensar en el transporte o, incluso en no necesitar tanto transporte.

¿La inclusión de la energía nuclear y el gas como energías verdes por parte de la Unión Europea es una forma de resolver el problema?

Vayamos por partes. El gas tiene emisiones de carbono muy altas. Si tomamos un kilogramo de gas, 750 gramos de ese kilogramo son carbono. La mayor parte del gas es carbono. Cuando se quema, se obtiene mucho dióxido de carbono. Así que no pretendamos que el gas sea de ninguna manera un combustible verde, un combustible limpio o incluso un combustible de transición. El gas podría haber sido un combustible de transición en 1990 o 2000. En 2024 es demasiado tarde. El gas es una parte importante del problema.

La energía nuclear es diferente. La energía nuclear es baja en carbono. Tiene muchos otros problemas que todos conocemos relacionados con los residuos y la seguridad y todas esas cosas. Es baja en carbono, aunque probablemente sus emisiones durante el ciclo de vida sean muy similares a las de muchas de nuestras energías renovables, pero es increíblemente cara. Produce otro producto de desecho, con el que tenemos que lidiar: los residuos radiactivos. Algunas personas dicen que tenemos una forma de resolverlo, pero no la tenemos. Los almacenamos, pero ciertamente hay mucha incertidumbre sobre lo que deberíamos hacer con ellos. Y produce cantidades razonables, no enormes cantidades, pero cantidades razonables de un residuo muy peligroso. Hay cosas que podemos hacer, pero no estamos seguros de cuáles deberían ser ni de cuán confiables serán a largo plazo.

Es muy costosa, tiene un problema de legado de residuos y su construcción lleva mucho tiempo. Y esa es una cuestión clave en la que no piensa la mayoría de las personas que la defienden. La construcción de centrales nucleares suele llevar mucho más tiempo, para la misma producción de energía, que la de las centrales de energías renovables. Es la que necesita más tiempo para entrar en funcionamiento y no tenemos mucho tiempo. No tenemos tantos ingenieros bien formados ni tantas personas bien formadas que puedan conceder licencias para las instalaciones nucleares. Son cuestiones realmente importantes que a menudo se pasan por alto. Hay que asegurarse de que los reguladores estén muy bien formados. Si una central nuclear falla, hay muchos problemas. Si falla una turbina eólica, es una molestia, pero no hay ni de lejos el mismo nivel de problemas. La energía nuclear necesita un nivel más alto de controles para garantizar que todo sea correto. Por lo tanto, hay muchos niveles: el costo, el legado de desechos, los requisitos de mano de obra y materiales para construirlas y cuánto tiempo lleva construirlas.

La energía nuclear, como mucho, podrá desempeñar un papel de nicho energético. La gente que dice que la energía nuclear puede resolverlo no entiende la ciencia básica del cambio climático, que trata de las emisiones acumuladas. Y las emisiones acumuladas son una cuestión de tiempo. Por lo tanto, habría que preguntarles cuánto tiempo les llevará construir muchas centrales nucleares. La energía nuclear proporciona, en el Reino Unido, alrededor del 3% o 4% del mix energético. A nivel mundial, es más bien el 2% de la energía. Hay alrededor de 450 centrales nucleares en todo el mundo que producen el 2% de nuestra energía. Por lo tanto, si quisiéramos tener mucha energía nuclear, necesitaríamos cientos de centrales. Simplemente no tenemos la capacidad para construirlas, ni la experiencia, en el marco de tiempo que tenemos para abordar el cambio climático.

Sigo siendo agnóstico sobre la energía nuclear. Tengo colegas a los que no les gusta mucho y algunos piensan que es realmente positivo. Pero, en general, creo que desde el punto de vista climático, es demasiado poco y demasiado tarde, pero podría tener un papel de nicho en algunos lugares.

¡Pero el gas no! Hay una gran diferencia. El gas es malo para el clima, hagas lo que hagas con él. No creas las estafas que venden la industria petrolera y algunos académicos por las que han recibido dinero. El gas tiene un alto contenido de carbono y no podrás eliminar sus emisiones.
 
¿Qué podemos hacer como individuos?

En primer lugar, tenemos que analizar nuestros propios estilos de vida e intentar identificar aquellas partes de nuestro estilo de vida que tienen una huella de carbono muy alta y que son ampliamente insostenibles. Y cambiarlas. Eso puede ser difícil. Puede que signifique tener que volar menos, conducir menos, gastar menos en cosas para el hogar. Y esto depende de los ingresos, porque muchos hogares no tienen los ingresos necesarios para hacer grandes cambios y están haciendo todo lo que pueden, ya que apenas tienen dinero para comprar la energía. Pero aquellos de nosotros que tenemos algún excedente de ingresos necesitamos identificar las cosas a cambiar.

Pero seamos muy claros al respecto: lo que hacemos como individuos en términos de nuestro cambio, las cifras de eso en forma aislada, realmente no importan. La cuestión de hacerlo es que cuando hablo contigo, cuando hablo con mis amigos, cuando hablo con mi familia, cuando ellos hablan con su ayuntamiento, pueden hablar sobre lo que se ha intentado, sobre lo que realmente se ha hecho y sobre lo fácil o difícil que fue. Y sabemos, por repetidas investigaciones en ciencias sociales, que las personas confían en alguien que está tratando de hacer ella misma las cosas. Si los demás ven que llevas a cabo acciones, prestarán más atención a lo que estás diciendo. Esa relación de confianza es realmente importante para tratar de cambiar un panorama más amplio. Hablemos con nuestros amigos y nuestra familia. Hablemos de esto en nuestras instituciones, en nuestras universidades, en nuestras escuelas, en nuestros lugares de trabajo. Esto significará que podemos empezar a interactuar con nuestros responsables políticos locales, nuestros ayuntamientos, y después podemos empezar a interactuar con nuestros responsables políticos nacionales.

Todas estas cosas encajan entre sí. Hacer los cambios nosotros mismos nos ayuda a elaborar mejores argumentos y debates con otras personas que nos rodean, y eso nos ayuda a participar en el proceso político. Y en última instancia, se trata de un desafío político, pero la política no es algo separado que esté ahí fuera. No hay que esperar a que los líderes tengan buenas ideas. Las buenas ideas saldrán de ti, de mí o de alguien más. Y tenemos que poner en práctica esas ideas y ponerlas a prueba, y luego hablar de ellas más ampliamente e interactuar con los medios. Hoy en día tenemos muchas formas de hacerlo, muchas formas de participar en redes sociales. Podemos interactuar directamente con nuestros responsables políticos, al menos en las democracias, y podemos interactuar a nivel nacional y local en nuestra política. De hecho, si todavía estás en la UE (que, lamentablemente, no es el caso del Reino Unido), puedes interactuar con tus miembros del Parlamento Europeo. Hay muchas maneras de interactuar, pero retomando lo que decía al principio: realizar los cambios nosotros mismos es una parte importante para ganar la confianza de los demás en este compromiso.

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