Joan Deus: "La detección incipiente de enfermedades mentales es muy importante"
Joan Deus, catedrático del Departamento de Psicología Clínica y de la Salud de la UAB, es el coordinador asistencial del Servicio de Psicología y Logopedia de la Facultad de Psicología. El 28 de septiembre pronunció la lección inaugural del curso 2023-2024 de la UAB, titulada «Trencant barreres: la salut mental i el benestar en joc, una prioritat del nou mil·lenni?», en el acto institucional que tuvo lugar en el Rectorado.
Parece que determinados conceptos —perfil narcisista, persona tóxica...— están penetrando en el lenguaje común de cada día. ¿Podemos decir que se está popularizando la psicología o que existe incluso un boom del bienestar emocional?
Hay mayor sensibilidad sobre los temas genéricos de salud mental, un tema que abarca la posibilidad de trastornos, la prevención de enfermedades y la promoción del bienestar emocional. Cada vez hay más cuidado de la salud física y esto se ha trasladado también al concepto del bienestar emocional: hacer cosas y estar con personas que te hagan sentir bien. Más que estar de moda, a la psicología se la está situando en el lugar que se merece.
Cuenta usted que la salud mental es algo más que la ausencia de trastornos.
Cuando hablamos de trastornos, pensamos en un médico con bata blanca que nos da un fármaco. Sin embargo, la psicología juega un papel importante en la promoción del bienestar. Y debemos trabajar inexorablemente con nuestros colegas médicos. A la psicología se la ha asociado siempre a los problemas de conducta, y a la psiquiatría, a los problemas mentales: algunos problemas de conducta proceden de problemas mentales y viceversa. No se trata, por tanto, de disputar de quién es el paciente, sino de qué tipo de orientación terapéutica es más adecuada para el enfermo.
Los problemas mentales se explicaban mediante mitos y supersticiones, en la antigüedad. ¿Cuándo empieza a haber un conocimiento científico de la mente humana?
La psicología se remonta aproximadamente cinco siglos antes de Jesucristo. El primer neuropsicólogo es un griego, Alcmeón de Crotona, y después aparece Sócrates: uno sitúa las emociones en el cerebro y el otro habla de la introspección para conocerse a uno mismo o cuidar la salud mental. Durante muchos siglos, se dejó el cuidado de las emociones en manos de las religiones, que se ocupaban de la prevención y tratamiento de los problemas de salud mental. Y los problemas de salud mental, a finales del siglo XIX y principios del XX, eran todavía un tema tabú. En el siglo XX, con la aparición de los fármacos, la medicina por lo general vive una eclosión; no olvidemos que hasta entonces la gente utilizaba plantas medicinales para tratar todos los problemas de salud, también los mentales.
El desconocimiento de los temas de salud mental también tiene una fuerte dimensión de género. Tópicamente, por ejemplo, se han asociado determinados conceptos al género femenino: que las mujeres son más nerviosas, o más frágiles, etc.
Es un tema sumamente importante y cada vez se ha explicado mejor. En la década de los noventa, hubo una eclosión brutal de estudios que explican el funcionamiento del cerebro, en el que existen diferencias innegables entre hombres y mujeres. Tenemos los mismos derechos, pero biológicamente somos distintos. Y las diferencias neurobiológicas pueden explicar, en algún caso, que unos tipos de problemas sean más frecuentes en un sexo o en otro. Esto no quiere decir que haya un sexo débil y otro fuerte, ni mucho menos. Es un avance importante que no debe utilizarse para estigmatizar a un sexo, sino para entender muchas enfermedades y encontrar soluciones.
Mucho se ha hablado de los problemas de bienestar emocional derivados de la pandemia y el confinamiento. ¿Qué nos ha quedado de esa experiencia?
Siempre pongo el ejemplo de los niños que nacieron durante la pandemia: han pasado tres años con una falta de socialización adecuada y han vivido con mascarilla, lo que repercute en la adquisición del lenguaje, y van con retraso en la maduración lingüística oral. Por otro lado, algunos problemas de salud mental han mejorado o empeorado, según el caso: para una persona con una fobia social, la pandemia supuso un reservorio, pero en cambio fue terrible para personas que tenían fobias a enfermedades o un trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) de limpieza.
¿Qué retos de salud mental y bienestar emocional en particular nos encontramos en el medio universitario?
Ha habido una evolución positiva hacia visualizar, no estigmatizar y entender los problemas de salud mental. Un 85 % de las universidades del Estado tienen servicios de psicología para atender los problemas de salud mental. Y, a través de la LOSU, se ha plasmado la preocupación del mundo universitario por estos problemas. Pero la UAB ha ido un poco más allá y ha puesto los recursos necesarios para responder a sus necesidades. Ofrecemos recursos, por ejemplo, para detectar cuándo un compañero puede tener problemas de salud mental, o para agilizar el contacto entre los servicios de atención psicológica y el profesorado.
¿Qué diferencias existen por colectivos?
Existe una variable importante, que es la edad. El alumnado sufre muchos trastornos adaptativos, es decir, una reacción frente a un problema determinado que vive al que no sabe afrontarse adecuadamente y le genera ansiedad y alteración del estado de ánimo. Y ahora detectamos más trastornos de personalidad: trastornos obsesivos y evitativos, trastornos límite... Los estudiantes nos piden también recursos para los estudios y ha aumentado la visibilidad de los problemas de violencia de género —no hablo de violaciones, sino de un abanico más amplio de agresión o abuso sexual— y de abuso de poder. Esto demuestra también la pérdida de miedo a reconocer un problema y enfrentarse a él. Por lo que respecta al personal, tenemos estrés, síndrome de burn-out, problemas de pareja y de logopedia, cuadros de depresión, TOC, fobias o crisis de pánico.
¿Qué tipos de medidas se pueden tomar para incidir en la prevención de los problemas de salud mental?
El primero es la psicoeducación: poner en conocimiento de la población cuáles son los síntomas que pueden hacernos pensar en una posible problemática. Los primeros en detectar cambios son los que están más cerca, y la detección incipiente es muy importante. La UAB ha hecho un gran avance en formación a través de la UTCCB explicando a los estudiantes qué son los trastornos mentales y cuáles son los síntomas para ver si algún compañero puede presentarlos. Trabajamos también la formación de coordinadores de titulación y del profesorado. Además, la UAB está promocionando la actividad física y actividades sociales, que son elementos de cohesión, prevención y bienestar emocional. Y se está iniciando un protocolo de actuación frente a síntomas de riesgo de suicidio.
Entonces, cuando detectas síntomas inquietantes no en ti mismo sino en otra persona, ¿qué es lo que debe hacerse?
Una de las cosas por romper barreras es reconocer que un trastorno mental es una enfermedad y no tener miedo. Antes, ante personas que tenían depresión, lo primero que te decía un familiar era a menudo: "no entiendo qué le pasa". Y yo tenía que explicar lo que es una depresión y que se trata de una enfermedad. O la fobia a las arañas, un problema de salud mental que provoca conductas de evitación y rechazo: es una enfermedad menor, pero es un problema de salud mental. Si entendemos que una persona está enferma, nos compadecemos de esa persona e instintivamente le ayudaremos. No hace falta regañarla ni engañarla, sino darle esperanza, transmitirle que tiene una enfermedad y vamos a buscar un tratamiento.
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