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Expedición a la Antártida para estudiar el impacto del turismo

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Más de 50.000 turistas se acercan al continente Antártico cada año, con un coste ambiental nada despreciable. Un equipo de investigadores coordinados por el profesor de la UAB Martí Boada y el profesor Javier Benayas, de la Universidad Autónoma de Madrid, ha estado allí para investigar este impacto.

02/07/2010

¿Está preparada la Antártida para recibir grandes volúmenes de visitantes sin que sus ecosistemas se degraden de manera irreversible? Para responder a esta pregunta, los investigadores Martí Boada, investigador del ICTA y profesor del Departamento de Geografía de la UAB, y Javier Benayas, de la Universidad Autónoma de Madrid, en una acción complementaria dentro del Programa Antártico Español, han estado un total de cuatro semanas en la Antártida haciendo medidas y observaciones. Ya es la segunda campaña de observación del proyecto, que se inició con una primera aproximación al continente en el mes de enero de 2008.

El estudio tiene prevista una duración de cuatro años. Una de las principales localizaciones turísticas son las islas Shetland Sur, zona donde se han llevado a cabo las investigaciones, principalmente en las islas Barrientos y Decepción.

En el estudio, los investigadores han tenido en cuenta los impactos positivos del turismo, como la incentivación de la conservación de áreas naturales o de interés arqueológico e histórico; el incremento de la sensibilización ambiental de la población; la sensibilización hacia la investigación antártica; y la generación de actividad económica, que financia parcialmente la investigación en el continente. Y también los negativos: la contaminación y la generación de residuos; el riesgo de accidentes con consecuencias ambientales; la perturbación de la fauna silvestre y de la vegetación; y la introducción de especies invasoras; así como el coste ambiental por turista.

Actualmente, el turismo contribuye en menos de un 1% al impacto humano sobre la Antártida, pero las cifras de turistas crecen año tras año. Los investigadores afirman que con este crecimiento se abre un mundo de nuevos posibles impactos derivados de la actividad turística. Se trata de la única zona del mundo que no pertenece a ningún país, y que se encuentra protegida y regulada por el Tratado Antártico.

El equipo de investigación prevé contar con los primeros resultados del estudio a lo largo del próximo mes de junio.