Alteraciones en los hábitos alimentarios por el cambio climático hacen que las sardinas coman peor y más microplásticos
Investigadores de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) han demostrado que la manera como se alimentan las sardinas, que está cambiando por la reducción del tamaño del plancton, empeora la eficiencia de su alimentación y aumenta las probabilidades de que consuman más fibras de plástico. Aunque no han identificado efectos negativos directos de esta ingesta, los cambios en el medio podrían influir más de lo que se pensaba en la manera en que los pelágicos interactúan con los contaminantes plásticos.

El estudio lo han liderado investigadores del grupo de investigación Salud de Ecosistemas y Animales Acuáticos (SEAaq) de la UAB, en colaboración con investigadores del Instituto Francés para la Ciencia y Tecnología Oceánicas (IFREMER) y el Centro Nacional para la Investigación Científica de Francia (CNRS), y se engloba en un proyecto sobre el impacto de los microplásticos en las especies de interés pesquero de la costa mediterránea.
Las causas del declive que han experimentado las poblaciones salvajes de sardina europea (Sardina pilchardus) en las últimas décadas no están claramente establecidas, pero todo apunta a que están principalmente relacionadas con cambios en las comunidades planctónicas. Estos cambios influyen en su comportamiento alimentario y han hecho que pasen de alimentarse capturando partículas grandes a hacerlo por filtración. Además, el hecho de que ingieran fibras de plástico en su medio señala este tipo de contaminantes como un factor adicional que se debe tener en cuenta para la salud de sus poblaciones.
En este trabajo, el equipo de investigación demuestra que las sardinas ingieren fibras de plástico presentes en el agua marina y que su comportamiento alimentario es crucial en este proceso. Para determinarlo, han utilizado un sistema experimental que mantiene los peces salvajes en condiciones controladas. Esto ha permitido analizar el efecto de factores que pueden afectar al consumo de fibras plásticas, como la alimentación y la temperatura, así como su expulsión posterior. Los datos han dado pie a inferir algunos de sus posibles efectos negativos.
El estudio indica que las sardinas que se alimentan por filtración ingieren más fibras (de media, 4,95 fibras por individuo) que aquellas que capturan directamente partículas de alimento (0,6). Además, se ha visto que los individuos que se alimentan por filtración presentan una peor condición corporal, debido principalmente a que este tipo de alimentación es menos eficiente, no al hecho de ingerir fibras de plástico.
La temperatura del agua, por otro lado, parece no afectar directamente a la cantidad de fibras ingeridas, pero sí al tiempo que tardan en ser expulsadas. A temperaturas más altas, las sardinas expulsan las fibras más rápido, generalmente en un periodo de 48 horas.
«Sería engañoso pensar que un aumento de la temperatura del agua es beneficioso porque acelera la expulsión de las fibras plásticas», señala Oriol Rodríguez, investigador del Departamento de Biología Animal, Biología Vegetal y Ecología de la UAB, que ha liderado el estudio. «El cambio climático ha provocado transformaciones importantes en los ecosistemas marinos, incluida la reducción del tamaño del plancton en el Mediterráneo. Las sardinas, que prefieren alimentarse de presas más grandes por ser más nutritivas, se ven cada vez más obligadas a recurrir a la filtración por la menor disponibilidad de plancton de mayor medida. Este cambio en su comportamiento alimentario no solo les proporciona menos energía, sino que también aumenta la probabilidad de ingerir más fibras de plástico presentes en el agua».
Aunque los autores del estudio no han identificado efectos negativos directos relacionados con la ingesta de fibras plásticas en las sardinas estudiadas, destacan que los cambios en el entorno, impulsados por factores como el cambio climático, podrían desarrollar un papel importante que se debe tener en cuenta y podrían influir más de lo que se pensaba en la manera como los pelágicos interactúan con los contaminantes plásticos.
El consumo de pescado no es una fuente preocupante de microplásticos
Los investigadores aseguran que el consumo de pescado no representa una fuente preocupante de microplásticos para los seres humanos. «La cantidad de fibras plásticas ingeridas a través de productos como las sardinas frescas es mínima en comparación con otras vías, como el uso de envases de plástico, las fibras sintéticas de la ropa o el polvo ambiental que puede acabar en nuestros alimentos. Además, los microplásticos se concentran en el estómago y los intestinos de los peces, una parte que suele descartarse durante la limpieza y preparación», explica Oriol Rodríguez.
Otros estudios desarrollados por este grupo de investigación de la UAB en pescados y crustáceos de la costa catalana también confirman que estos productos son seguros para el consumo humano, puesto que no presentan niveles preocupantes de microplásticos ni parásitos como el anisakis ni otras patologías.
«Los resultados obtenidos en este estudio ofrecen una visión más clara de las posibles amenazas que afronta esta especie tan importante, tanto en términos ecológicos como para la alimentación humana, y añaden factores que se deben tener en cuenta para futuros esfuerzos de conservación», concluyen los investigadores.
La investigación ha sido financiada por el proyecto nacional PLASMAR (Proyecto I+D+i Retos de Investigación, del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades) y la beca de movilidad UAB ESTPIF 2022-29.
En el estudio han participado Oriol Rodríguez, Anna Soler y María Constenla, del Departamento de Biología Animal, Biología Vegetal y Ecología de la UAB; Quentin Schull y Gilbert Dutto, del IFREMER, y Claire Saraux del CNRS.
Artículo de referencia: Rodriguez-Romeu, O., Constenla, M., Soler-Membrives, A., Dutto, G., Saraux, C., y Schull, Q. (2024). «Sardinas in hot water: Unravelling plastic fibre ingestion and feeding behaviour effects». Environmental Pollution, 363, 125035. DOI: https://doi.org/10.1016/j.envpol.2024.125035
La UAB, con los Objetivos de Desarrollo Sostenible
Vida submarina