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El camino hacia la humanización de la atención sanitaria necesita que el personal sanitario comience a vincular teoría y práctica desde su formación, cuando son estudiantes. El contenido curricular es importante, pero también lo es en la misma medida considerar al paciente como persona con conocimientos y voz propia, como sujeto responsable de su salud y no solo como objeto de la atención.

Existen diferentes iniciativas en las que se ha invitado a pacientes a participar en la formación inicial del personal sanitario. Este estudio se diferencia de estas experiencias previas en que ha sido codiseñado con las pacientes, que además han asumido el rol de docentes en la actividad: definiendo, impartiendo y evaluando todos los contenidos. Se plantearon 5 workshops en los que se abordaron diferentes aspectos del VIH: diagnóstico, cómo revelar a los familiares, tratamiento, el estigma asociado a esta enfermedad y la relación con el género, la justicia y la equidad. Eran las pacientes expertas, mujeres viviendo con VIH, quienes conducían cada sesión, que partía de una lectura previa de artículos concretos para que los/as estudiantes se familiarizaran con los temas a tratar, y promovían en el grupo discusiones a las que aportaban sus experiencias personales. Esta es una de las escasas iniciativas que incluyen a pacientes en un rol de profesoras.

Los talleres de pacientes expertas han permitido a las y los estudiantes acercarse a la realidad de las personas afectadas por el VIH desde todos los ámbitos: biológico, social, cultural y emocional. Han comprendido el continuum salud-enfermedad, lo que significa para el paciente vivir y gestionar su enfermedad y, como futuros/as profesionales, han integrado la importancia de humanizar la atención sanitaria y utilizar un modelo de cuidado más centrado en el paciente. Además, a nivel individual, las estudiantes manifestaron haber mejorado como personas y haber adquirido una mirada crítica sobre sus propias actitudes, pero también reflexiva y de cambio sobre su práctica asistencial. Re-descubrieron una humanización de los cuidados centrada en una dimensión expresiva en la que la compasión, la confianza y la comunicación desempeñan un papel crucial.

Cuando el paciente deja de estar en una cama o se aleja de esa posición 'paciente', las estudiantes de enfermería pueden ver las posibilidades de esa persona como 'agente' de su salud. Al deconstruir el papel de paciente y resituarlo en un rol de cierto poder como el de profesor/a, su voz y experiencias se escuchan como sujetos de los que aprender. En el aula, el estudiante aprende del paciente; en las prácticas clínicas, los estudiantes aprenden sobre el paciente. En ese sentido, humanizar los cuidados implica reivindicar su condición de agentes de su propia salud.