Armand Balsebre: "El consultorio de Elena Francis fue un instrumento de legitimación del franquismo muy importante"

El libro pretende demostrar que detrás de este género femenino había toda una plataforma de control de la vida femenina a través de la ideología católica y el franquismo.
07/01/2019
Armand Balsebre, Catedrático de Comunicación de la Facultad, y Rosario Fontova han rescatado las cartas escritas a Elena Francis, personaje de ficción radiofónico. Este descubrimento lo ha relatado en un libro titulado “Las cartas de Elena Francis: una educación sentimental bajo el franquismo”.
- El programa de Elena Francis nació como un programa de cosmética, ¿cómo acabó derivando en un programa de radio desde el cual se adoctrinaba a las mujeres a través de las ideas del régimen franquista?
El consultorio de Elena Francis comienza el 27 de noviembre de 1950 como una plataforma de promoción de los productos de cosmética y tratamientos de belleza que hacían en sus salones el institut Francis, una empresa que justo había abierto sus puertas un mes antes. Por lo tanto, era un programa publicitario de unos 25 minutos a las 19h.
La lectura de cartas desbordó todas las previsiones y se dieron cuenta de que podía ser una buena estrategia comercial mantener contacto directo con todas aquellas mujeres que escribían cartas, pero no se podían radiar, simplemente por tiempo. Durante los 25 minutos de programa se radiaban entre 7 y 10 cartas, pero algunos días llegaban cientos de cartas. A las horas, el instituto Francis creó una estructura paralela, contestadores de cartas.
Al principio los temas giraban en torno a consultas sobre estética, pero poco a poco, las mujeres que hicieron uso de estas cartas eran mujeres de la clase trabajadora que, desarraigadas de su origen (eran sobre todo mujeres emigrantes que habían llegado a las grandes ciudades ) comenzaron a hacer consultas de carácter más sentimental. Se empezó a hablar sobre los rituales del noviazgo, los problemas del matrimonio, la mujer que era maltratada por su marido y, a partir de ahí, estas cartas comenzaron a no ser radiadas, pero eran contestadas por carta.
Lo que comenzó siendo un programa publicitario de productos de cosmética de la marca Francis, derivó en un gran consultorio sentimental donde el confesionario era ideal para la mujer que mantenía el anonimato y el personaje de Elena Francis le daba consejos.
El problema fue que detrás de este consultorio se puso como primera guionista a Ángela Castells, que era de la sección femenina de la Falange, de Acción Católica y muy vinculada al Patronato de Protección a la Mujer, tres instituciones simbólicamente ligadas al nacional catolicismo, ideología predominante del franquismo y que usaron al consultorio, no sólo para resolver problemas de estética, sino también para hacer propaganda franquista. Fue el esquema narrativo trasladado a todas las respuestas.
Por tanto, el consultorio de Elena Francis no fue sólo un gran negocio para la marca de cosméticos, sino que también fue un instrumento de legitimación del franquismo muy importante.
La lectura de cartas desbordó todas las previsiones y se dieron cuenta de que podía ser una buena estrategia comercial mantener contacto directo con todas aquellas mujeres que escribían cartas, pero no se podían radiar, simplemente por tiempo. Durante los 25 minutos de programa se radiaban entre 7 y 10 cartas, pero algunos días llegaban cientos de cartas. A las horas, el instituto Francis creó una estructura paralela, contestadores de cartas.
Al principio los temas giraban en torno a consultas sobre estética, pero poco a poco, las mujeres que hicieron uso de estas cartas eran mujeres de la clase trabajadora que, desarraigadas de su origen (eran sobre todo mujeres emigrantes que habían llegado a las grandes ciudades ) comenzaron a hacer consultas de carácter más sentimental. Se empezó a hablar sobre los rituales del noviazgo, los problemas del matrimonio, la mujer que era maltratada por su marido y, a partir de ahí, estas cartas comenzaron a no ser radiadas, pero eran contestadas por carta.
Lo que comenzó siendo un programa publicitario de productos de cosmética de la marca Francis, derivó en un gran consultorio sentimental donde el confesionario era ideal para la mujer que mantenía el anonimato y el personaje de Elena Francis le daba consejos.
El problema fue que detrás de este consultorio se puso como primera guionista a Ángela Castells, que era de la sección femenina de la Falange, de Acción Católica y muy vinculada al Patronato de Protección a la Mujer, tres instituciones simbólicamente ligadas al nacional catolicismo, ideología predominante del franquismo y que usaron al consultorio, no sólo para resolver problemas de estética, sino también para hacer propaganda franquista. Fue el esquema narrativo trasladado a todas las respuestas.
Por tanto, el consultorio de Elena Francis no fue sólo un gran negocio para la marca de cosméticos, sino que también fue un instrumento de legitimación del franquismo muy importante.
- ¿Dónde se encontraron las cartas?
En 2005 en una masía de Cornellà se encuentran más de un millón de cartas. En una mayoría de cartas, venía la respuesta que enviaba Elena Francis. Las respuestas siempre mostraban la sumisión de la mujer al hombre y al dogma católico.
- ¿Cuál era el perfil de las mujeres que enviaban las cartas?
Una mayoría de las mujeres eran emigrantes que habían llegado a las grandes ciudades y que se ponían a trabajar en el servicio doméstico, la industria textil y en algún caso oficinistas o modistas. Eran mujeres sin una gran instrucción, muchas venían del ámbito rural y algunas de ellas habían venido a las grandes ciudades solas con 14, 15, 16 años y se encontraban solas.
- ¿Qué buscaban estas mujeres cuando al enviar las cartas?
De entrada, hay un valor terapéutico que está confirmado por muchos psicólogos por el simple hecho de escribir una carta, trasladas el problema y esto crea consuelo. Muchas mujeres se encontraban solas, no tenían a quien pedir consejo o no se atrevían a hacerlo a las personas más cercanas y, por tanto, recurrían a este personaje en el que confiaban.
Muchas veces, la solución que daba no era práctica, sino que era espiritual, pero sentían consuelo al poder explicar sus problemas.
Muchas veces, la solución que daba no era práctica, sino que era espiritual, pero sentían consuelo al poder explicar sus problemas.
- ¿Por qué crees que tuvo tanto éxito el consultorio?
Primero porque con la primera guionista Ángela Castells, una mujer muy inteligente, se creó una estructura narrativa muy profesional y de mucha calidad. Los guiones estaban muy bien escritos y la locutora que hacía de Elena Francis lo hacía muy bien, tenía una voz grave, cálida, transmitía mucha credibilidad. Y también porque aunque no todas las cartas eran radiadas, se contestaban todas por correo. Por otra parte, la tarde era una franja horaria muy femenina y muy ideal para una marca de cosméticos.
- Durante la transición, cambió el discurso de Elena Francis?
Por radio cambió un poco, pero las respuestas por carta se mantuvieron en la misma línea.
- ¿No recibieron críticas estas respuestas?
No, no hemos encontrado ninguna carta donde haya una rebelión contra ello. De alguna manera, el franquismo sirvió también para crear una amnesia total sobre lo que habían sido las políticas igualitaristas durante la República. La función de la mujer era ser sumisa y no rebelarse y esto estaba santificado por la iglesia.