Un balance del ciclo electoral 2023-2024

Mà votant en una urna

Las elecciones autonómicas y europeas, celebradas con un lapso de tiempo de menos de un mes entre una y otra, marcan el fin del ciclo electoral iniciado hace un año con las elecciones municipales, a las que siguieron los comicios generales avanzados de julio.

17/06/2024

El concepto de ciclo presupone que las elecciones que se celebran en un período de tiempo relativamente breve, aunque sean de distinta naturaleza, comparten elementos que les otorgan un perfil similar. En el caso de las cuatro elecciones celebradas a lo largo del último año, esta noción se hace muy evidente si comparamos los resultados con los del ciclo anterior, celebrado entre 2019 y hasta 2021.

Por un lado, este ciclo se caracteriza por una reordenación del voto a la derecha españolista, con la práctica desaparición de Cs (de hecho, en las elecciones generales no se presentó) después de un ciclo exitoso en el que va llegar a ser la fuerza más votada en unas elecciones al Parlamento (2017). Este derrumbe del voto a Cs ha repercutido favorablemente en el resultado del PP, que ha crecido de forma sólida, viniendo de un ciclo negativo como el de 2019, después de perder el gobierno central en la primera moción de censura exitosa de la historia democrática reciente (verano 2018), a raíz de la sentencia por el llamado caso Gürtel. Esta reestructuración del voto de la derecha españolista se completa con la consolidación del voto en la extrema derecha, que resiste pese al incremento de apoyo al PP, lo que pone de manifiesto que éste es no es un voto coyuntural.

A la izquierda el ciclo también muestra una cierta recomposición, con la contracción del voto a los comunes, que han perdido la emblemática alcaldía de Barcelona, ​​conquistada en 2015. Los resultados del ciclo parecen cerrar momentáneamente el trayecto de esta formación desde la su aparición y consolidación en 2015, en el calor de la “nueva política” que pretendía impugnar el sistema político nacido con la transición democrática. El bajón del voto a los comunes coincide con un rebrote del voto en el PSC, que ya se apuntaba en el ciclo anterior y que ahora parece consolidarse en todos los ámbitos (general, municipal y autonómico, también europeo).

Sin embargo, el cambio más sustancial que ha comportado el ciclo que ahora se cierra es el que se ha producido en el espacio independentista. La importancia de esta mutación estriba en que este espacio ha sido la pieza dominadora en el sistema político en la última década, a raíz de la transformación de la antigua CDC en una fuerza independentista.

El voto independentista muestra un claro retroceso en este ciclo, un fenómeno que ya se había intuido en la convocatoria en el Parlamento de 2021, cuando el conjunto de las fuerzas del espacio perdieron setecientos mil votos en una coyuntura marcada por los efectos de la pandemia de la Covid19.

Aunque el balance general del apoyo al independentismo a lo largo del ciclo es negativo, tiene alguna excepción, como el resultado de la candidatura de Xavier Trias en el ayuntamiento de Barcelona, ​​donde mejoró los resultados de cuatro años antes. Sin embargo, esta mejora se basaba en un giro estratégico de la propuesta de Trias, que no se fundamentaba en la reclamación de la independencia, sino en la crítica a los ocho años de gobierno de Ada Colau al frente de la ciudad.

Salvo este hecho puntual, y otros en las mismas elecciones que se explicarían por dinámicas locales, el descenso generalizado del apoyo electoral al independentismo es coherente con los datos de encuesta de los últimos años, que muestran el creciente desencanto de una parte significativa del voto independentista hacia la posibilidad cercana de alcanzar la independencia. Así, la serie de sondeos anuales del ICPS muestra cómo entre los partidarios de la secesión ha retrocedido el porcentaje de quienes creían que el proceso podía acabar efectivamente con la independencia. En el 2015, el 43% de quienes querían que el proceso acabara con la independencia también creían que lo haría. En 2023, en cambio, ese número era sólo del 12%.

En el barómetro del CEO de marzo de 2024, sólo el 10% de los partidarios de que Catalunya se convierta en un Estado independiente creían que efectivamente lo sería en un lapso de cinco años, y un 20% consideraban que lo sería en una década. Es decir, que la gran mayoría de los independentistas consideran poco factible la independencia, y esto es lo que posiblemente esté detrás de la contracción del apoyo electoral a las fuerzas independentistas en este último ciclo electoral. Se podría decir que el cansancio ha llevado a una parte de este voto a la abstención, mientras que la decepción (sobre todo con las direcciones partidistas) puede estar detrás del voto a Aliança Catalana en las últimas elecciones al Parlament.

Todo esto, sin embargo, se combina, paradójicamente, con que los partidos independentistas tienen, pese a sus malos resultados electorales, una posición clave tanto en la arena parlamentaria catalana como en la española.

 

Oriol Bartomeus Bayès, profesor del Departament de Ciència Política i de Dret Públic