GEDIME organiza una jornada de reflexión sobre el impacto social en la investigación

Participants a la jornada

El pasado 16 de febrero el Grupo de Estudios sobre Migración y Minorías Étnicas (GEDIME) organizó una jornada de reflexión sobre el impacto social en la investigación.

18/03/2024

El pasado 16 de febrero el Grupo de Estudios sobre Migración y Minorías Étnicas (GEDIME) organizó una jornada de reflexión sobre el impacto social en la investigación. A partir de la presentación de los proyectos de investigación en curso y recién concluidos fue posible establecer un espacio de diálogo enfocado en la valoración y debate sobre el papel que la investigación social tiene y puede tener –en su sentido amplio y dentro de contextos específicos– en términos de incidencia académica, política y social.

La investigación social, más allá de su intrínseco valor en la comprensión de los fenómenos sociales, se enriquece gracias al diálogo constante con la comunidad científica y la sociedad en general. La divulgación activa y el intercambio de ideas desde el ámbito académico no sólo enriquecen la discusión teórica, metodológica y analítica, sino que también promueven una reflexión profunda sobre los múltiples aspectos que configuran nuestra realidad social. Además, es fundamental reconocer el impacto acumulativo de las investigaciones previas en el desarrollo de nuevos estudios, así como su contribución al acervo de conocimiento que sirve para el desarrollo de futuras investigaciones. De esta manera, es necesario reconocer el valor de la
investigación social, a partir de su capacidad para inspirar y orientar investigaciones posteriores.

Al mismo tiempo, la diseminación de resultados debe transcender los escenarios únicamente académicos y ampliar su alcance por medio de actividades de divulgación orientadas a un público plural. Al respecto, advertimos cómo los diferentes eventos organizados adquieren un especial valor al convertirse en espacios de discusión y presentación de hallazgos donde participan instituciones públicas, el tercer sector y la sociedad en general. Esto contribuye, en parte, a transformar la relación entre ciencia y sociedad.

El ejercicio de transferencia brinda a los actores políticos e institucionales evidencias empíricas sobre las necesidades reales y los desafíos que plantean los fenómenos sociales estudiados. La devolución de resultados en diferentes fases del proyecto y en diversos formatos es fundamental para establecer un diálogo constructivo que pueda incidir en intervenciones políticas. Asimismo, advertimos cómo las colaboraciones intersectoriales entre la academia, entes públicos territoriales y el tercer sector permiten, sin duda, reforzar y desarrollar conjuntamente instrumentos de atención más efectivos hacia determinadas poblaciones o problemáticas sociales. Por su parte, las conferencias y eventos de distinto tipo enfocados a impulsar la transferencia política otorgan la oportunidad de debatir las principales conclusiones y resultados de los proyectos, con el objetivo de tender puentes entre la investigación y la formulación de políticas. Sólo por medio de este diálogo es posible contribuir al desarrollo de políticas más efectivas y justas que desafíen mitos y estereotipos arraigados.

Finalmente, la dimensión social del impacto se refiere a las mejoras sociales experimentadas por los individuos y la sociedad en su conjunto como resultado de la transferencia de los resultados de la investigación. En este sentido, las prácticas investigativas críticas que abogan por una transformación social no pueden tener lugar al margen de las comunidades que están directamente vinculadas con las problemáticas sociales estudiadas. De esta manera, las metodologías participativas se sitúan en un lugar central del proceso de investigación. En consecuencia, resulta preciso plantear de una manera reflexiva la posicionalidad –autodeclarada, pero también adscrita– de los diferentes actores involucrados en el ejercicio de investigación y las dinámicas relacionales que tienen lugar en éste. A su vez, es fundamental reconocer a todas las partes como interlocutores legítimos, valorar los saberes y conocimientos situados de las poblaciones con las que se está trabajando –incluyendo sus reivindicaciones en
términos terminológicos y conceptuales–, y escapar toda lógica extractivista.

En definitiva, queda clara la importancia de considerar de manera interrelacionada las tres dimensiones mencionadas (académica, política y social) a la hora de abordar el impacto de la investigación social, con el fin de maximizar su verdadero alcance y potencial transformador. Advertimos cómo el impacto social debe estar presente y ser evaluado en todas las fases del proyecto de investigación. En este sentido, no se trata de llevar a cabo un mero ejercicio de medición final, sino que debe ser proyectado desde la formulación de la propuesta hasta la última etapa. A su vez, la sostenibilidad del impacto emerge como un elemento central, exigiendo una visión a corto, medio y largo plazo que garantice la continuidad de los efectos positivos de la investigación. Así, identificamos como un reto el diseño de mecanismos de transferibilidad adecuados que faciliten la difusión y aplicación de los hallazgos de manera eficiente en diferentes contextos y audiencias. Estos aspectos, considerados de manera integral, permiten maximizar el potencial transformador de la investigación social y su contribución a la generación de soluciones efectivas para los desafíos sociales contemporáneos.