El CCCB celebró un debate sobre Walter Benjamin

Debat

El pasado día 20 de febrero tuvo lugar un debate en el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona entre el filósofo Antonio Aguilera, la socióloga Esperanza Bielsa y el traductor Fruela Fernández a raíz de la reciente publicación del libro Benjamin y la traducción (Ediciones del Subsuelo, 2024 ). El escrito que sigue a continuación reproduce la contribución inicial de Esperanza Bielsa a este debate.

28/02/2024

Cien años después de la publicación del ensayo sobre 'La tarea del traductor', considerado el texto central del siglo XX sobre la traducción, es oportuno reflexionar sobre cómo la filosofía de Benjamin nos ayuda a pensar la traducción y su relevancia social en nuestro presente, y sobre cuáles son las principales dificultades para comprender esta aportación.

Y la principal dificultad es el habitual desprecio que sentimos por la traducción, una actividad a la que no damos importancia pero que está constantemente presente en nuestra vida cotidiana. Porque no se trata simplemente de que no nos demos cuenta de la presencia de la traducción en la mayoría de textos que leemos – no sólo libros, sino también manuales técnicos, anuncios, páginas web, o noticias – sino de un claro desprecio por el actividad de la traducción, que se manifiesta a través de expresiones comunes como la noción de que siempre se pierde algo a través de la traducción o asociación de los traductores con la traición (traduttore traditore).

Benjamin no sólo se interesa por fenómenos culturales a los que los filósofos no daban importancia, como la fotografía o la traducción, sino que en su aproximación a 'La tarea del traductor' da la vuelta a toda una serie de preconcepciones sobre la traducción y la sitúa por encima de la escritura creativa. Benjamin afirma: “existe un ingenio filosófico, del cual constituye lo más íntimo el anhelo de esa lengua que se anuncia en la traducción”. La conexión entre la filosofía y la traducción no es que la filosofía puede ayudarnos a pensar la traducción, sino precisamente que la traducción moviliza una lengua que está más cercana a la verdad, una lengua que la filosofía busca y desea. ¿Por qué? Benjamin encuentra la respuesta en lo que típicamente despreciamos de la traducción, el hecho de que la traducción encara el trabajo con las palabras no para crear sino para recrear, para producir, como dice Benjamin, un eco del original en una lengua nueva. Lo que despreciamos de la traducción es precisamente que la vemos como una copia, como una simple reproducción de un original cuyo valor se esconde en una esencia anterior a la traducción, una autenticidad que la traducción cuestiona. Y precisamente la época contradictoria en la que vivimos se caracteriza por la centralidad de procesos culturales como la traducción, la recreación, la reproducción y la reescritura, pero, al mismo tiempo, por la veneración de la autenticidad, que no valora estos procesos de transmisión. En este contexto, es necesario recordar que son precisamente estos procesos provisionales y derivativos que despreciamos lo que hace posible la permanencia y autenticidad que tendemos a ver como característica intrínseca de las obras que perduran. Quizás no hay otra verdad que ésta: la confrontación y elaboración permanente, a través del lenguaje, de lo que moviliza nuestra relación con el mundo y con los demás.

La primera y principal dificultad, como he señalado, es el desprecio habitual a la traducción. La segunda dificultad para apreciar qué aporta Benjamin para pensar la traducción tiene que ver con la tarea de interpretar 'La tasca del traductor', uno de los ensayos más famosos pero también más crípticos de Benjamin. En primer lugar, como ya he señalado, porque Benjamin da la vuelta a nuestra forma habitual de ver la traducción. Lo que pone por delante no es que la traducción permite acceder a los lectores a obras escritas en lenguas que no entienden, sino el vínculo existente entre la traducción y la pervivencia de las obras, esa labor de transmisión y despliegue que ya he mencionado. Se trata de una perspectiva que también enfatizaba a Goethe y que vincula la traducción con la maduración y regeneración de las obras, y no su empobrecimiento. Pero – y aquí quiero identificar una segunda dificultad de interpretación – 'La tarea del traductor' es un ensayo de juventud y el pensamiento metafísico de Benjamin sobre el lenguaje se transformó radicalmente gracias a su posterior contacto con las vanguardias artísticas y con el materialismo histórico. Desde nuestro punto de vista, es el trabajo más maduro de Benjamin el que da la clave para una fructífera interpretación de 'La labor del traductor'. Así pues, es fundamental la crítica a una visión instrumental del lenguaje centrada en la comunicación, una crítica que Benjamin ya formula desde su primer ensayo sobre el tema del lenguaje ('Sobre el lenguaje en general y sobre el lenguaje del hombre', de 1916). Pero la visión metafísica que conduce a Benjamin a hablar de un lenguaje puro en 'La tarea del traductor' después se reformula desde una perspectiva materialista centrada en la expresividad del lenguaje. Desde este punto de vista, Benjamin destaca las cualidades miméticas del lenguaje y el parecido no sensorial. La traducción tiene que ver con la aparición de este parecido no aparente entre las lenguas, lo que ya el primer Benjamin expresaba como el eco del original. Se trata de un parecido que persiste a través de la diferencia y que también se conecta con una fisiognómica del lenguaje, que el Benjamin más maduro busca integrar en una metodología materialista. Insisto, lo que Benjamin pone por delante es la capacidad expresiva del lenguaje y la traducción, no su función comunicativa o instrumental.

Mi tercer y último punto ya no hace referencia a dificultades sino a todo lo contrario, a lo que hace que el pensamiento de Benjamin sobre la traducción sea todavía más relevante hoy que en su época. Benjamin ya pudo observar las transformaciones culturales de la modernidad, que cambian el significado del arte y lo emancipan del ritual. Ya advirtió el carácter revolucionario de esta transformación, que acerca el arte a las masas y hace posible una interacción constante y distraída de cualquier persona con los productos culturales. Por eso se interesó en las nuevas técnicas de reproducción, en la fotografía y el cine. Pero quizás la transformación más radical a la que podemos referirnos tiene que ver con una antigua técnica de reproducción, la traducción, y el carácter absolutamente central de la traducción no se había manifestado antes del modo en que lo hace en nuestro presente . Ha habido un crecimiento exponencial de la traducción, que se ha convertido en pieza clave de la globalización y de la democracia cosmopolita y que resulta indispensable para hacer frente a los nuevos riesgos y retos del presente. También ha habido un cambio radical en nuestra relación con la traducción, de la que no sólo somos usuarios y consumidores, sino de la que fácilmente podemos convertirnos en autores, mediante la difusión de nuevas tecnologías como plataformas colaborativas o aplicaciones de traducción. El pensamiento de Benjamin nos ayuda a captar la importancia social, cultural y política de ese momento.