Richard Owen (1804-1892) fue el primero en utilizar las palabras ‘dinosaurio’ y ‘dentina’ y el fundador del Museo de Historia Natural de Londres, pero en cambio es recordado como uno de los naturalistas que se opuso a la teoría de la selección natural de Charles Darwin, aunque tenía un modelo evolutivo propio, la Hipótesis Derivativa, que no otorgaba un papel central en los procesos selectivos. Este artículo explica otro aspecto poco conocido del pensamiento de Owen, que negaba la dualidad alma/cuerpo y afirmaba que la mente era el producto de fuerzas físicas producidas por el propio sistema nervioso.
Balari, Sergio; Lorenzo, Guillermo. Richard Owen on the mind/body problem. Theoretical Biology Forum 106(1-2): 131-146. 2013.
Richard Owen (Lancaster, 1804 - Londres, 1892) podría haber pasado a la historia como el paleontólogo que describió un grupo de animales fósiles diferentes de los reptiles y el primero en utilizar la palabra ‘dinosaurio’ para designarlos; o, también, podría haber pasado a la historia como quien usó por primera vez el término ‘dentina’ para designar el tejido que en los dientes está cubierto por el esmalte; o como quien, a partir de un único fémur fósil, dedujo que la isla de Nueva Zelanda había sido poblada por unos pájaros parecidos a avestruces gigantes; o, simplemente, como el fundador del Museo de Historia Natural de Londres.
Pero Richard Owen cometió el que todavía hoy se considera uno de los peores pecados que puede cometer un biólogo: oponerse a la teoría de la selección natural de Charles Darwin. Desde entonces es habitual presentar Owen como el típico naturalista reaccionario, defensor de ideas creacionistas y aliado de la jerarquía anglicana que combatió con vehemencia las teorías evolucionistas.
El caso es que Owen no fue nada de eso y, sólo recientemente, algunos historiadores de la ciencia han comenzado a descubrirnos los aspectos más relevantes de su pensamiento, incluido su modelo evolutivo, la Hipótesis Derivativa, que, efectivamente, no otorgaba un papel central a los procesos selectivos, sino sólo uno secundario en la eliminación de las variedades menos aptas a través de un mecanismo que él llamaba ‘rechazo natural’.
Figura 1: Richard Owen en 1879 con el esqueleto de un moa.
Uno de los aspectos menos conocidos del pensamiento de Owen es, sin embargo, la postura que mantuvo sobre una cuestión tan delicada en el siglo XIX como la relación entre la mente y el cuerpo. Hay que tener presente que, en aquella época, quien más quien menos, todo el mundo aceptaba alguna variante del dualismo cartesiano según el cual el cuerpo humano no era otra cosa que una máquina controlada por una entidad no material, el alma o la mente. En aquella época, declararse abiertamente defensor de ideas materialistas y negar la dualidad alma/cuerpo afirmando que la mente es el cerebro y sólo el cerebro era peligroso -ya no enviaban a nadie en la hoguera, pero para un naturalista como Owen esto podía significar el ostracismo científico para el resto de la vida. Y, sin embargo, Owen lo hizo. En 1868. En las conclusiones de su tratado en tres volúmenes sobre la anatomía de los vertebrados, donde, como parte de una larga peroración en contra de la introducción de cuestiones teológicas en los debates científicos, afirmó que la mente no era otra cosa que el producto de fuerzas físicas producidas por el propio sistema nervioso. La acción y la naturaleza de estas fuerzas eran todavía un misterio, pero, como la electricidad o el magnetismo, nada que la ciencia no pudiera explicar algún día.
La evidencia textual del materialismo de Owen es incontestable y no encaja con la imagen de creacionista reaccionario que nos ha presentado la historiografía tradicional. Se ajusta más a la de un biólogo moderno, no sólo defensor de la idea de evolución, sino también con la de un precursor de la Teoría de la Identidad Mente-Cerebro que, hacia finales de la década de 1950, desarrollaron filósofos como Herbert Feigl, John Smart o Ullin Place y que, hoy en día, es la base sobre la que se asientan los modelos neurobiológicos contemporáneos.
Imagen superior izquierda: Richard Owen en 1856 con el cráneo de un cocodrilo.
2024 Universitat Autònoma de Barcelona
B.11870-2012 ISSN: 2014-6388