"Para un adolescente trans, los contextos educativos son un desierto sin referentes"
02/11/2016
El pasado 10 de marzo la UAB aprobó el "Protocolo de actuación contra el acoso sexual y el acoso por razón de sexo, de orientación sexual, identidad de género o de expresión de género de la UAB". Actualmente, la UAB trabaja en la elaboración del Protocolo de actuación para el cambio de nombre de las personas transexuales. La mejora que representan estos protocolos y medidas se quiere acompañar y reforzar con campañas de sensibilización, concienciación y visibilización. Por esta razón, este año la Fiesta Mayor de la UAB tiene como lema "Fuera la LGTBIfòbia de la UAB".
La persona que ofreció el Pregón de la Fiesta Mayor fue Miquel Missé, Alumni UAB (estudió en ella Sociología) y activista trans. Fue el primer estudiante de la UAB que pidió a una administración como la universidad, hace casi diez años, que le trataran de acuerdo al sexo con el que se identificaba y no con el que había nacido físicamente.
1- Siempre se ha dicho que ser transexual es haber nacido en un cuerpo equivocado. ¿Es así?
Es cierto que en nuestro imaginario cultural la transexualidad está ligada a esta idea del cuerpo equivocado: el cuerpo como una cárcel. Parte de mi trabajo como activista es precisamente poner en cuestión esta idea. Los cuerpos no están equivocados, en todo caso son los significados sociales que les damos.
2.- ¿La cirugía para una persona transexual es el gran remedio?
Para mucha gente sí lo es. Cuando tu cuerpo no es como a ti te gustaría que fuera y esto te genera grandes sufrimientos, la cirugía puede convertirse en un remedio. Pero no sólo en el caso de la gente trans, en muchas situaciones. Ahora bien, creo que debemos reflexionar seriamente en torno a este hecho. El malestar con el cuerpo de las personas nos indica muchas cosas de nuestra estructura social.
3.- ¿Qué es, pues, la transexualidad?
A mí me gusta hablar del hecho trans, que engloba la transexualidad y el transgenerismo. Yo diría que es el hecho de querer vivir en un género, y en ocasiones en un cuerpo, que no son los que han sido asignados al nacer.
4.- De tu experiencia en la universidad, en la UAB en concreto, como persona trans, ¿qué conclusiones obtuvistes?
Muchas cosas. La primera, que el hecho trans necesita de muchísima pedagogía. Tardé unos dos años en conseguir que me cambiaran el nombre a las listas del profesorado, el correo electrónico, el carnet de estudiante. Todo lo que me identificaba remitía a un género con el que yo ya no me identificaba. Recorrí despachos, ventanillas, pasillos, sin éxito. No creo que la gente que me encontraba estuviera en contra, sencillamente sólo lo pensaban desde su lógica burocrática y no calculaban lo que estaba suponiendo para mí aquella situación.
También me di cuenta del privilegio que tenía, porque la mayoría de gente trans que yo conocía no había accedido a la universidad. Ahora parece que las personas trans están más presentes en la universidad, pero en ese momento no era así. Asimismo también sentí la solidaridad de mucha gente, para empezar tuve la suerte de conocer otro chico trans en la facultad de periodismo. Hicimos mucha piña. También tengo un recuerdo muy grande de los compañeros de la Asociación Sin Verguenza. Sin duda, me hicieron sentir mucho menos solo.
5.- ¿Por qué son importantes las campañas de sensibilización, especialmente en los contextos educativos?
Para la mayoría de adolescentes trans, los contextos educativos son un desierto sin referentes. Creo que la sensibilización en estos momentos debe ser ante todo un mensaje de empoderamiento hacia aquellas personas que se sienten aisladas o que están sintiendo cosas que les parecen extrañas. Tener referentes, conocer tus iguales, es una parte muy importante en un proceso de transición de género.
6.- La intolerancia ante las personas que son diferentes a la mayoría, ¿como se acaba? ¿Cuál sería el remedio, ante la sociedad actual?
La intolerancia como fenómeno social creo que está conectada con cuestiones muy complejas. El odio hacia lo desconocido, la incapacidad de empatizar con el otro, la violencia contra las minorías sociales, todo esto nos indica que algo en nuestras sociedades no funciona. Y sobre todo que la forma en que en nuestras sociedades pensamos el individuo y la comunidad no nos ayudan a convivir. En el caso concreto de las personas trans, creo que nuestra existencia en sí cuestiona de alguna manera un modelo que se había presentado como inalterable: las diferencias entre hombres y mujeres. Y mucha gente se siente profundamente incómoda ante una persona trans precisamente porque se siente interpelada o cuestionada en aspectos que le generan inseguridad, que le desmontan sus creencias sobre lo que es ser hombre o mujer.
7.- El hecho de ser activista trans supongo que responde a algún objetivo.
Al principio, empecé a implicarme porque me sentía en deuda con los y las activistas que me habían acogido, sentía que ese trabajo era una cadena en la que yo también tenía que aportar algo. Pero ahora, más de una década después, el activismo que hago está relacionado en difundir referentes, construir espacios para que la gente pueda pensar de otras maneras, y sobre todo, poner en cuestión los mandatos obligatorios de la transexualidad.
8.- Como sociólogo y persona cercana a todo el movimiento, ¿consideras que la sociedad ha avanzado en este sentido? ¿La gente joven está subiendo realmente más tolerante ahora que hace unos años?
Como sociólogo lo más prudente sería decir que faltan investigaciones en este ámbito. Las cuestiones LGTBI han sido muy poco estudiadas en nuestro territorio, y aún más la percepción social que se tiene. Más allá de eso, tengo algunas intuiciones sobre cómo ha sido la evolución en los últimos diez años. Creo que la visibilidad del hecho trans ha crecido con mucha fuerza, y que los discursos contra la patologización de la transexualidad se han situado en las agendas políticas. Asimismo, vemos como la edad de inicio de la transición es cada vez más joven. Ahora bien, la pregunta que me hago es si toda esta visibilidad y facilidad de acceso nos lleva a la libertad de género o sólo facilita la transición de un género a otro.
9.- Recientemente la sanidad catalana ha decidido despatologizar la transexualidad en el sentido de que ya no será necesario un informe psiquiátrico para hacer el tránsito. ¿Hasta qué punto es importante este paso?
Cuando estos días leía en la prensa esto pensaba que más que un avance, es una vergüenza que en el año 2016 el sistema sanitario catalán reconozca que la transexualidad no es una enfermedad. Dicho esto, más que un paso, es una declaración de intenciones que anteriormente ya habían hecho el Gobierno, el Parlamento Europeo y Naciones Unidas. Ahora habrá que se haga efectivo. Y luego habrá que seguir trabajando en el imaginario social del hecho trans, que lamentablemente, aún está profundamente medicalizado.
10.- Hace unos años Cataluña aprobó la ley contra la homofobia. ¿Como ves esta ley? ¿Es suficiente?
Sin duda fue un paso para reconocer una realidad que hasta el momento no había recibido la atención institucional que requería. Ahora bien, si la despatologización de la transexualidad debe llevar el ritmo del cumplimiento de la ley contra la homofobia, no vamos bien. Tenemos muchísimo trabajo como sociedad en relación a la diversidad sexual y de género, no sólo en relación al colectivo LGTBI, sino como grupo social. La libertad sexual y de género son riquezas colectivas que nos hacen bien a todos y todas.
11.- ¿Qué mensaje de fondo querrías que llegara a través del pregón que ofrecerás a todas las personas que forman parte de la comunidad universitaria, y a la sociedad, en general?
Todavía estoy meditando el pregón, pero lo que si quisiera es reconocer a los y las estudiantes trans que llegan a la universidad, a pesar de los miedos, las dudas y las inseguridades. Para mi son unos héroes y unas heroínas.