Lo que las vasijas cuentan de la cocina prehistórica centroeuropea
El análisis de trazas de grasas en más de un centenar de cerámicas desvela grandes cambios en el consumo y preparación de alimentos de los grupos que habitaron en Alemania central entre el neolítico y la edad del bronce y su relación con innovaciones en las formas y decoraciones de los recipientes. Así lo indica un estudio pionero hecho por investigadores de la UAB y la Oficina Estatal de Gestión del Patrimonio y Arqueología de Sajonia-Anhalt en esta región, que fue clave clave para el surgimiento de grandes culturas prehistóricas, como las de las cerámicas de bandas, cordada y campaniforme y la de Unetice, una de las primeras sociedades estado de Europa. El estudio se ha publicado en la revista PLoS ONE.
Las primeras sociedades agrícolas y productoras de cerámica se asentaron en Europa central hace unos 7.500 años, con la dispersión de la cultura de la cerámica de bandas. En los milenios siguientes se desarrolló una excepcional diversidad cultural, que dio lugar a una amplia gama de estilos y decoraciones de cerámica neolítica. Tradicionalmente, los arqueólogos han estudiado estas cerámicas para diferenciar las culturas prehistóricas a las que dieron nombre, pero su contenido y usos permanecían prácticamente desconocidos.
Científicos de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y de la Oficina Estatal de Gestión del Patrimonio y Arqueología (LDA) de Sajonia-Anhalt han analizado las prácticas culinarias de Alemania central a lo largo del neolítico y la edad del bronce (hace entre 7.500 y 3.500 años) y su relación con los cambios en la decoración y la forma de las cerámicas que se utilizaron, en un estudio pionero publicado en la revista PLOS ONE. La región central de Alemania es una de las que presenta mayor diversidad cultural en la prehistoria centroeuropea, debido a los ricos suelos agrícolas de loess de la zona y otros recursos naturales como la sal, que llevaron a los grupos humanos a establecerse allí desde muy pronto.
El trabajo ha analizado trazas de comida en forma de lípidos atrapados en 124 vasijas de cerámica de diferentes formas y tamaños, procedentes de tumbas y asentamientos, conservadas en el Museo de Prehistoria de Halle. El análisis de lípidos permite distinguir entre residuos de grasas derivadas de la leche, de animales rumiantes y no rumiantes, así como de origen marino o vegetal. Las muestras analizadas son una de las mayores series de datos de Alemania estudiada hasta la fecha.
El estudio revela amplios cambios en el uso de la cerámica y la preparación de alimentos a lo largo del tiempo, así como las complejas relaciones que las poblaciones prehistóricas establecieron entre los recursos alimentarios y los principales medios para prepararlos, almacenarlos y consumirlos. «Nos ha permitido ver cómo se desarrollaron culturas gastronómicas específicas y los gustos por una u otra forma de cocinar con cerámica, una diversidad muy difícil de detectar a través de otros indicadores arqueológicos», señala Adrià Breu, investigador del Departamento de Prehistoria de la UAB y primer autor del artículo. «Aunque la cabaña ganadera, dominada mayoritariamente por vacas y en menor medida por cabras, ovejas y cerdos, se mantuvo estable a lo largo del tiempo, el consumo de productos derivados de los animales cambió sustancialmente en el período estudiado», añade.
De los lácteos en juegos de vasos a los platos con grasas de cerdo
Los resultados muestran que en el neolítico medio, hace 5.500 años y coincidiendo con la cultura de Baalberge, se generalizó por primera vez en la región la incorporación de los productos lácteos en la dieta. Acompañando a este cambio gastronómico se produjeron juegos de pequeños vasos y jarras con asas. Los primeros se habrían utilizado para servir lácteos vertidos de las vasijas más grandes halladas con frecuencia en los asentamientos. Se trataría de uno de los primeros casos de vasos con un uso especializado en la prehistoria. «Es fácil imaginar que fue un período en el que la leche y sus derivados (nata, mantequilla, queso o yogur) fueron muy apreciados, y se desarrolló la tradición de beberlos o comerlos usando estos vasos tan característicos, que recuerdan a nuestras tazas para el desayuno», explica Adrià Breu.
Al final del neolítico, hace 4.500 años, se producen cambios sustanciales en las formas y la decoración de las tazas, vasos y jarras que dan nombre a la cultura de la cerámica cordada, que llega de las regiones esteparias orientales. El estudio detecta en estas cerámicas, sobre todo en singulares ánforas de doble asa, la aparición de nuevos gustos marcados por la preferencia por cocinar con cerdo y el paso de los lácteos a un segundo plano. Este cambio ha sorprendido a los investigadores, dado que no se acompaña de un aumento de la cantidad de cerdos en los rebaños, y refuerza la idea del valor social que pudo tener esta carne.
El análisis de las cerámicas cordadas desafía también consideraciones previas: «Los contenidos muestran que los derivados lácteos no tuvieron la importancia que cabría esperar en las poblaciones que llegaron de Europa oriental y que han sido consideradas grupos nómadas de economía pastoril, y tampoco confirman el consumo de cerveza, como se ha asumido muchas veces», explica Roberto Risch, investigador de la UAB y coautor del estudio.
El uso intensivo de productos lácteos continuó especialmente entre las poblaciones de la cultura campaniforme, en la que no se detecta el mismo gusto por el cerdo. El uso de los vasos carenados para contener y servir lácteos se dio especialmente en los enterramientos cercanos al asentamiento circular de Pömmelte. La mayoría de las tumbas en estos enterramientos presentaban como ajuar un único vaso para consumirlos, en lo que habría sido una práctica funeraria específica del yacimiento.
Dieta variada en cerámicas estandarizadas y multifuncionales
En los inicios de la edad del bronce, hace 4.000 años, la alimentación de la cultura de Unetice se caracterizó por una mayor variedad de productos derivados de animales y plantas. A pesar de que en este momento ya contaba con caballos, esa cultura mantuvo el gusto por el cerdo, pero abandonó la tradición de consumir lácteos en vasos pequeños.
Unetice fue una de las primeras sociedades con estructuras de estado de Europa, junto con El Argar en la península Ibérica. Altamente jerarquizada, con poderosos maestros del tiempo que codificaron en el disco celeste de Nebra conocimientos astronómicos, desarrolló artesanías especializadas, como la alfarería. El consumo de alimentos se produjo en recipientes estandarizados y multifuncionales. «Sin embargo, esta mayor estandarización no responde a un uso más especializado; al contrario, los mismos vasos, como las típicas tazas carenadas, fueron usados para preparar y consumir alimentos relacionados con una gran variedad de lípidos, quizás en un intento por aparentar igualdad en una sociedad cada vez más desigual», explica Roberto Risch.
En suma, el estudio demuestra cómo, combinando análisis de residuos lipídicos con estudios contextuales y tipológicos de la cerámica más convencionales, se pueden revelar realidades complejas de actitudes y prácticas culinarias cambiantes que pasarían desapercibidas usando otros indicadores de la dieta. «Las complejas tendencias detectadas en este trabajo merecen el desarrollo de futuros estudios que incluyan un mayor número de muestras de cada periodo», concluyen los investigadores.
Tumba de un hombre adulto (30-50 años) perteneciente al grupo de las cerámica cordada (4.500 años). Las grandes ánforas decoradas que formaban parte del ajuar casi siempre contenían grasa de cerdo. © State Office for Heritage Management and Archaeology Saxony-Anhalt.
Artículo de referencia: Breu, A.; Risch, R.; Molina, E.; Friederich, S.; Meller, H.; Knoll, F. (2024). «Pottery spilled the beans: patterns in the processing and consumption of dietary lipids in Central Germany from the Early Neolithic to the Bronze Age», PLOS ONE. DOI: 10.1371/journal.pone.0301278