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Las mujeres de la élite pudieron gobernar en El Argar hace 4.000 años

Aixovar de la tomba principesca de La Almoloya
Parte del ajuar hallado en la tumba 38 de La Almoloya. La diadema de plata fue hallada colocada con el apéndice hacia abajo en la cabeza de la mujer. (Foto: ASOME-UAB)

Un estudio liderado por la UAB sobre los individuos y el rico ajuar de la tumba principesca de La Almoloya, en el que destaca una diadema de plata, ofrece nuevas perspectivas sobre el poder en la sociedad de El Argar durante la Edad de Bronce y el papel que habrían desempeñado algunas mujeres.

11/03/2021

Las mujeres de la clase dominante podrían haber jugado un papel relevante en el gobierno de El Argar, una sociedad que floreció en el sudeste peninsular, entre los años 2200 y 1550 a. C., y donde se estableció, ya en los dos últimos siglos de su existencia, la primera organización estatal del Mediterráneo occidental.

Así lo indican investigadores de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) que han liderado un estudio en el que han analizado el contenido de una tumba principesca (la número 38), con dos individuos y un rico ajuar funerario en su interior, que descubrieron en 2014 en La Almoloya (Pliego, Murcia), en el subsuelo de lo que identificaron como la sala de gobierno de un recinto palaciego.

“La Almoloya y la tumba 38 son ese tipo de hallazgos excepcionales que nos proporcionan de vez en cuando una visión sobre los gobernantes y los objetos emblemáticos de las primeras sociedades que emergieron en Europa durante la Edad de Bronce”, señala Vicente Lull, uno de los coordinadores del estudio. La investigación, publicada en Antiquity, les ha permitido captar el poder político y económico que tuvieron los sujetos de la élite de El Argar.

En la tumba, una urna de cerámica, fueron enterrados dos individuos: un hombre, de entre 35 y 40 años y, encima, una mujer de entre 25 y 30 años. Junto a ellos se introdujo un rico ajuar funerario, compuesto por una treintena de piezas, mayoritariamente de plata o chapadas en este material y casi todas pertenecientes a la mujer. Un repertorio de joyas y objetos personales muy completo: brazaletes, dilatadores de orejas, anillos, cuentas de collares, espirales y recipientes con ofrendas. Y, destacando entre todos ellos, una diadema colocada sobre la cabeza de la mujer.

Un estudio detallado de la diadema de La Almoloya y su comparación con otras cuatro, halladas en el siglo XIX en ricas tumbas de mujeres del asentamiento de El Argar, del que toman el nombre la sociedad y cultura argáricas, apunta a que todas ellas, aunque idénticas en hechuras, fueron piezas muy exclusivas, manufacturadas en talleres de orfebrería como el recientemente descubierto en Tira del Lienzo, otro yacimiento argárico excavado hace pocos años por el mismo equipo de la UAB.

“La singularidad de estas diademas es extraordinaria. Fueron objetos simbólicos hechos para estas mujeres, transformándolas así en sujetos emblemáticos del poder de la clase dominante”, explica Cristina Rihuete, que también ha participado en el estudio. “Son piezas únicas, comparables a los objetos funerarios que distinguían a las élites en otras regiones, como las de Bretaña, Wessex y Unetice, o en las del Mediterráneo oriental del siglo XVII a. C, contemporáneas de la tumba 38”.

La opulencia de los ajuares funerarios hallados en las tumbas de mujeres de la élite de El Argar, en los que destacan las diademas, es, según apuntan en el estudio, un indicio del papel destacado que dichas mujeres pudieron desempeñar en el gobierno de algunos de los asentamientos, como el de La Almoloya.

¿Pudieron gobernar o los emblemas de poder que ostentaban eran meramente simbólicos? Se pregunta el equipo de la investigación en el artículo publicado. Su respuesta es que posiblemente gobernaran por derecho propio: “En la sociedad argárica, las mujeres de la élite eran enterradas con diademas, mientras los hombres lo eran con una espada y una daga. Estos hombres tenían un ajuar funerario menor en cantidad y en calidad. Las espadas eran el medio más eficaz de hacer cumplir las decisiones políticas y ciertos hombres habrían jugado un papel ejecutor, aunque la legitimación y, quizás también el gobierno, recayera en las manos de ciertas mujeres”, argumentan.

Sin parentesco biológico, una hija en común

Según los análisis genéticos realizados en el Instituto Max Planck, los individuos de la tumba 38 eran contemporáneos y fueron enterrados, simultáneamente o con muy poca diferencia, a mediados del siglo XVII a.C.  No tenían relación biológica, pero sí una hija en común, que fue enterrada próxima a ellos. La mujer presentaba varias anomalías congénitas y unas alteraciones óseas en las costillas que podrían indicar que padecía una infección pulmonar en el momento de la muerte. El hombre tenía un desgaste óseo propio de una extensa actividad física, probablemente de montar a caballo.

Un valor de 900 jornales

Los elementos metálicos de la tumba 38 destacan también en términos cuantitativos. El peso total de las piezas de plata es de aproximadamente 230 gramos, que equivaldrían a 27,5 shekels, moneda usada en época del gobernante babilónico Hammurabi, en la primera mitad del siglo XVIII a.C. (contemporáneo de El Argar) y adaptada por otras economías del Próximo Oriente y del Egeo. Con la plata funeraria de La Almoloya habría sido posible pagar, pues, unos 938 jornales o comprar 3.350 kilos de cebada.

En particular, el peso medio de las tres espirales de plata de tamaño mediano que llevaban ambos individuos es de 8,44 g, lo que coincide aproximadamente con el peso del shekel babilónico (8,33 g). Además, los pesos de otras espirales halladas en la tumba son prácticamente fracciones o múltiplos de esa cifra. “Puede tratarse de una distribución aleatoria o el indicio de un sistema estandarizado de pesos y medidas que imitan los ejemplos orientales contemporáneos. Es necesario seguir investigando para determinarlo, pero la posibilidad de atisbar un sistema métrico detrás de las espirales de plata es una indicación más de hasta qué punto la clase dominante durante la última época de El Argar tenía un control económico”, señala Roberto Risch, coautor del estudio.

Unidad política entre regiones argáricas

Al contrario que en las tumbas de El Argar, de las que no se conoce el espacio en el que se ubicaron, el ajuar de la tumba 38 y su diadema sí que pueden ser interpretados en su contexto arquitectónico. “La presencia de objetos emblemáticos enterrados en un espacio tan significativo como el “parlamento” de La Almoloya podría representar una unidad política entre las regiones argáricas durante la última etapa de esta sociedad, en el siglo XVII a.C. El edificio fue destruido por el fuego poco después del enterramiento”, explica Rafael Micó, también codirector del proyecto.

La sociedad de El Argar y la importancia de La Almoloya

La sociedad de El Argar floreció entre los años 2200 y 1550 a.C. al sudeste de la península Ibérica (Murcia y Almería) y corresponde a la Edad de Bronce inicial, con centros urbanos y construcciones monumentales, una división del trabajo desarrollada, enterramientos intramuros y una violencia institucionalizada en el contexto de una sociedad de clases, fuertemente jerarquizada.  Enclaves destacados son El Argar, La Bastida o La Almoloya.

El descubrimiento de la tumba 38 de La Almoloya, excavada en 2014 por los investigadores del equipo de investigación ASOME (Arqueoecología Social Mediterránea), adscrito al Departamento de Prehistoria de la UAB, puso de manifiesto la singular riqueza arqueológica del yacimiento. Un emplazamiento estratégico privilegiado que favoreció su ocupación durante más de seis siglos. Los descubrimientos realizados, entre ellos el edificio de gobierno y la tumba 38, confirmaron su importancia como centro de concentración política y riqueza de primer orden dentro del territorio político de El Argar. La diadema de La Almoloya es la única que se conserva en España.

Referencia: Lull et al. Emblems and spaces of power during the Argaric Bronze Age at La Almoloya, Murcia Antiquity (2021) https://doi.org/10.15184/aqy.2021.8

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