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Universitat Autònoma de Barcelona

La transición a una economía baja en carbono requerirá más recursos renovables de lo que se creía

04 may 2018
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Un estudio del ICTA-UAB analiza las consecuencias en los estilos de vida que tendrá la sustitución de los combustibles fósiles por energías más limpias. Con el uso de energías renovables previsto, las sociedades dispondrían de entre un 24 y 31% menos de energía neta per cápita.
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istockphoto/Milos-Muller
La transición a una sociedad de energía baja en carbono requerirá una mayor cantidad de recursos renovables de lo que se pensaba si se quieren mantener los actuales niveles de consumo de energía por cápita y los estilos de vida. Ésta es una de las principales conclusiones del estudio llevado a cabo por los investigadores del Institut de Ciència i Tecnologia Ambientals de la Universitat Autònoma de Barcelona (ICTA-UAB), Lewis King y Jeroen van den Bergh, publicado recientemente en la revista Nature Energy.

Tras el Acuerdo de París 2015, se han presentado diversos escenarios de transición energética global. Si bien éstos tienden a analizarse en términos de energía bruta, los investigadores consideran que para calcular las necesidades de energía es necesario distinguir entre energía bruta (energía total generada) y energía neta (la energía generada menos la energía invertida para producirla). Especialmente relevante es el concepto de 'Retorno de la Inversión en Energía' (EROI) que hace referencia a la cantidad de energía útil producida por cada unidad de energía invertida en el proceso de obtención de dicha energía. Cuanto menor sea el EROI de una fuente de energía, más energía de entrada se requiere para producir la energía de salida, lo que resulta en una menor energía neta disponible para el consumo. Según precisan los autores, el carbón y la hidroelectricidad tienen EROI altos; la energía nuclear, el petróleo y el gas un EROI medio, y la energía solar y eólica un EROI de medio a bajo.

El nivel medio de EROI de la energía es importante para las economías, el bienestar y los estilos de vida de la sociedad. Una vez satisfechas las necesidades de energía para el consumo básico como alimentos y agua, las economías con una energía de EROI bajo dispondrían de menos de la mitad de energía neta que las de EROI alto y, por tanto, podrían destinar menos energía al consumo y la producción de bienes y servicios “no esenciales”. Esto tendría implicaciones significativas en los estilos de vida de la sociedad y limitaría su capacidad de invertir energía para lograr un crecimiento económico futuro. 

Por ello, ante un escenario futuro basado en las energías renovables (y de EROI más bajo), los investigadores indican que es probable que la energía neta per cápita disminuya entre un 24% y un 31% con respecto a los niveles de 2014, a menos que se realicen inversiones sustanciales en eficiencia energética.

“Para mantener la energía neta per cápita en los niveles actuales, las fuentes de energía renovable tendrían que crecer a una tasa dos o tres veces mayor a la de las proyecciones actuales”, explica King. Los resultados indican además una priorización en la eliminación gradual de los combustibles fósiles, es decir, primero el carbón, luego el petróleo y finalmente el gas. Esto se podría lograr mediante la implementación del precio de carbono, lo que disuadiría el uso de carbón más que el petróleo, y el petróleo más que el gas.

Para mejorar los estilos de vida, los países con bajo EROI tienen tres opciones: aumentar la producción bruta de energía, mejorar la eficiencia energética en producción y consumo de bienes y servicios, o mejorar el EROI promedio considerablemente a través de mejoras tecnológicas y de inversión en fuentes de energía con mayor EROI. “El desafío de una transición rápida hacia una energía baja en carbono es por lo tanto doble: mantenerse dentro del “presupuesto de carbono” asociado a los objetivos de cambio climático acordados (calentamiento global por debajo de los 2º C) mientras se continúa generando la energía neta necesaria para una sociedad global”, comenta van den Bergh.

King y van den Bergh han desarrollado un modelo EROI dinámico para analizar la energía neta suministrada a la sociedad, considerando tanto los costos operativos (de mantenimiento) como los de inversión. Asimismo, proponen la creación de un indicador de "Rendimiento Energético sobre el Carbono" (EROC), una medida de la energía neta por tonelada de CO2 (tCO2), para ayudar a maximizar la energía neta potencial del presupuesto de carbono consistente en el objetivo de 2º C. Esto permitiría la comparación del rendimiento de diferentes fuentes de energía bajo la restricción del objetivo climático. Según este nuevo indicador EROC, el petróleo de esquisto y las arenas de alquitrán son una muy mala elección en términos de riesgos climáticos, mientras que el gas natural con CAC (Captura y Almacenamiento de Carbono) obtiene mejores resultados, mucho mejor que el carbón con CAC, y rinde más de 10 veces mejor que el petróleo de esquisto y las arenas de alquitrán.

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