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"La resistencia del pueblo kurdo ha roto con el miedo al Estado Islámico"

Meral Cicek
Meral Çiçek, presidenta del Centro Kurdo para las Cuestiones de las Mujeres en Erbil, visitó la UAB invitada por el Grupo de Investigación de Geografía y Género. Habló sobre el confederalismo democrático kurdo y sobre el papel de las mujeres en este proyecto y en la lucha contra el Estado Islámico.

22/07/2015

Las mujeres están teniendo un fuerte protagonismo en la articulación de una región autónoma kurda en Rojava (Norte de Siria) con un proyecto político propio de confederalismo democrático, así como en la lucha de las fuerzas kurdas contra Estado Islámico. Meral Çiçek, presidenta del Centro Kurdo para las Cuestiones de las Mujeres en Erbil (Kurdistán iraquí), trató sobre el tema en una conferencia en la Facultad de Filosofía y Letras el pasado 7 de julio. La charla se enmarcaba dentro del proyecto "Esparcir la semilla: revolución feminista kurda y epistemologías radicales", que financia Antipode Foundation y está coordinado por Maria Rodó-de-Zárate, investigadora del Grupo de Investigación de Geografía y Género de la UAB. Este proyecto ha sido galardonado con el premio Scholar-Activist Project Award 2015.

¿En qué consiste el confederalismo democrático?

El Kurdistán está dividido en cuatro partes: Turquía, Siria, Irán e Irak. La lucha de liberación nacional kurda nació con el objetivo de unirlas en un estado independiente. Con la caída de la Unión Soviética, se generó un debate en el movimiento sobre el fracaso del socialismo real y sobre la propia naturaleza del Estado, y se concluyó que el Estado no puede ser la vía hacia la libertad para el pueblo kurdo; no sólo por motivos prácticos, sino también por motivos ideológicos. Se desarrolló, pues, un modelo alternativo llamado confederalismo democrático: mecanismos abiertos para que la sociedad se organice a sí misma en una coexistencia democrática, plural y pacífica. Depende de la autonomía democrática de cada parte del Kurdistán y es, al mismo tiempo, un sistema político y social, una especie de autoorganización comunalista. Quiere superar conceptos como el nacionalismo y crear un nuevo sistema democrático del pueblo, no de los estados. En Rojava, está teniendo bastante éxito y el pueblo lo está aceptando.

¿Cuál es el peso de la igualdad de género en este proyecto?

El confederalismo democrático tiene tres principios fundamentales: democracia, ecología y liberación de género. Para nosotros, es el principal conflicto social. Si de verdad quieres establecer una sociedad democrática, debes empezar por la cuestión de género. La revolución que no tiene en su centro la revolución feminista no es una verdadera revolución.

¿Qué políticas de igualdad se está implementando?

Puedo hablar de Rojava (Siria) y del Norte de Kurdistán (Turquía), donde el movimiento de liberación kurdo está más integrado en la sociedad. Al Norte, en la parte turca, tenemos más de cien municipalidades. Y, en cada una de ellas, hay "coalcaldes": un hombre y una mujer. La mitad de los representantes en los ayuntamientos deben ser mujeres. Y hay también normas muy estrictas contra la violencia. Si un hombre ejerce violencia física o psicológica contra su mujer, puede perder el trabajo y su salario es abonado a la mujer. En Rojava, hay un sistema similar: una cuota del 40% a los organismos y un sistema de copresidencias. En cada cantón hay dos presidentes, un hombre y una mujer. Y son también personas con diferentes bagajes políticos y sociales. En el cantón de Yazira, por ejemplo, la copresidenta es una ex guerrillera y el copresidente es el jeque de una gran tribu árabe.

¿La situación de las mujeres es homogénea en los diferentes territorios de Kurdistán?

En absoluto. Se puede decir que, en una parte del Kurdistán, son muy libres y, en la otra, son esclavas. Depende del nivel de lucha que hay en cada una. Al Norte, en Turquía, como la lucha comenzó muy pronto, el estatus de la mujer ha cambiado mucho. Es el mismo caso en Rojava, donde hay una revolución feminista. En el Sur del Kurdistán, hay muchas organizaciones de mujeres pero, como nunca ha habido ningún tipo de revolución social, el estatus social de la mujer no está tan desarrollado.

¿Qué está suponiendo la lucha contra el Estado Islámico (EI) para el movimiento nacional kurdo?

Es una nueva experiencia porque, hasta ahora, habíamos luchado contra los estados que ocupan el Kurdistán. Este tipo de fuerzas que utilizan la máscara del islam no actúan sólo por su propio interés; las debemos entender en el contexto más amplio del Oriente Medio de, sobre todo, los últimos quince años. El EI no es sólo una organización, un grupo de bandidos, sino que representa algo. Libran una guerra sistemática contra las mujeres: para el EI, la única razón de ser de las mujeres es responder a las necesidades sexuales de los hombres. La visión del mundo que representa es completamente opuesta a lo que estamos intentando hacer en el Kurdistán. No es una lucha local sino un enfrentamiento entre dos formas de ver el mundo.

Parece una guerra muy sucia. Nos preguntamos quién está detrás del EI, cuál es el papel de Turquía...

Está claro que el EI recibe el apoyo de Turquía. El EI está luchando por sus intereses pero también por los intereses de muchas fuerzas locales; una de las principales es Turquía, que no quiere aceptar la revolución en Rojava y está haciendo todo lo que puede para impedirla. Es una pésima política también para la propia Turquía porque no son conscientes del gran peligro que están creando para su gente: sabemos que hay un gran número de terroristas del EI dentro del territorio turco. Y es, sin duda, una guerra sucia. Los métodos utilizados por el EI son propios de la Edad Media, son bárbaros. Pero la resistencia del pueblo kurdo, especialmente la de las mujeres, ha roto con el miedo que ellos quieren extender en la región. Por eso, nuestra lucha en Rojava es muy importante también en un sentido ideológico.

¿Cree que, con este conflicto, está cambiando la visión del movimiento kurdo en Occidente?

Se ha creado una nueva atmósfera y hay debate sobre la criminalización del movimiento kurdo, sobre su legitimidad. Se cuestiona si el Partido de los Trabajadores de los Kurdistán (PKK) debería salir de la lista [de la Unión Europea y Estados Unidos] de organizaciones terroristas. Muchos estados como España, por ejemplo, celebran por una parte la resistencia contra el EI y, por otra, encarcelan a la gente que se suma a esa lucha. Apoyan a la lucha militar pero, al mismo tiempo, ven que el movimiento kurdo es, política e ideológicamente, una lucha por un sistema alternativo. Con una perspectiva política más amplia, los intereses del movimiento kurdo y los de estados como España no son los mismos. Es, pues, también una lucha entre intereses a corto plazo e intereses a largo plazo. La comunidad internacional debe repensar su actitud. Además, el crecimiento de las fuerzas fundamentalistas en Oriente Medio puede verse también como uno de los resultados de la política de criminalización de las fuerzas progresistas, no sólo del movimiento kurdo.

Más información: Grupo de Investigación de Geografía y Género