La accesibilidad y el diseño para todos como base de las Smart Cities
El uso del término accesibilidad se ha vinculado principalmente a un colectivo, el de las personas usuarias de silla de ruedas, y a un entorno, el espacio construido. No obstante, la propia sociedad y la legislación han hecho evolucionar el término hacia un concepto más amplio. Así, hoy en día entendemos la accesibilidad como la condición que deben cumplir los entornos, productos y servicios para que puedan ser utilizados y/o consumidos, en condiciones de igualdad, seguridad y de la forma más autónoma posible.
La palabra accesibilidad se puede entender en relación con tres formas básicas de la actividad humana: movilidad, comunicación y comprensión. La falta de accesibilidad se puede encontrar en la inexistencia de rampas de acceso, una baja intensidad lumínica, una tipografía ilegible, una altura expositiva que no permite observar el contenido, un texto en un idioma extranjero sin traducción…
Así pues ya no se trata únicamente de un colectivo, el de las personas con discapacidad (física/movilidad, sensorial, cognitiva), sino que existe un amplio colectivo formado por personas mayores, familias, lesionados temporales, mujeres embarazadas o personas extranjeras que no entienden la lengua local, que también son beneficiarias de la aplicación de la accesibilidad. La incapacidad de la sociedad para eliminar estas barreras es sintomática de la atención desigual que reciben la personas con discapacidad y/o necesidades especiales.
El diseño es la herramienta que nos permite asegurar esa accesibilidad. Así surge el Diseño para Todos, que según la Design For All Foundation se define como:
“La intervención sobre entornos, productos y servicios, de tal manera que todas las personas, incluidas las generaciones futuras, independientemente de la edad, género, capacidad o bagaje cultural, puedan disfrutar participando en la construcción de la sociedad con igualdad de oportunidades en actividades económicas, sociales, culturales, de ocio y recreativas y pudiendo acceder, utilizar y comprender cualquier parte del entorno con tanta independencia como sea posible.”
La idea principal es la de crear espacios y servicios para todos los usuarios, y conocerlos a todos, manteniendo incluso el intercambio, siempre con el objetivo de poder llegar a transmitir el mensaje de forma efectiva. Esta es la base de la co-creación, aplicable a productos y servicios, y que en la base fundacional de una Smart City nos permite democratizar los recursos a disposición de las personas que la habitan. Porque al final, aunque se genere tecnología e innovación, una Smart City pierde su esencia sin una Smart Society.