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El sector de los cuidados a personas dependientes en sus domicilios tiene una creciente importancia social y económica en las últimas décadas en España, pero los conocimientos sobre las condiciones laborales y la salud de las trabajadoras que realizan la atención directa son todavía escasos y los ya existentes apuntan graves carencias y espacios de mejora. Visibilizar las condiciones y vulnerabilidad de las trabajadoras de ayuda a domicilio puede ayudar en el avance hacia un modelo de cuidados más justo e igualitario.

Se trata de una ocupación altamente feminizada, con escasa presencia de jóvenes y alta proporción de población extranjera. Sus condiciones de empleo son precarias por el gran número de contratos a tiempo parcial y salarios inferiores a la renta media, siendo por ello muchas de ellas trabajadoras pobres. Desarrollan su actividad en diferentes domicilios particulares teniendo que desplazarse entre ellos durante su jornada. Se carece de evaluación de las condiciones de trabajo en la mayoría de los domicilios, por lo que no están adaptados y no disponen de ayudas mecánicas adecuadas (grúas, camas con altura regulable). La formación en prevención de riesgos que reciben es escasa y no ajustada a las condiciones de su trabajo diario.

Las trabajadoras están expuestas a altas cargas de trabajo y ritmo, con poca influencia y bajas posibilidades de desarrollo profesional. Reciben poco apoyo social por parte de sus superiores y sienten que no son valoradas. No tienen autonomía para tomar decisiones en sus tareas y se ven obligadas a hacer lo que les mandan usuarios, familiares de usuarios y coordinadores de la empresa. Tampoco trabajan en equipo, por lo que manifiestan trabajar en soledad, lo cual las priva del apoyo social de sus compañeras. Además, tienen grandes dificultades para conciliar su vida personal con el trabajo. Por si fuera poco, más de la mitad de las trabajadoras han sufrido violencia verbal y en menor medida violencia sexual o física. Hay que destacar que la mayor parte de violencia y acoso sexual la sufren mujeres inmigrantes.

Los problemas de salud más frecuentes son los musculoesqueléticos, el estrés, la ansiedad y los trastornos alimentarios. Cuando van a la mutua por problemas de salud debidos al trabajo, se les prescribe tratamiento sintomático y no se exploran las causas reales del problema, asociándose sistemáticamente sus problemas de salud al hecho de ser mujer, a la edad o a sus hábitos de vida, y no a sus condiciones laborales. Como resultado, su consumo de analgésicos, antiinflamatorios, tranquilizantes y somníferos es muy elevado.

Las propias trabajadoras plantean propuestas de mejora en sus condiciones de trabajo y empleo con la municipalización (o remunicipalización) del servicio, la evaluación de riesgos en los domicilios particulares y su formación en prevención de riesgos específicos, mejorar la comunicación y coordinación del servicio, así como mejorar sus registros de accidentes y enfermedades profesionales y prestigiar e informar a la población general del trabajo que realizan.

En conclusión, las auxiliares de ayuda domiciliaria son trabajadoras esenciales por las altas demandas de asistencia de una población que envejece, pero muy vulnerables. Urge mejorar las condiciones laborales que inciden en su salud física y psicosocial, así como intervenciones que las protejan ante situaciones de violencia.