Entrevista a Betty Smocovitis, bióloga e historiadora de la ciencia
Profesora asociada en la University of Florida. Obtuvo con honores su licenciatura en Biología en el área de Concentration in the Plant Sciences en la University of Western Ontario in Biology. En 1988 completó su Doctorado en Ecología y Biología Evolutiva conjuntamente con el Programa de Historia y Filosofía de la Ciencia en la Cornell University. Desde este mismo año forma parte del departamento de Historia de la University of Florida, donde actualmente imparte clases. Sus cursos más populares tratan sobre la Historia del Pensamiento Evolutivo, la Exploración y el Imperio, la Ciencia y la Historia de la Evolución de la enfermedad infecciosa.
- Le propongo un reto, descríbame cómo era Charles Darwin en dos minutos.
- ¡¿En dos minutos?! Bueno, lo que puedo decirle es que Darwin en muchos sentidos era una persona completamente normal. Diría que era el típico personaje de la clase social privilegiada a la cual pertenecía. Pero, en otros aspectos era un hombre muy atípico, principalmente por su profunda pasión por la historia natural, es decir, él era un naturalista. Le digo esto porque a veces me he topado con gente que cree que Darwin era un biólogo, pero no es así. En esta época no existían los biólogos tal y como los conocemos hoy en día. Darwin era un naturalista con una habilidad especial para recrear en su patio trasero lo que veía en la naturaleza a través de pequeños experimentos. En cuanto a su personalidad, yo soy de las que creen que Darwin era una persona hipocondríaca, que sufría una obsesión por el orden y que padecía un desorden antisocial.
- ¿Por qué cree usted eso?
- Le voy a poner un ejemplo. Cuando Darwin se mudó de la ciudad al campo, una de las primeras cosas que hizo fue quitar el camino de entrada de su casa y luego plantar grandes árboles enfrente de su despacho. Esta reforma radical la hizo para trabajar evitanado las molestias del “mundo exterior” Pero en aquella época no había un “mundo exterior” muy agitado. Sin embargo, hay que decirlo, gracias a este aislamiento se procuró un ambiente muy productivo de trabajo. Él no quería malgastar su tiempo relacionándose, perteneciendo a la comunidad científica o siendo secretario de la Real Academia de Ciencias. Él estaba completamente incomunicado y controlando su tiempo muy cuidadosamente. ¿Cómo sabemos todo esto? Justamente por su meticulosa personalidad, ya que conservó sus registros de manera muy metódica. Además, analizando estos escritos, nos hemos damos cuenta que Darwin trabajaba entre 3 y 4 horas diarias; el resto del tiempo lo dedicaba a escribir, leer, caminar, observar la naturaleza, pasar el tiempo con su familia, jugar con sus hijos, etc. Con esta forma de gestionar su tiempo Darwin desarrolló uno de los pensamientos más sólidos del siglo XIX.
- Darwin es una de las figuras científicas más conocidas. En cambio, y a pesar de su gran aportación a la teoría evolutiva, su colega Alfred Russel Wallace es casi un desconocido ¿cómo se explica esto?
- Desde el principio de su carrera, Darwin fue un personaje muy conocido. Varias son las razones de esta popularidad, pero destaca su procedencia familiar. Gracias a su posición social, Darwin siempre estuvo muy bien relacionado lo que le aseguró un espacio en la comunidad científica. Por su parte, Wallace proviene de una familia con vaivenes económicos, no sabía ni cómo publicar, ni dónde distribuir sus obras. Hace poco que conocemos a este personaje y lo que sabemos de él es que era una persona políticamente activa y que tenía unas ideas muy controvertidas para la época, entre las que destaca su interés por el espiritismo. En Estados Unidos admiramos mucho a Wallace porque era una persona talentosa, quizás más que el mismo Darwin, a pesar de que en realidad era su “lazarillo”. Era una persona fuerte, inteligente, creativa, moderna, que supo vencer obstáculos financieros a pesar de no disponer de una educación similar a la de Darwin. Por eso es injusto decir que nadie lo recuerda. Es verdad que no lo conocemos tanto como a Darwin pero, se le conoce.
- Usted ha dicho que la expedición del Beagle no fue realmente una expedición científica. ¿Nos puede explicar eso?
- Los historiadores de la ciencia de antes escribían la historia de un hecho separando la ciencia de la política, de la sociedad, de la religión, etc. Actualmente, los historiadores de la ciencia tienden a ver cualquier hecho científico dentro del contexto en el que se desarrolla. Por ejemplo, para estudiar a Darwin tenemos que tomar en cuenta el ámbito en el que se movía, las corrientes políticas de la época, los movimientos ideológicos y religiosos presentes, etc. En este sentido, la romántica visión del viaje del Beagle como una “gran expedición científica” nace de la primera forma de hacer historia de la ciencia. En cambio, con la nueva perspectiva histórica tenemos en cuenta, por ejemplo, que en la expedición del Beagle iban cargados de cronómetros, instrumentos para tomar medidas de longitud e instrumentos para cartografiar la costa. ¿Pero por qué necesitaban tanto los mapas? Los mapas no sólo te indican donde estás, sino que también te muestran lugares estratégicos, tanto para uso militar como para saber dónde están los recursos naturales. Esta es una información muy importante ya que nos indica que la ciencia está directamente vinculada con los intereses del imperialismo De aquí que yo diga que el viaje del Beagle no fuera una expedición meramente científica.
- ¿Cree que la teoría de la evolución fue creada a partir de la influencia que tuvo en Darwin el imperialismo británico?
- No, no es tan sencillo como eso. Pero sí diría que no se puede entender la teoría de la evolución fuera del contexto en la que fue creada, o sea, durante el apogeo del Imperio Británico. ¿De qué otra manera iban hacer sus aportaciones los teóricos de la evolución del siglo XIX? Todos ellos formaron parte de alguna expedición militar ya sea como médicos, naturalistas, etc. Es decir, la situación política en la que vivían fue determinante para el desarrollo de sus aportaciones científicas.
- Volviendo a nuestros días, ¿Cómo explica usted que el Creacionismo y/o el Diseño Inteligente tengan una mayor acogida social en los Estados Unidos que en Europa?
- Para contestar a su pregunta deberíamos analizar detenidamente el tejido de la cultura norteamericana, un tema que nos tomaría mucho tiempo. Pero, puedo contarle al respecto un caso basado en mi propia experiencia. He dado clases tanto en Atenas como en Florida, dos experiencias de enseñanza un tanto diferentes. Por un lado, en Grecia, no existe una separación entre el estado y la iglesia. Es más, hay una estatua de la virgen María en cada aula de la universidad. Sin embargo, nadie tienen ninguna objeción sobre lo que enseño. En cambio, en Estados Unidos, debo tener más cuidado con lo que digo, ya que entre un 20% y un 30% de los estudiantes pueden sentirse incómodos con lo que enseño, como es el caso del darwinismo. Es una situación irónica, ya que se supone que en los Estados Unidos la iglesia y el estado están separados. Pero, lo que pasa es que, a pesar de que el movimiento fundamentalista es una minoría, es un movimiento muy poderoso y se hace oír. Esta realidad la vemos plasmada en las pautas de investigación que la actual administración norteamericana ha establecido.
Entrevista: Pablo Gallegos Riera y Lucas Santos
Fotos: Juan Carlos Romero