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Cada vez hay más evidencia científica sobre la relación positiva entre el acceso a la naturaleza urbana y el bienestar infantil, incluidos los beneficios relacionados con la salud mental y física. Por ejemplo, la exposición de los niños a espacios verdes urbanos se ha asociado con mejoras de los síntomas del trastorno por déficit de atención / hiperactividad (TDAH). También hay pruebas sobre el impacto positivo de la naturaleza urbana en el desarrollo conductual y cognitivo de los niños, así como por lo que hace a su bienestar emocional general.

Aun así, también hay una evidencia creciente que los niños pasan menos tiempo en entornos naturales que las generaciones anteriores, especialmente aquellos que viven en barrios más desfavorecidos socialmente. La pandemia de la COVID-19 ha agraviado estos problemas. Hasta ahora, la mayoría de estudios que analizan la exposición o el acceso (desigual) de los niños a los espacios verdes y azules urbanos se centran en una óptica residencial, mientras que todavía hay pocos trabajos que apliquen una perspectiva basada en la escuela, la cual también es una parte esencial de la experiencia cotidiana de los niños.

En este estudio llevamos a cabo un análisis espacial de la cantidad y los componentes principales de la naturaleza urbana dentro y alrededor de un total de 324 escuelas de la ciudad de Barcelona, y examinamos sus patrones de distribución desde una perspectiva de equidad. Mediante un enfoque multi-método basado en sistemas de información geográfica (SIG), análisis de correlación y de clústeres, y una encuesta en línea en las escuelas, el análisis identificó patrones de desigualdad según tres dimensiones principales: composición sociodemográfica (a nivel de barrio); tipo de escuela (pública, concertada y privada); y la frecuencia de las actividades educativas al aire libre organizadas por las escuelas.

Los resultados de nuestro estudio muestran que las escuelas situadas en los barrios más ricos de Barcelona tienen, en general, patios escolares más verdes, por ejemplo en términos de cobertura arbórea. En cambio, las escuelas de los barrios más desfavorecidos suelen tener menos vegetación interior, a pesar de que en general tienen acceso a más parques y zonas infantiles próximas. El estudio también revela que las escuelas privadas tienen claramente los patios más verdes (a pesar de que el estudio solo incluye 9), mientras que las escuelas públicas (163 analizadas) son generalmente más verdes que las escuelas concertadas (152 analizadas). Finalmente, la investigación también encontró que las escuelas más verdes suelen organizar actividades al aire libre basadas en la naturaleza con más frecuencia que las escuelas menos verdes, cosa que sugiere una potencial exacerbación de las desigualdades ambientales entre los niños de Barcelona.

A la luz de estos resultados, creemos que se tendrían que considerar múltiples indicadores de la naturaleza urbana y diferentes dimensiones de equidad social a la hora de implementar programas de naturalización de entornos escolares y de actividades educativas al aire libre. Teniendo en cuenta que los espacios urbanos exteriores se han convertido en espacios todavía más importantes para el bienestar de los niños durante la pandemia, las ciudades tendrían que proporcionar un entorno lúdico y de aprendizaje más seguro y dinámico dentro y alrededor de las escuelas, con especial atención para combatir las desigualdades ambientales existentes.

*El estudio ha sido publicado en la revista científica “Landscape and Urban Planning”