Crece la inestabilidad en las trayectorias laborables
A pesar de la destrucción de empleo temporal que la crisis económica está causando en todo el Estado Español, la tasa de temporalidad tanto en Cataluña como en el conjunto del Estado es de las más altas de toda Europa (18,6% y 23,8%, respectivamente, según los datos del primer trimestre de 2012 de la Encuesta de Población Activa). Sin embargo, el fenómeno de la temporalidad ha sido muy poco estudiado desde el punto de vista longitudinal, hasta el punto que es muy difícil determinar en qué medida existen trayectorias laborales en que la temporalidad es una característica permanente. Tampoco se conoce si estos contratos temporales se combinan a lo largo del tiempo con situaciones de desempleo o inactividad, o si por el contrario, suponen un estadio hacia una situación laboral más estable. Finalmente, también se ignora si las trayectorias más precarias se concentran en unos determinados perfiles sociales o si en los últimos años se han generalizado a toda la población. Todas estas cuestiones se abordaron en un estudio que tomó como período de referencia los años 2001 a 2006. Este período corresponde a los años previos a la actual crisis económica, en que se han profundizado las reformas flexibilizadoras del periodo anterior.
El Estado español se caracteriza por la falta de buenas bases de datos laborales de carácter longitudinal. Para nuestro análisis se utilizó el Panel de Desigualdades de la Fundación Jaume Bofill (PaD). En la explotación de estos datos se seleccionaron todas aquellas personas de la muestra que habían tenido algún tipo de actividad laboral entre los años 2001 y 2006, y se trabajaron todas las variables vinculadas a la actividad laboral y formativa, así como todas las que permitían identificar el perfil socio-económico de los casos. El PaD hace referencia sólo a la población catalana, pero los resultados obtenidos se pueden extrapolar al resto del Estado en la medida en que el marco regulador del mercado laboral es el mismo y las dinámicas de ocupación han seguido pautas muy similares. De hecho, como se ha señalado, no se buscaba tanto establecer un "recuento" como ver la influencia de la contratación temporal sobre las trayectorias y caracterizar los perfiles más afectados. Los datos provenientes del PaD se trabajaron con todo un conjunto de técnicas de análisis multivariable que permitieron clasificar los diferentes tipos de trayectoria, así como identificar las variables que tenían un efecto causal.
Los resultados del análisis muestran que, efectivamente, existen trabajadores y trabajadoras que más allá de los primeros años de inserción laboral han experimentado a lo largo de su trayectoria laboral situaciones permanentes de precariedad. De hecho, el análisis de los datos permite establecer cinco tipos principales de trayectorias, dos de las cuales son notoriamente discontinuas. Las dos trayectorias que más claramente se caracterizan por la discontinuidad -que denominamos de discontinuidad femenina y de precariedad- son aquellas en las que se combinan periodos de contratación temporal y de inactividad (sobre todo en la trayectoria de discontinuidad femenina) o de contratación temporal y desempleo (sobre todo en la de precariedad). También se identificó un tipo de trayectoria caracterizada fundamentalmente por el encadenamiento de contratos temporales -a esta trayectoria se le dio el nombre de temporalidad crónica. Finalmente, las trayectorias que recogían aquellos casos en que la contratación temporal tenía poca incidencia, se llamaron trayectoria lineal y trayectoria profesional. La diferencia principal entre estas dos últimas trayectorias es que la segunda recogía los casos en que se daba progresión profesional, mientras que en la primera este hecho no se daba.
En cuanto a los perfiles sociales de las personas que experimentan las trayectorias más discontinuas, los resultados muestran una presencia muy importante de mujeres tanto en las trayectorias de discontinuidad femenina como en las de precariedad. En el primer tipo de trayectoria se encuentran sobre todo mujeres de más de 55 años y en la segunda mujeres de menos de 39 años. El análisis causal realizada confirma (con matices) la asociación de estas trayectorias a la variable género. Este mismo análisis causal muestra también el papel de la edad como factor determinante de las trayectorias más discontinuas, ya que cuanto más joven más probabilidad de haber experimentado una trayectoria discontinua se tiene. La tercera variable explicativa relevante es el nivel de formación, que es bajo en las personas que tienen las trayectorias más precarias. No obstante, aquellas personas jóvenes con estudios superiores también experimentan trayectorias sin contratación estable, muestra de ello es la trayectoria que se ha designado con el nombre de temporalidad crónica.
Los datos analizados no permiten afirmar categóricamente que nos encontramos ante una ruptura de tipo generacional. Pero sí se puede afirmar que las trayectorias discontinuas se van extendiendo más allá de las mujeres con escasa formación, y que para aquellas personas hasta 40 años, afectan tanto a hombres como mujeres, independientemente de su nivel de formación. Cuando se disponga de series estadísticas más largas se podrá confirmar si estas personas nacidas a partir de los años 70 han logrado desarrollar trayectorias más estables o si, como hace sospechar el contexto económico actual, se ha producido un punto de no retorno para una buena parte de la población trabajadora.
Referencias
“La inestabilidad del empleo en las trayectorias laborales. Un análisis cuantitativo” Joan Miquel Verd; Martí López-Andreu, Revista Española de Investigaciones Sociológicas, Núm. 138, pp. 135-148. Abril-Junio 2012. ISSN: 0210-5233