Claros y oscuros en las prácticas ecológicas de la Barcelona de los JJOO
Los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992 fueron un punto de inflexión para la capital catalana por sus legados tangibles e intangibles, comenzando por su transformación urbanística y la evolución económica posterior. Estos logros responden a la gobernanza de este evento deportivo, es decir, a unas autoridades municipales que planificaron y dirigieron su organización. Esos objetivos de legado surgieron en un contexto histórico determinado, destacando la expansión del pensamiento ecológico en el mundo occidental durante la segunda mitad del siglo XX; su implantación más tardía en Catalunya y en el resto del ámbito estatal, y la entrada de España en la Comunidad Europea en 1986 con la consecuente adopción de políticas medioambientales comunitarias.
El artículo que hemos publicado se centra en examinar y explicar cómo el pensamiento ecológico, entendido a través de tres ámbitos (sostenibilidad, salubridad medioambiental y comunicación ecológica) se construyó y desarrolló en el marco de Barcelona’92. Si bien no existió un plan unificado y coherente de políticas ecologistas durante los años de preparación de Barcelona’92, el ambicioso proyecto urbanístico de regeneración de la costa y el fomento de jardines y parques indican que sí hubo una plasmación, aunque parcial, de prácticas ecológicas. Existía una visión implícita de sostenibilidad socio-económica que las administraciones políticas guiaban en proyectos de instalaciones rentables y sostenibles. Además, la construcción de la Vila Olímpica en una zona degradada, la accesibilidad a las playas, la recuperación del lago de Banyoles y el incremento de áreas ajardinadas evidencian la presencia también de una idea de sostenibilidad medioambiental. No obstante, hubo omisiones significativas, como la falta de un plan de reciclaje.
Más allá de esa estrategia a largo plazo con diferentes iniciativas destinadas a mejorar las condiciones del ecosistema urbano y a la población que lo habitaba, el artículo resalta el objetivo más inminente de celebrar los Juegos. Cada administración miembro del comité organizador, destacando la municipal, poseía diferentes competencias entre las cuales se repartía la aplicación de planes de salubridad medioambiental como parte de la fase de operación del evento olímpico. Procurar que deportistas y espectadores no respirasen un aire perjudicial o que no hubiese peligro de, por ejemplo, caer a un agua sucia durante las competiciones de vela era una prioridad. Ello llevó a la aplicación de medidas como el control de la contaminación de niveles de partículas contaminantes del mar y el aire, más la prohibición de fumar dentro de las instalaciones deportivas bajo techo.
Por último, los organizadores de Barcelona’92 habían primado la imagen de una ciudad moderna y capaz de celebrar un evento de la dimensión de los Juegos. Dentro de estos propósitos de comunicación, también se investiga si se quería transmitir algún tipo de comunicación respecto a las posibles medidas realizadas. No ocurrió exactamente así debido a la ausencia de un plan medioambiental coherente, pero la Cumbre de la Tierra de la ONU celebrada en Brasil pocas semanas antes impulsó unas pocas iniciativas de comunicación verde. Entre ellas, la exposición temporal Estimada Terra con el apoyo de UNESCO o la instalación en la Vila Olímpica de un mural de firmas para respaldar la Cumbre de la Tierra.
Universitat Autònoma de Barcelona
Referencias
Alberto Aragón-Pérez. "The Influence of the 1992 Earth Summit on the 1992 Olympic Games in Barcelona: Awakening of the Olympic Environmental Dimension". The International Journal of the History of Sport. Volume 36, 2019 - Issue 2-3: Special Issue: New Dimensions of Sport in Modern Europe: Perspectives from the ‘Long Twentieth Century’. https://doi.org/10.1080/09523367.2019.1626830