Ciencia en la televisión: un diálogo entre la teoría y la práctica
Ciencia en la televisión suena como una contradicción. Cómo puede un medio que busca estímulos visuales atractivos y una "buena historia" representar una práctica altamente compleja, esotérica, lenta y tachada de seca? Dónde están la acción y la emoción en una hilera de tubos de ensayo o en una ecuación incomprensible? Para los académicos que estudiamos la ciencia y la historia de la ciencia se trata de una tensión intrigante. Por eso organizamos una Escuela Internacional de Primavera sobre "La ciencia en la televisión" en 2013, en Menorca. Los artículos que surgieron del encuentro acaban de ser publicados en un número especial de la revista Actes d'Història de la Ciència i de la Tècnica (en inglés). Para analizar esta tensión desde todos los ángulos posibles invitamos tanto a académicos como a profesionales de la televisión. En resumen: la teoría se encontraba con la práctica.
José Comelles y Serena Brigidi (Universitat Rovira i Virgili, Tarragona) exploraron el papel de las series televisivas de ficción ambientadas en hospitales, como ER (Urgencias) o Anatomía de Grey. El productor británico David Dugan (Windfall Films) insistió en que encontrar la narrativa adecuada es crucial para los documentales científicos. Tim Boon (Science Museum London) analizó las primeras series de televisión documentales de la BBC, de los años 1950s y 1960s, poniendo la atención en cómo se crea y se transmite la autoridad científica. El productor español Joan Úbeda (MediaPro) exploró los obstáculos que los documentalistas deben superar para comunicar ciencia a través de la televisión. Markus Lehmkuhl (Free University Berlin) analizó la interacción entre la oferta y la demanda de la ciencia en la televisión en diez países europeos diferentes. Ana Montserrat (Televisión Española) explicó las estrategias y reglas que definen la televisión, la "lógica" del medio.
Si nos fijamos en la historia de la popularización de la ciencia desde las primeras conferencias públicas sobre Newtonianismo a principios del siglo XVIII, la "ciencia en la televisión" parece representar el choque final entre la instrucción bien intencionada y el mero espectáculo. Pasan los siglos y la crítica básica sigue siendo la misma: el disfrute superficial de los sentidos triunfa sobre las sutilezas de la ciencia. La televisión es buena para motivarnos, emocionarnos, hacernos reír; en resumen: entretenernos. Por lo tanto, un medio visual como la televisión puede ser la manera menos adecuada de comunicar la ciencia. Simplificación, banalización e, incluso, distorsión son las acusaciones que caen periódicamente sobre la ciencia en la pantalla.
Pero hay que ser prudentes: este punto de vista sobre la divulgación científica considera la comunicación como un proceso en un solo sentido y de arriba abajo. Supone (y simultáneamente legitima) la autoridad de una minoría de expertos, así como la recepción y la aceptación necesariamente pasivas de su conocimiento por parte del público general, supuestamente ignorante. Sin embargo, como los profesionales de la televisión y los historiadores de la ciencia saben, las audiencias son diversas y cada espectador se apropia de un documental de naturaleza o de reportaje científico a su manera, según su idiosincrasia, determinada por su visión del mundo, sus predilecciones y sus preocupaciones. Al mismo tiempo, productores como David Dugan advierten de una creciente sensibilización por parte de los científicos de la necesidad de involucrar al público de una manera entretenida e informativa. Esta disposición de los científicos a cooperar con los medios de comunicación, o incluso a acercárseles activamente, se ha descrito como la "mediatización" de la ciencia por los sociólogos de la ciencia.
La discusión en la Escuela de Primavera y la posterior publicación han mostrado claramente que ni los profesionales son "ciegos" a la teoría (o ignorantes de las dimensiones históricas de su oficio), ni los académicos desconocen las condiciones concretas (limitaciones de tiempo y dinero, las demandas de la audiencia, etc.) bajo las cuales se producen los programas de ciencia. Nuestros autores se muestran altamente reflexivos sobre su propio trabajo y el papel que juegan en esta dinámica compleja. En otras palabras: la teoría y la práctica no chocan. Pero hasta qué punto realmente se "encuentran"?
Como hemos visto a raíz de la Escuela, los profesionales tienen su propio tipo de teoría que llaman recetas o herramientas. Estos instrumentos son cruciales para convertir contenido científico en un formato televisivo. Un programa de ciencia necesita ritmo, explicaciones claras basadas en metáforas y analogías visuales, así como una narrativa apasionante. Las imágenes potentes son de una importancia capital. Cuanto más cercano sea el tema a la vida cotidiana de la audiencia, a sus experiencias, pero también a sus preocupaciones, mejor. Presentar a los científicos como seres humanos, es decir, con pasiones e incluso errores, ayuda al espectador a identificarse con ellos. Y si, como productor, pretendes lanzar un programa de ciencia por un canal de televisión, mejor que evites la palabra "ciencia" y hables de "aventura", "pasión" y los "secretos de la vida"!
¿Cuáles son las principales lecciones que podemos extraer de nuestro encuentro con los profesionales? En resumen: la ciencia en la televisión es sólo televisión. Debe obedecer exactamente las mismas reglas que cualquier otro tipo de contenido. Todo gira alrededor de cifras y valoraciones. Para decirlo de otro modo: la forma (el medio) noquea al contenido. Los académicos también lo saben. Lehmkuhl sostiene que el "edutenimiento", entre educación y entretenimiento (en oposición a las formas más tradicionales de divulgación científica), tiene el mayor potencial en la televisión europea ya que puede adaptarse fácilmente a géneros de televisión bien establecidos como el family show, el concurso y hasta el reality, independientemente del contenido científico.
Podemos los académicos aprender algo de los profesionales? Ciertamente: si queremos llegar a nuestro público necesitamos contar una buena historia. También debemos aprender a usar mucho más, en nuestra cultura de palabras y argumentos, el enorme potencial de las imágenes, gravemente infrautilizado. La diversidad de experiencias y puntos de vista en el dossier sobre "La ciencia en la televisión", publicado a raíz de la Escuela, muestra la clara intención de continuar el diálogo entre "la teoría y la práctica". Los académicos debemos pensar en las estrategias narrativas de nuestra propia actividad para fomentar un diálogo enriquecedor con los profesionales de los medios de comunicación y sus producciones. Porque, sin duda, existe un espacio de encuentro.
Centro de Historia de la Ciencia (CEHIC) de la UAB
Oliver Hochadel
Institución Milà i Fontanals (CSIC)
Carlos Tabernero
Centro de Historia de la Ciencia(CEHIC) de la UAB
Referencias
Florensa, C., Hochadel, O., & Tabernero, C. (eds). (2014). Special issue on Science on Television. Actes d’Història de la Ciència i de la Tècnica (Nova Època), 7, 9-140.