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21/12/2017

“Necesitamos las humanidades ambientales porque necesitamos nuevas narrativas para entender el presente e imaginar futuros alternativos”

entrevista armiero
Marco Armiero, director del Environmental Humanities Laboratory del KTH Royal Institute of Technology en Estocolm, participó en un workshop internacional celebrado en el Centro de Historia de la Ciencia (CEHIC) de la UAB, titulado “At the intersection of disciplines: History of Science and Environmental History”. Cuestiones com la historia ambiental, la relación entre naturaleza y nación y entre naturaleza y fascismo, la crisis de los residuos en la Campania, las migraciones o las emergentes humanidades ambientales son algunos de los temas de los que habla en esta entrevista.

Marco Armiero es el director del Environmental Humanities Laboratory del KTH Royal Institute of Technology en Estocolm. Licenciado en Humanidades por la Università di Napoli, obtuvo el doctorado en Historia Económica en la Università degli Studi di Bari. Ha realitzado estancias post-doctorales y ha sido investigador visitante en la University of Kansas, la Brown University, la Yale University, la University of California at Berkeley, l’Standford University, la UAB y el Centro de Estudos Sociais – Universidade de Coimbra.
 
Sus principales temas de investigación han sido la historia de los conflictos ambientales por los derechos de propiedad y el acceso a los recursos comunales (bosques y mar), la politización de la naturaleza y el paisaje en la construcción de la nación italiana y los efectos ambientales de las migraciones en masa. Es autor, coautor y editor de numerosos artículos, monográficos, libros y capítulos de libros, entre los cuales podemos destacar Storia dell’ambiente. Una introduzione (2004, coautora Stefania Barca), A Rugged Nation. Mountains and the Making of Modern Italy, 1860-2000 (2011), The Last Days of Naples. Towards a Political Ecology of Garbage in Campania, Italy (bajo contrato, coautor Giacomo d’Alisa), Environmental History of Modern Migrations (bajo contrato, coeditor Richard Tucker), Teresa e le altre. Storie di donne nella Campania dei rifiuti (2014), Views from the South. Environmental Stories from the Mediterranean World (19th-20th cent.) (2006).

1.- El pasado mes de junio participó en un workshop internacional celebrado en el CEHIC de la UAB, titulado “At the intersection of disciplines: History of Science and Environmental History”. ¿Qué es y qué preguntas quiere responder la historia ambiental?
El workshop que se hizo en el CEHIC fue extremadamente inspirador y oportuno. Vivimos en tiempos de post-verdades, cuando la ciencia es cuestionada, especialmente para evitar cualquier medida para afrontar el cambio climático. Desde fundamentalistas religiosos hasta los “mercaderes de dudas” -utilizando la preciosa expresión propuesta por Oreskes y Conway-, hay una creciente cohorte de gente preparada para negar cualquier verdad científica que pueda cuestionar sus convicciones y, aún más, su monedero. Hoy, los historiadores de la ciencia, los historiadores ambientales, los académicos en STS (Science and Technology Studies) tienen un importante papel por jugar. Según algunos, tenemos que confiar en los descubrimientos de los científicos, y quizá trabajar como traductores de los complejos argumentos científicos a un lenguaje acesible al público general. En efecto, como académicos de humanidades, sabemos cómo escribir de una manera entendedora. Sin embargo, no estoy convencido de este enfoque. Aún creo que como académicos podemos estudiar de manera crítica cómo se construye la ciencia y la verdad científica sin contribuir al rechazo de ninguna de ellas. Después de todo, sin este tipo de trabajo, no podríamos hablar hoy en día de “mercaderes de dudas”. Para mí, nuestro workshop en el CEHIC fue precisamente en esta dirección. Contra la negación del cambio climático y el régimen de post-verdades necesitamos más, y no menos, pensamiento crítico. Dentro de esta investigación, y me atrevo a decir agenda política, la historia ambiental tiene mucha cosa para ofrecer. Los historiadores ambientales ofrecemos la comprensión crítica necesaria para historiar, o podemos decir desnaturalizar, lo que llamamos “medio ambiente”. A menudo, la disciplina ha sido definida como el estudio de las relaciones entre sociedades y el medio ambiente a lo largo del tiempo. Es una definición conmovedora, con el mérito de la claridad, quizá simplicidad, pero se arriesga a reforzar la dicotomía entre naturaleza y sociedad, cultura y medio ambiente. En cambio, tengo la sensación de que necesitamos ver que los dos polos están entrelazados, inextricablemente mezclados: el capitalismo entra dentro de los cuerpos de humanos y no humanos, en la composición de la atmósfera, en los estratos de la Tierra.
Por esta razón, recientemene he propuesto definir la historia ambiental como el estudio de las formaciones socioecológicas desde una perspectiva histórica (Armiero 2017). Me doy cuenta de que hablar de “formaciones socioecológicas” suena extremadamente académico, jerga típica de las ciencias sociales, pero no he podido encontrar una expresión mejor para comunicar el mensaje de que el objeto de la historia ambiental es la formación híbrida de las sociedades humanas y el medio ambiente. Además, la hibridación no es una cuestión de jerga académica, sino que es la verdadera esencia de nuestro mundo, la materia de la que está hecho.
 
2.- En 2004 publicó, conjuntamente con Stefania Barca, el libro La storia dell’ambiente. Una introduzione. ¿Qué cambiaría o añadiría si hiciera una revisión ahora?
El libro fue planificado como una introducción a la disciplina para estudiantes universitarios italianos. Querría decir que el proyecto funcionó bastante bien, dado que el volumen fue adoptado como libro de texto en bastantes y diversos cursos universitarios, desde geografía a historia, desde política ambiental a ecología. En trece años la disciplina se ha desarrollado y expandido y sería difícil diseñar un libro como este hoy en día. En un sentido, creo que el libro encara puede funcionar hoy, si consideramos que básicamente nos basamos en lo que podríamos considerar los clásicos de la disciplina, volúmenes y trabajos académicos que todos los estudiantes de historia ambiental deberían conocer. Si pudiera hacer algunas revisiones, me gustaría reconsiderar su enfoque, demasiado anglosajón / del Norte Global, con el objetivo de incluir, por ejemplo, más estudios de América Latina o de la India. Otro aspecto complicado en un volumen como este fue, y aún lo es, las relaciones con campos relacionados. En una soñada revisión del volumen, me gustaría incluir una sección sobre historia más allá de la ambiental, y así reflejar, precisamente tal como hicimos en el workshop del CEHIC, la fertilización cruzada entre diversas disciplinas. En particular, hoy me gustaría insistir en la emergencia de arenas post-disciplinarias como la ecología política y las humanidades ambientales como una oportunidad para ir más allá de las disciplinas y de sus intrínsecas limitaciones a la hora de entender la crisis socioecológica actual. Finalmente, me gustaría incluir algunos apéndices prácticos con el objetivo de guiar a estudiantes y profesores en el diseño de un proyecto de historia ambiental o una intervención en historia ambiental pública.
 
3.- Unos años más tarde publicó A Rugged Nation. Mountains and the Making of Modern Italy, 1860-2000, que comenzaba explicando la incomprensión que generaba en todo el mundo el hecho de que hablara sobre las montañas italianas. En cambio, usted sostiene que fueron muy importantes en la creación de la Italia moderna. ¿Por qué?
Sí, en la introducción describía la sorpresa con la que me encontraba cuando había intentado explicar el objeto de mi libro. En el imaginario global, Italia no es un país de montañas. Es más fácil hablar de comida, la mafia o quizá de ciudades históricas. En el libro, sin embargo, he intentado demostrar que las montañas fueron relevantes en la construcción de la identidad nacional, mediante el análisis de los procesos de apropiación de lugares y gente, el contraste entre lo local y lo nacional, la materialización de un discurso nacionalista -incluso racista- en una celebración de montañeses, que, no obstante, no les ahorra la represión y la subyugación forzada a los intereses superiores de la nación. Sin embargo, he intentado resistir la idea de que mi libro sea un libro sobre montañas. Evidentemente, es un libro sobre los Alpes y los Apeninos, pero también es un libro sobre lobos, bosques, guardas forestales fascistas, corporaciones hidroeléctricas, turistes y rebeldes. He intentado explicar que este libro es, de hecho, un experimento en historia ambiental. Las montañas son una ventana, una oportunidad para ver cómo la historia de un país, Italia en mi caso, se ve a través de las lentes de la historia ambiental. En A Rugged Nation he querido cuestionar la idea común de que la historia ambiental es, o debería ser, sobre “el medio ambiente”; tal como he dicho antes, naturaleza y cultura, historia y paisaje están combinados. En este sentido, el libro es sobre las montañas tanto como sobre la construcción de un estado nacional, la Gran Guerra, el capitalismo, etc.
 
4.- En el libro también trata dos temas que resultan muy interesantes en nuestro país, la relación entre naturaleza y nación y entre naturaleza y fascismo. ¿Qué nos podría decir sobre ello?
De hecho, naturaleza y nación es uno de los hilos de A Rugged Nation, y quizá de toda mi carrera académica. En la introducción a un monográfico especial dedicado precisamente a este tema, Wilko Graf von Hardenberg y yo hemos intentado reflexionar sobre la cuestión de la dialéctica nación/naturaleza en la historia ambiental. En este fragmengo, escribimos:
“El punto no es intentar comprimir la naturaleza dentro de las fronteras nacionales, sino explorar cómo la nación y la naturaleza se han combinado históricamente, produciendo híbridos naturales/políticos. Podríamos decir que al contrario de un modelo de muñeca rusa -con un patrón jerárquico de piezas más grandes y más pequeñas- nosotros visualizamos un mosaico en el que las baldosas del camino están colocadas juntas y pueden ofrecer diversos productos finales. La naturaleza no está contenida en la nación ni la nación es un hecho natural; las interacciones dialécticas entre ellas es lo que proponemos investigar” (Armiero & von Hardenberg 2014).
El régimen fascista, con su aparato totalitario y represivo, fue especialmente activo en la construcción de una naturaleza nacional y, por defecto, fascista. Sería demasiado largo profundizar aquí sobre la historiografía sobre la Alemania nazi y el debate sobre su presunta componente verde. Mi perspectiva es bastante diferente de esta. No estoy interesado en medir cuán “verdes” eran los fascistas italianos, porque no estoy convencido de que haya un objeto metahistórico llamado “ser verde”. En cambio, estoy interesado en las relaciones entre el proyecto político fascista y su construcción de formaciones socioecológicas específicas. Plantar árboles -y sabemos que el régimen fascista era un apasionado de los proyectos de reforestación- no quiere decir ser verde, pero produce una socioecologías específicas en las que los intereses hidroeléctricos, las especies exóticas, los guardas forestales y la población local, el agua y el suelo interactúan tanto a un nivel material como a un nivel retórico. Y nada mejor que un régimen fascista puede demostrar en qué medida los discursos son siempre performativos. Permíteme tan sólo concluir este tema diciendo que necesitamos más investigación sobre la historia ambiental de los regímenes fascistas; recientemente se ha producido alguna (Gorostiza, Saraiva), pero aún hay mucho trabajo por hacer.
 
5.- Uno de los conflictos que ha tenido más eco mediático ha sido la (no) gestión de los residuos en la región italiana de la Campania. ¿Cuál ha sido su aproximación a la hora de hacer investigación sobre este tema?
En 2009 estaba en Nápoles con Donald Worster, uno de los padres fundadores de la historia ambiental y mi mentor desde 1999, impartiendo un curso intensivo para estudiantes de doctorado. La conferencia de Woster fue difícil de seguir por parte de los estudiantes debido a una manifestación masiva y evidentemente ruidosa que pasaba por la calle justo afuera de la universidad. La gente de la calle estaba protestando contra el plan gubernamental para abordar la llamada crisis de los residuios de la región. Mientras yo estaba intentando cerrar la ventana y aislar la sala, Woster, en cambio, propuso abrir las ventanas de par en par y escuchar lo que estaba sucediendo fuera de nuestra clase. Tal como dijo, la historia ambiental nació precisamente con el objetivo de mirar el mundo más allá de nuestros muros académicos y tratar de mejorarlo. Como siempre, me tomé las palabras de Don muy en serio y preparé una solicitud de beca de la Unión Europea para investigar la crisis de los residuos en la región napolitana. El título de mi proyecto fue Landscapes of Resistance. The struggles over waste and incinerators in Campania, Italy (Paisajes de Resistencia. Las luchas sobre los residuos y las incineradoras en la Campania, Italia), y mi objetivo era sacar a la luz cómo estas luchas habían producido nuevas comunidades y nuevo conocimiento. La mía era una aproximación desde la ecología política y quería explorar las categorías de la injusticia ambiental, el racismo ambiental y la ciencia de la calle en el contexto europeo (estas categorías se habían creado y probado sobre todo en los EE. UU. y parcialmente en el Sur Global). Era perfectamente consciente de que, por el hecho de ser un historiador, me faltaban muchas de las metodologías y teorías necesarias para abordar estos temas, así que planeé mi proyecto como una mezcla de investigación y formación, y escogí como institución anfitriona el Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales (ICTA) en la UAB, donde Joan Martínez-Alier había reunido a uno de los grupos que trabajaban en ecología política más avanzados y creativos. Obtuve la beca, por una vez, y esperaba me convertiría en un híbrido entre historiador ambiental y ecólogo político. Creo que mi trabajo sobre la crisis de los residuos en Nápoles ha sido bastante influente y ha cambiado el discurso, al menos entre activistas y organizaciones de base, desde una cuestión de corrupción e ineficiencia a otra de zonas de injusticia ambiental y sacrificio.
 
6.- Entre sus temas de investigación está la relación entre las migraciones, un tema plenamente actual, y el medio ambiente.
En efecto, acabo de editar un volumen, juntamente con Richard Tucker, sobre la historia ambiental de las migraciones modernas (Routledge 2017). El volumen ofrece una perspectiva amplia sobre la historia de las migraciones a través de los siglos XIX y XX y ofrece una oportunidad para reflexionar sobre las transformaciones y los desarrollos ecológicos globales que han sucedido durante estos últimos siglos. Como muy bien has dicho, estamos en medio de una crisis migratoria masiva. Por todas partes las naciones ricas están tratando de aislarse de las olas de gente desesperada que huyen de guerras, pobreza, persecuciones y cambios ambientales perturbadores. “Un muro nos salvará”; este es el mantra simple repetido por los profesionales del miedo, los jardineros de las nuevas y perniciosas plantaciones de odio. Xenofobia, racismo y nacionalismo están ganando terreno, alimentados por una narrativa tóxica que redirige los conflictos de clase hacia “fuera”. De acuerdo con esta narrativa, si en el Norte Global la clase trabajadora se empobrece, es por culpa de los inmigrantes y no por la desigual distribución de la riqueza, el ataque contra los derechos de los trabajadores y el deterioro neoliberal del estado del bienestar. Cuando llegan malos tiempos, tener “otro” a quien culpar ha sido siempre un recurso conveniente para preservar los privilegios de unos pocos. Al proponer una historia ambiental de las migraciones, hay algo más que un nuevo tema para nuestra agenda de investigación. Me atrevería a decir que hay una ambición de volver atrás hacia la aspiración política que caracterizaba a la historia ambiental del principio, cuando fue criticada por su tensión hacia la defensa de causas, por su ambición de cambiar el mundo. De hecho, creo que no hay nada de malo en la propuesta de una agenda de investigación que desee contribuir a un proyecto colectivo emancipador y progresista. En este volumen, indicamos tres tipos de aproximaciones a la historia ambiental de las migraciones: el estilo asertivo, que pretende revelar la contribución de las comunidades inmigrantes en la construcción del entorno al que llegan; el estilo constructivista, que explora de qué manera los inmigrantes entienden e interpretan el nuevo entorno; y finalmente, el estilo personificador, el cual, al poner el cuerpo de los inmigrantes en el centro, deja claro que no hay separación entre naturaleza y cultura, sociedad y medio ambiente. Me gustaría añadir unos pocos puntos que considero cruciales en mi aproximación a la historia ambiental de las migraciones.
Primero de todo, una historia ambiental de las migraciones debe eliminar cualquier tentación de determinismo ambiental. El medio ambiente no puede separarse de la sociedad. Numerosos casos históricos demuestran claramente que la gente se mueve por una red compleja e interrelacionada de causas (pensad por ejemplo en los refugiados del Dust Bowl, que escaparon de la sequía y de la arena tanto como de los bancos y las deudas). A menudo, poner el foco en el “medio ambiente” es una estrategia deliberada para evitar abordar los problemas sociales: Angus Wright da un muy buen ejemplo de ello en nuestro volumen, cuando explica que en Brasil es más fácil pensar en cambiar el clima local en el noreste que su economía de plantaciones. Evitar el determinismo ambiental también implica mirar las relaciones entre inmigrantes y el medio ambiente en un sentido más metabólico/dialéctico. En el cuento usual de los pioneros, los recién llegados se mueven hacia un nuevo medio ambiente, generalmente “virgen” o “silvestre”, y lo domestican. En cambio, creo que es mucho más productivo ver este medio ambiente no como algo “natural” sino como una formación socioecológica hecha, sólo para ejemplificar, de suelo y derechos de propiedad, de estratificación racial e hidrografía. En este sentido, más que explorar cómo los inmigrantes domesticaron o modelaron el medio ambiente, parece más útil ver cómo los inmigrantes llegaron a ser parte de aquellas socioecologías a través de su trabajo, su cultura y sus cuerpos.
 
7.- En un artículo expuso que, si se estudia el medio ambiente desde la perspectiva del conflicto, se le puede ver y entender mejor. ¿Puede poner algunos ejemplos?
En 2008 publiqué un artículo en Left History con el título “Seeing like a protestar. Nature, power, and environmental struggles”, en el que proponía el estudio de los conflictos ambientales como una herramienta metodológica para una agenda de investigación de historia ambiental más precisa. En aquel artículo defendía que “podemos ver y entender mejor el medio ambiente si lo miramos a través de las lentes del conflicto”. Mi argumento es que una aproximación basada en el conflicto puede revelar precisamente el lío entrelazado de las ecologías del poder de las cuales he estado hablando más o menos durante toda esta entrevista. En aquel artículo ofrecía dos ejemplos para ilustrar este argumento. Uno era sobre un conflicto forestal que sucedió en Italia en la década de 1860. Mirar el bosque a través del conflicto no sólo iluminaba los temas sociales habituales (clase, género, poder, propiedad, etc.) sino también las complejas ecologías de aquel bosque. Árboles, pastos, agua, caza, madera y frutos silvestres… el hecho de que un bosque es todas estas cosas y mucho más se hace visible cuando miramos el bosque a través de los ojos de los que luchan por él. Sin embargo, más que sólo eso, los conflictos ambientales hacen de piedra de toque, destapando lo que normalmente queda oculto en el paisaje. Y al exponer el poder en la naturaleza, los conflictos no son sólo dispositivos de grabación pasivos sino que en realidad producen nuevos paisajes y nuevas relaciones socioecológicas. El caso de las luchas por la justicia ambiental puede ser un buen ejemplo aquí. El conflicto revela características ecológicas de otra manera desapercibidas (contaminación, flujos, relaciones metabólicas, transformaciones bioquímicas, etc.), que no son independientes de las relaciones de poder ni de las estructuras sociales; pero al representar el conflicto, se pueden producir nuevas socioecologías con el objetivo de rediseñar tanto las jerarquías del poder como sus resultados ecológicos.
 
8.- Desde el año 2013 es director del Environmental Humanities Laboratory del KTH Royal Institute of Technology en Estocolmo. ¿Qué nos podría decir sobre las Humanidades Ambientales?
Las humanidades ambientales son un campo creciente en todas partes, pero especialmente en los EE. UU. y Australia. Dado que es un ámbito en desarrollo, estoy bastante contento de decir que no hay una definición única, oficial o definitiva. Como alguien dijo una vez, “Dejad que florezcan mil flores”. Mi visión de las humanidades ambientales es una arena post-disciplinaria -no una disciplina per se- en la que académicos, artistas, profesionales y activistas pueden encontrarse con la ambición de abordar problemas sociales o, en otras palabras, practicar humanidades sociales relevantes. Comprimidas entre el cambio climático y la sociedad post-verdad, las humanidades pueden ofrecer una contribución crucial a la presente crisis multifacética, no tanto porque puedan traducir la ciencia a un lenguaje más agradable, sino porque pueden abordar el mismo centro de esta crisis, que es humana. La escritora de ciencia ficción Ursula LeGuin dijo una vez que la crisis más dramática que estamos viviendo actualmente es una crisis de imaginación. Otra persona dijo que hoy en día es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo. Esta es la razón por la que necesitamos las humanidades ambientales: porque necesitamos nuevas narrativas para entender el presente e imaginar futuros alternativos. Lo que más me encanta de las humanidades ambientales es -y estoy utilizando el singular porque lo veo como como un escenario- su carácter experimental y creativo. Como director del Environmental Humanities Laboratory he disfrutado de la posibilidad de experimentar con formatos inusuales, empujando las fronteras de la disciplina académica (me refiero tanto a las áreas disciplinarias del saber como al disciplinado cuerpo de convenciones que regulan y limitan nuestro trabajo como académicos). Podría mencionar aquí la increíble experiencia de Anthropocene Cabinet of Curiosities Slam que desencadenó la creatividad de los estudiosos al pensar más allá de sus maneras habituales de producir y reproducir el conocimiento. También acogimos en Estocolmo SAF, Stories of the Anthropocene Festival, donde desde un recuerdo por las especies extinguidas hasta un viaje teatral desde la esclavitud hasta Black Lives Matter exploramos el potencial de sabotear las narrativas dominantes con el poder de la narración contrahegemónica. Del 2 al 6 de octubre de 2017 acogimos una escuela intensiva en Public Environmental Humanities: 40 investigadores, periodistas, artistas y activistas, llegados de todo el mundo, se encontraron en Estocolmo para discutir sobre intervenciones innovadoras y creativas que puedan transformar la sociedad y proporcionar nuevas visiones para afrontar la presente crisis ambiental. Durante la escuela tuvimos, por ejemplo, una tarde con un escritor y una productora teatral y actriz que presentaron su trabajo sobre biografías tóxicas de trabajadores y resistencia indígena a la represión y la marginación. De hecho, en el EHL ejercemos las humanidades ambientales como una estrategia liberadora y emancipadora. Después de todo, nuestro lema es “Indisciplinando las Humanidades desde 2013”.

Judit Gil Farrero
Centro de Historia de la Ciencia (CEHIC)
Universidad Autónoma de Barcelona

Referencias

Naomi Oreskes; Erik M Conway, Merchants of doubt: how a handful of scientists obscured the truth on issues from tobacco smoke to global warming, London: Bloomsbury, 2012
Marco Armiero, A Rugged nation. Mountains and the Making of Modern Italy, Cambridge: White Horse Press, 2011
Marco Armiero; Stefania Barca, Storia dell’ambiente, Roma: Carocci, 2004
Marco Armiero, "Seeing like a protester: nature, power, and environmental struggles". Left History 13.1 (2008).
Marco Armiero, “Environmental History between institutionalization and revolution”. In Environmental Humanities. Voices from the Anthropocene, edited by Serenella Iovino and Serpil Opperman, Lanham: Rowman and Littlefield, 2016
Marco Armiero and Richard Tucker, eds., Environmental History of Modern Migrations, London-New York: Routledge, 2017
Marco Armiero; Wilko Graf von Hardenberg. "Editorial introduction to special issue: Nature and Nation". Environment and History 20.1 (2014): 1-8.

 
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