Denisa Berbece: testimoni d'una intèrpret romanesa a la frontera d'Ucraïna
Rere les veus dels periodistes de Catalunya Ràdio i TV3 que han cobert la guerra de Putin a Ucraïna, s’hi amaguen altres veus segurament més discretes però igual de professionals: les dels traductors i intèrprets.
16/06/2022
Per als periodistes desplaçats aquest març i abril a l’est de Romania i a Moldàvia, Denisa Berbece, estudiant romanesa del Màster Europeu per a la Formació d’Intèrprets de Conferències, de la Facultat de Llengües i Literatures Estrangeres de la Universitat de Bucarest (Romania), ha pogut integrar-se als seus equips assumint el rol d’intèrpret. Denisa Berbece, a més de tenir el romanès com a llengua materna, té competències de nivell C en francès, anglès, rus, castellà i coneixements de nivell B en indonesi i xinès. Després d’aquesta experiència s’ha pogut familiaritzar amb la llengua catalana.
Des de la Facultat de Filosofia i Lletres i de la Facultat de Traducció i Interpretació, sempre atents per acollir col·laboracions que evidenciïn l’interès de la UAB per la cultura romanesa, hem volgut donar-li veu i oferir-vos el testimoni d’aquesta experiència relatada en primera persona.
Me llamo Denisa Berbece y soy estudiante del Máster Europeo para la Formación de Intérpretes de Conferencia en la Facultad de Lenguas y Literaturas Extranjeras de la Universidad de Bucarest. A raíz de la invasión de la Rusia de Putin en Ucrania, el pasado mes de marzo he estado trabajando de intérprete para los periodistas de la Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals: Catalunya Ràdio y Televisió de Catalunya (TV3), en la zona oriental de Rumanía y en Moldavia. He estado trabajando primero con el periodista radiofónico Toni Arbonès y su técnico José Antonio Muñoz en Rumanía, en la ciudad de Galați, (en la desembocadura del Danubio) y en Moldavia, en la capital, Chișinău. Luego, por recomendación de Toni, repetí la experiencia con el equipo de TV3, formado por el productor Iñaki Garrido, el periodista Pere Bosch y el operador de cámara Marc Martínez, moviéndonos por Moldavia, desde Chișinău hasta Palanca, en la frontera con Ucrania, pasando por Găgăuzia y por los alrededores de Transnistria.
La propuesta de trabajo me llegó por medio de la profesora Mioara Angheluță del departamento de Lenguas y Literaturas Románicas, Clásicas y Griego Moderno de la Universidad de Bucarest, donde el lectorado de catalán cumple 30 años. Acepté sin duda alguna porque vi esta oportunidad como una forma de ayudar, de hacer oír la voz de los que sufren y, al final, resultó ser más que esto, fue una experiencia única, tanto a nivel personal como profesional. Trabajé con profesionales de reconocida trayectoria y experiencia y muy implicados en su trabajo, interactué con diferentes personas, tanto refugiados, voluntarios, autoridades locales, conocí diferentes aspectos de la realidad del país vecino, Moldavia, cuya lengua oficial es el rumano, y también tuve contacto por primera vez con la lengua catalana, que me propongo aprender en el futuro.
Con el equipo de la radio nos encontramos en Bucarest, de donde salimos hacía Galați. En el camino establecimos los objetivos de las entrevistas y encontramos juntos la forma más eficaz de trabajar. Llegamos a Galați bastante afectados por todo lo que habíamos escuchado y visto sobre la tragedia que viven los ucranianos – era hacia finales del mes de marzo y estábamos bajo el efecto del impacto de lo que parecía increíble que estuviera pasando. Fue una colaboración muy estrecha, que relativizó notablemente la forma en que estuvimos viviendo aquella experiencia también a nivel emocional. Desde el primer día nos propusimos hablar con los refugiados que llegaban a Rumanía, para saber cómo se sentían, cómo era su situación en casa antes de irse, cuáles eran sus planes de futuro, cómo se les podía ayudar. Con este fin, mi papel fue el de mediadora e intérprete, tanto ante los refugiados como ante las autoridades y los representantes de los centros de acogida de refugiados: fui, si puedo decirlo así, la voz de Catalunya Ràdio en Rumanía. Además, ¡aprendí incluso las bases de cómo hacer entrevistas y trabajar con un editor de audio!
Con el equipo de TV3 empezamos también focalizándonos en la situación de los refugiados, pero luego las actividades se fueron diversificando para ver cómo afecta la guerra la economía y la vida en Moldavia: hablamos con autoridades locales y regionales, pero también con agricultores e incluso participamos en una clase de ruso en una escuela secundaria de Găgăuzia. Sin embargo, la televisión es mucho más intrusiva, lo que resultó más difícil para mi papel de mediadora, pero creo que estuve mucho más preparada emocional y psicológicamente gracias a la primera experiencia con los periodistas de Catalunya Ràdio. También teníamos que tener en cuenta factores exteriores como el sonido, la luz, con lo que no estaba nada acostumbrada, pero tuve la suerte de trabajar con profesionales muy competentes que me enseñaron paso a paso las bases de su trabajo.
Fue una experiencia inédita y muy compleja, sobre todo emocionalmente. Aunque antes de emprender rumbo hacia los destinos, pensaba que estaba preparada para hablar con los refugiados, escuchar sus historias, debo reconocer que las emociones me abrumaron de inmediato. Sin embargo, empaticé mucho y me sentí muy responsable de mis interlocutores, puesto que era la única que los entendía. El impacto fue percibido de inmediato y, en mi interior, me estuvieron atormentado las preguntas de “¿Qué les puedo decir a los que están frente a mí?, ¿cómo los puedo consolar?”. Desafortunadamente no encontré respuesta a estas preguntas, solo el consuelo de que lo que hacíamos era útil y poder ser escuchados, les traía un poco de sosiego. No pocas veces nos tuvimos que ocultar las lágrimas que, solo con alejarnos un poco, brotaban sin que las pudiéramos controlar, mientras nos alentábamos unos a otros. Pero me alegró ver que la gente tenía voluntad de compartir sus historias, parecía una forma de alivio y también, indirectamente, denunciar lo que estaba pasando. Muchos se quedaban a hablar con nosotros incluso después de terminar la entrevista.
Creo que en la época en que vivimos, la información es el arma más poderosa y las fronteras terrestres se vuelven irrelevantes ante las catástrofes. Por lo tanto, el acceso a una información real, verídica, imparcial es imprescindible, así que me da mucho gusto haber podido aportar mi granito de arena para su difusión en el espacio catalán.