Un fármaco reduce las secuelas psicológicas tras un trauma en ratones hembras
Según un estudio liderado por el Dr Raül Andero, el fármaco Osanetant disminuiría la intensidad con la que se consolida el recuerdo del miedo, evitando así la aparición del trastorno de estrés postraumático. La investigación, hecha con ratones hembras, destaca diferencias importantes entre sexos en el procesamiento del miedo.

Tras una experiencia traumática, estímulos aparentemente neutros pueden cargarse emocionalmente de una connotación negativa, lo que puede desencadenar en un trastorno de estrés postraumático (TEPT). Para evitarlo, un equipo del Instituto ha explorado la posibilidad de interrumpir la consolidación del recuerdo del trauma interviniendo poco después de la exposición al estrés.
En el estudio se sometió a ratones hembras a un estrés por inmovilización (un modelo validado similar al TEPT) y se les administró una única dosis de Osanetant a los 30 minutos. Seis días después se aplicaron protocolos estándar de condicionamiento y extinción del miedo. Los resultados muestran que los animales que recibieron Osanetant presentaron una respuesta de freezing (índice para medir el miedo) significativamente menor, lo que indica que el recuerdo del miedo no se consolidó con la misma intensidad.
«No se trata de impedir el aprendizaje del miedo, sino de reducir la intensidad con la que se registra biológicamente», explica Neha Acharya. «Es crucial administrar el fármaco justo después de la experiencia negativa, ya que la ventana temporal es especialmente relevante», añade Jaime Fabregat. Ambos son investigadores predoctorales del INc-UAB y primeros autores del artículo, publicado en la revista Brain Medicine.
Curiosamente, estudios previos del mismo laboratorio habían mostrado que Osanetant aumentaba la respuesta al miedo en ratones hembras, en lugar de reducirla. Sin embargo, esos trabajos se hicieron en modelos sin exposición previa a un trauma. El efecto opuesto observado en el estudio actual podría explicarse porque la exposición al trauma habría reconfigurado los circuitos neuronales, activando diferentes mecanismos de plasticidad.
¿Podría ser que el trauma «prepare» al cerebro para responder de manera distinta al fármaco? ¿Este tratamiento funciona solo una vez superado un cierto umbral de estrés? ¿Y cómo podrían trasladarse estos resultados a contextos humanos, por ejemplo, en intervenciones inmediatas tras una agresión o un accidente?
«Son preguntas urgentes», comenta Raül Andero, coordinador del estudio y profesor de investigación ICREA en el INc-UAB. «Sobre todo teniendo en cuenta que Osanetant ya ha demostrado ser seguro en ensayos clínicos».
El estudio destaca el sexo como una variable biológica crucial, pero a menudo pasada por alto en neurociencia. El TEPT es dos veces más frecuente en mujeres que en hombres, y, sin embargo, la mayoría de los modelos en roedores siguen basándose en individuos machos. El equipo ha querido romper con esa tendencia.
Aunque el estudio presenta algunas limitaciones (solamente se utilizaron ratones hembras y no se controlaron los ciclos hormonales ni se analizaron marcadores moleculares), los resultados conductuales son sólidos, y la ventana para la intervención farmacológica es breve pero muy prometedora.
Dada la seguridad demostrada por Osanetant, los investigadores sugieren que estudios futuros podrían explorar su uso en servicios de urgencias, como una medida farmacológica de acción rápida para evitar la sobreconsolidación de recuerdos traumáticos.
Referencia: Acharya, N., Nabás, J. F., & Andero, R. (2025). NK3R antagonism reduces fear expression in a PTSD-like model of female mice. Brain Medicine, 1(aop), 1–2. https://doi.org/10.61373/bm025l.0035