Primera persona
Antonio Serrano nos habla de la importancia de la mirada en primera persona en la investigación sobre salud mental.

Antonio Serrano
Coordinador y activista de la asociación Amb Experiència Pròpia (AEP), entidad colaboradora de la Universitat Autònoma de Barcelona.
Vagón de la Ciencia, un proyecto de la Universitat Autònoma de Barcelona en colaboración con el Ministerio de Ciencia e Innovación, a través de la Convocatoria de ayudas para el fomento de la cultura científica, tecnológica y de la innovación, y Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya.
Vagón de la Ciencia
Olga: Esto es Vagón de la Ciencia, el proyecto de la UAB dedicado a la divulgación científica. Esta primera edición consta de 19 capítulos sobre salud mental, pero hoy aprovecharemos para hablar de salud mental en primera persona. Para ello, nos acompaña Antonio Serrano.
Hola, Antonio.
Antonio S.: Hola, ¿cómo va?, ¿cómo estás?
Olga V.: Antonio es coordinador y activista de la asociación Amb Experiència Pròpia, que colabora con la Universitat Autònoma de Barcelona. Explícanos por qué es tan importante escuchar la voz de las personas que sufren en primera persona un problema de salud mental.
Antonio S.: Porque no hace mucho, hace unos años, a las personas que tenían un problema de salud mental las ingresaban en centros psiquiátricos, antiguamente llamados manicomios, y no tenían voz, no tenían derechos, no tenían nada. Actualmente, todo ha mejorado un poco, pero seguimos sin tener esa voz necesaria. Si nos fijamos en lo que dice la OMS, que una de cada cuatro personas puede tener o tendrá un problema de salud mental, seremos 2 000 millones de personas las que tendremos un problema de salud mental a lo largo de nuestra vida. Yo creo que es importante que 2 000 millones de personas, una cuarta parte de la población mundial, tenga voz.
Olga V.: ¿Es tan importante para las personas que tienen problemas de salud mental como para las de su entorno?
Antonio S.: Por supuesto. Para mí, hay tres patas en la salud mental: la parte médica, la parte psicológica y el entorno. Y el entorno te puede ayudar a mejorar o te puede ayudar a empeorar. Y la parte de mejora, si tienes un entorno que te favorece, que te ayuda, te comprende y te apoya, es una parte ganada de la recuperación.
Olga V.: Antonio Serrano es activista en salud mental desde el año 2016. Actualmente, coordinas la asociación Amb Experiència Pròpia, como hemos mencionado anteriormente, a través de la cual ofrecéis charlas a entidades educativas y universitarias para concienciar sobre esta problemática. ¿Cómo surgen estas entidades en primera persona?
Antonio S.: Nuestra entidad en el mundo de la salud mental es algo especial. ¿Por qué es especial? Porque, normalmente, las entidades en salud mental son entidades o centros sociales donde las personas con alguna problemática de salud mental acuden y donde técnicos, psicólogos, trabajadores sociales o educadores sociales les ayudan a desarrollar el día a día. Nosotros no. En nuestra entidad, desde la primera persona que ha llegado hasta el coordinador, que ahora soy yo, todos tenemos una problemática de salud mental. Todo es muy horizontal. Somos juez y parte. Somos la parte que tenemos el diagnóstico en salud mental, pero somos proactivos, somos los que ofrecemos talleres y charlas tanto aquí, en la Universitat Autònoma, como en institutos y empresas o allí donde nos llamen, para sensibilizar y hablar de salud mental.
Olga V.: Más allá de esas charlas y de esos talleres, ¿tenéis alguna otra función? O ¿ son estos los ejes, las actividades, que lleváis a cabo?
Antonio S.: Solo eso, pero ¡ya es mucho!, porque somos poquitos. Es muy difícil conseguir gente que hable de su historia, su historia de vida, que se abra en canal y se brinde a ofrecer la versión de su vida a otras personas. Somos muy poquitos, pero ya es mucho lo que hacemos, creo yo, porque basta con que en una charla una persona se sienta identificada, vea que hay otras personas que están sufriendo lo mismo y sepa que hay una vía y que hay recuperación, con eso ya es suficiente.
Olga V.: ¿Cuál es la respuesta a vuestra actividad cuando hacéis estas charlas?
Antonio S.: Nosotros tenemos un perfil de Instagram y a través del perfil de Instagram tenemos los mensajes directos. Cuando terminamos las charlas, normalmente alguna persona se nos acerca. Las charlas van desde segundo de la ESO hasta la universidad, y, normalmente, después de cada charla, alguien se acerca, pregunta, expone dudas, y después, de manera más discreta o por la vía de Instagram, mucha gente nos explica su vida, su problemática. Hay una parte buena, porque están pidiendo ayuda, pero también hay una parte negativa, que es que hasta que no hemos llegado nosotros no han sido capaces de decir: «¡eh!, tengo un problema, ¿qué puedo hacer?». Esta es la parte en la que decimos: «¡ostras!, ¿qué podemos hacer?». Porque si nosotros, que vamos una vez al año a una escuela, un instituto, una universidad, somos los que les tenemos que ayudar, hay algo en el sistema que no está funcionando. Si ellos están en una escuela, deben tener elementos, ya sea el profesor, el tutor, el coordinador pedagógico, con los que puedan contar, que les puedan ayudar. Y, en cambio, como se ven reflejados en nosotros, y como somos unos desconocidos, les resulta más fácil pedir ayuda.
Olga V.: Antes hablabas de una voz que era necesaria. ¿Es importante generar estos espacios donde las personas con problemas de salud mental puedan compartir sus experiencias? ¿Que no encuentren solo un espejo o un posible referente, sino que puedan abrirse y opinar?
Antonio S.: Claro, si hubiera más espacios seguros, más espacios cómodos donde las personas con una problemática de salud mental pudieran hablar de su vida. Es como los grupos de ayuda mutua. ¿Cómo funcionan estos grupos? Personas que tienen una problemática similar hablan de su vida y se sienten cómodas porque saben que la otra persona las entenderá. Debería haber más espacios seguros, donde sea (en las redes, en los institutos, en las universidades...), donde los alumnos, en este caso, pudieran abrirse y hablar de cualquier tipo de problemática (me pasa esto, sea lo que sea) y de manera tranquila.
Olga V.: Por lo tanto, damos por hecho que hay una carencia de espacios seguros.
Antonio S.: Total.
Olga V.: ¿Hay algún país al que deberíamos tomar como modelo para hablar con naturalidad de salud mental? ¿En el que no hayas notado esa falta de espacios, de referentes, esa necesidad de la gente que no ha encontrado un canal?
Antonio S.: Hay una diferencia muy clara entre los países anglosajones y los países del Mediterráneo. Desde hace muchísimos años, por ejemplo, en Estados Unidos, en el Reino Unido y en Australia, se habla de salud mental desde el punto de vista médico, desde el punto de vista de estructura, pero también hablan, por ejemplo, los personajes famosos. En Estados Unidos, cada dos por tres, actores o deportistas dicen «tengo un problema de salud mental». En cambio, ahora no tanto, porque van saliendo más, pero hace unos años, aquí, en el Estado español, que un personaje más o menos famoso de cualquier ámbito dijera «yo tengo una problemática de salud mental» era imposible. Yo también soy activista en otra entidad que se llama Obertament, y hace muchos años se hizo una campaña que era un cartel con la figura de algún famoso pero sin la cara del famoso, como diciendo «¿puedes ser tú uno de ellos?» y no salió nadie. Así pues, se trata más de una cuestión cultural que organizativa. Porque por mucho que estemos organizados aquí, siempre habrá esa brecha cultural a la hora de decir «tengo depresión», o «tengo un TCA», o «tengo un TLP y no pasa nada, lo diré y seguiré con mi vida». Aquí es un poco difícil debido a nuestra cultura.
Olga V.: Está cambiando, por eso, esta cultura.
Antonio S.: Sí, sí, poco a poco, muy poco a poco.
Olga V.: Nos has explicado qué les pasa a las personas que tienen un problema de salud mental cuando hacéis esos talleres y esas charlas. ¿Cómo incide en las personas que de momento no han tenido ningún problema de salud mental? Porque también les debe suponer algo importante.
Antonio S.: Sí, porque ese es nuestro trabajo. Para nosotros es muy fácil hacer talleres con gente que ya está sensibilizada. Superfácil. Es un público seguro. Los destinatarios de nuestras charlas son personas que no tienen ninguna problemática de salud mental, es a ellas a las que tenemos que concienciar. Eliminar los mitos que hay sobre el suicidio, eliminar las etiquetas que hay sobre las personas que sufren un problema de salud mental, eliminar los estereotipos... Y eso hay que trabajarlo con las personas que no tienen ninguna problemática o que no han vivido de cerca ninguna problemática.
Olga V.: Para los profesionales de la salud mental, ¿también es importante que tengan voz las personas con problemas de salud mental? Quizá así cuando llegan a su consulta tienen menos reticencias.
Antonio S.: A ver, donde suele haber más estigma sobre la salud mental es en los profesionales de la salud mental.
Olga V.: Es sorprendente.
Antonio S.: Se están haciendo campañas en los CAP, en los CESMA, de los estamentos hospitalarios, porque tienen una visión de nosotros solo cuando estamos mal. Claro, nosotros vamos al CESMA o vamos al CAP o vamos a urgencias cuando estamos mal, pero en nuestro día a día... Nosotros no somos una depresión, un trastorno bipolar 365 días al año. Nosotros iremos cuando estemos mal, pero el resto de los días hacemos nuestra vida: compramos, vamos de vacaciones, tenemos pareja –o no–... Y eso no lo ven. Y no nos ven como personas, muchos nos ven como un informe, como un expediente. Y recordemos la importancia de ese vínculo que deberías crear con el profesional para sentirte a gusto y poder abrirte, sentirte cómodo en una situación que no es cómoda para ti (porque no ves a un profesional por gusto, para saludarlo y decirle «¿cómo van las vacaciones?»; vas porque te encuentras mal). Pero, si vas allí, y, encima, el profesional o no te mira, o está mirando la pantalla, o está mirando el teclado, o está mirando a tu acompañante en lugar de mirarte a ti, cómo se puede crear ese vínculo. Realmente hay que eliminar ese comportamiento de los profesionales. Y hay profesionales muy buenos, pero hay muchos que no lo son tanto, que no tienen suficiente empatía para establecer ese vínculo que deben tener con el paciente. Esas etiquetas, esos estereotipos sobre la salud mental, los llevamos colgando, seas profesional o no.
Olga V.: ¿Hasta qué punto es necesaria la implicación de Gobiernos e instituciones públicas para que sintamos voces en primera persona explicando su experiencia en problemas de salud mental?
Antonio S.: Por un lado, las voces en primera persona dependen exclusivamente de las entidades. Somos las entidades las que nos hemos movido, las que estamos haciendo este trabajo. Pero las entidades sí dependemos totalmente, pero totalmente, del Gobierno y de las instituciones, desde el punto de vista económico. Sin dinero no podemos llegar a los lugares a los que deberíamos llegar, no se pueden hacer las campañas que se podrían hacer y no se puede hacer la mayoría de las cosas si no hay unos recursos económicos o unos apoyos. En este sentido, sí que los Gobiernos y las instituciones tienen un papel determinante.
Olga V.: Seguro que has oído decir alguna vez que ahora todo el mundo habla de salud mental, y que todo el mundo tiene problemas de ansiedad, de depresión, que hay más autolesiones... ¿Está demostrado que hay una relación de causa-efecto o sencillamente es que hay más gente que se atreve a decir cómo se siente y qué es lo que le pasa?
Antonio S.: En este sentido, el otro día leía a una periodista que decía que la cultura actual sobre la salud mental está matando la salud mental. Hay mucha gente que tiene un problema de salud mental, pero en la manera en que se está promocionando (te metes en Instagram y es un bombardeo continuo de publicaciones y de historias que dicen «mejórate», «te solucionaré la vida» , «tranquilidad», todo con frases de Mr. Wonderful) hay que distinguir entre un malestar y un trastorno mental, que son cosas muy diferentes. Y actualmente estamos mezclando un poco ambas. Pero eso solo se puede solucionar con pedagogía y explicando bien qué es cada una de ellas.
Olga V.: Eso te quería comentar. ¿No crees que ahora mucha gente empieza a hablar de ello y necesitamos situar los conceptos? ¿Qué pasa, cómo nos sentimos?
Antonio S.: Totalmente. Es eso. Para la gente es muy fácil hablar. A todos nos pasa, a veces hablamos tranquilamente de muchos temas que desconocemos, pero en este caso todo el mundo habla. Es como la vulgarización de la palabra depresión. «Estoy depre», «tengo un día depre», «me encuentro depre»... ¿Estás deprimido de verdad? No. Entonces, no se puede vulgarizar y normalizar según qué tipo de expresiones, cuando, por ejemplo, la depresión es un trastorno de extremada gravedad. No es adecuado que digas ante una persona que tiene depresión «tengo un día depre hoy». La gente no lo hace con mala intención, pero hay que eliminarlo. Hay que hacer pedagogía, hay que enseñar a la gente a distinguir qué es una depresión, o qué es un malestar o qué es tener un mal día.
Olga V.: Cada vez se habla más de la salud mental. Desde organismos públicos se han lanzado campañas para normalizar la existencia de las enfermedades mentales. De vez en cuando podemos encontrar noticias relacionadas con la salud mental. Pero ¿dirías, Antonio, que todavía hay un estigma hacia las personas con problemas de salud mental?
Antonio S.: No sé si recuerdas una película que se titula Sospechosos habituales.
Olga V.: Sí. Keyser Söze.
Antonio S.: ¡Oh! sí, qué buena. El título, quédate con el título. Las personas que tenemos un problema de salud mental somos sospechosos habituales. No tenemos ninguna presunción de inocencia. En el día a día, todo lo que hacemos, para bien o para mal, está relacionado con el diagnóstico que tenemos. Si estamos mal, es que estamos en fase de caída. Si estamos muy bien, es que ya tienes un episodio de manía. Si te comportas de una manera, es porque es así. Esto es como los micromachismos, pero son microestigmas. En el día a día, no hace falta que te digan que estás loco, o que no riges bien. No, con el comportamiento, cómo te miran, lo sientes. La gente que sabe que has tenido un problema de salud mental te mira de otra manera, se comporta de otra manera, es contigo de otra manera. Como si dijeran «¡ostras, cuidado con este!» Y eso lo notas. Y este estigma está presente siempre. Eso es lo más básico. Después, si vamos subiendo, tanto en el ámbito de la pareja o del entorno, o en el ámbito judicial, sigue existiendo un estigma brutal. Te tienes que justificar día a día.
Olga V.: ¿Qué consecuencias tiene en las personas que sufren el estigma?
Antonio S.: Muchas personas, si no están empoderadas, si no han tenido una recuperación completa, se lo creen, creen que son inútiles, irresponsables, que no serán nada en la vida, que no llegarán nunca a nada, y este estigma crea un autoestigma en la persona, es como un bucle. Con este autoestigma, la persona se encuentra mal, cada vez peor, y la gente de alrededor que tiene este estigma sobre la persona se reconfirma: «tenemos razón, es que no está bien», y es un bucle continuo. Y si la persona no está recuperada, se hunde. Y no se hunde por el trastorno en sí, se hunde por la presión del entorno.
Olga V.: Confiemos en que gradualmente vaya cambiando y mejorando; como decías, poco a poco va mejorando. Antonio Serrano, coordinador y activista de la asociación Amb Experiència Pròpia, gracias por haber subido al Vagón de la Ciencia.
Antonio S.: Gracias a ti.
Olga V.: Y si vosotros queréis saber más, escuchad otro capítulo.
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