Trastorno de ansiedad
Antoni Bulbena nos habla del trastorno de ansiedad, del malestar que supone para las personas que lo sufren, pero también de las ventajas que se han observado en quienes lo padecen.

Antoni Bulbena
Antonio Bulbena Vilarrasa es catedrático de Psiquiatría en la Universitat Autònoma de Barcelona.
Se ha formado en la UAB (Hospital de Sant Pau, Hospital del Mar e Institut Municipal de Psiquiatria d’Urgència). Posteriormente completó durante tres años su formación clínica e investigadora en el Addenbrooke's Hospital de la Universidad de Cambridge.
Actualmente es jefe del Departamento de Psiquiatría y Medicina Legal de la UAB.
Es el fundador del Instituto de Neuropsiquiatría y Adicciones (INAD) del Parque de Salud MAR.
Su descubrimiento principal ha sido la relación existente entre los trastornos de ansiedad y el síndrome de hiperlaxitud articular.
Los temas de investigación que ha desarrollado incluyen: demencia y pseudodemencia, urgencias psiquiátricas, memoria, depresión, consumo de chocolate y carbohidratos, fobias, estrés, fatiga y relaciones entre la biometeorología y las estaciones con la psicopatología.
Asimismo, ha llevado a cabo estudios epidemiológicos de prevalencia e incidencia de trastornos mentales en población general y en poblaciones clínicas. También ha participado en investigaciones de psiquiatría y neuroimagen, en particular sobre las bases cerebrales de la hiperactividad del trastorno de pánico y esquizofrenia.
Es miembro del Consejo Asesor en Salud Mental del Departamento de Salud de la Generalitat de Catalunya.
Podéis ver la producción científica de Antoni Bulbena en el Portal de Investigación de la UAB.
Vagón de la Ciencia, un proyecto de la Universitat Autònoma de Barcelona en colaboración con el Ministerio de Ciencia e Innovación, a través de la Convocatoria de ayudas para el fomento de la cultura científica, tecnológica y de la innovación, y Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya.
Vagón de la Ciencia
Olga: Esto es Vagón de la Ciencia, el proyecto de la UAB dedicado a la divulgación científica. Esta primera edición consta de 19 capítulos sobre salud mental, y en este capítulo nos centraremos en la ansiedad. Para ello, nos acompaña Antoni Bulbena Vilarrasa, catedrático de Psiquiatría, director del Departamento de Psiquiatría y Medicina Legal de la Universitat Autònoma de Barcelona y fundador del Instituto de Neuropsiquiatría y Adicciones del Parc de Salut Mar.
Olga: Hola, Antoni.
Antoni B.: Encantado de subir al Vagón con vosotros.
Olga: ¿Es lo mismo la ansiedad que la angustia?
Antonio B.: Actualmente, se considera que es lo mismo. Normalmente, en latín y en muchas lenguas angustia es la parte más física y ansiedad es la parte más mental, pero, como en inglés no se distinguen, hoy prácticamente son sinónimas.
Olga: ¿Qué es la ansiedad? ¿Qué pasa cuando salta ese sistema de alarma?
Antoni B.: Todos los seres vivos, los seres humanos también, tenemos un sistema de alarma que está dirigido a captar los peligros, las amenazas, lo que puede ir mal, por lo tanto, cuando responde, va muy bien para el entorno. Pero a veces este sistema o capta demasiada información negativa o produce efectos demasiado grandes o bien hace que se evite el peligro, y genera, respectivamente, sufrimiento, angustia o fobia y miedos. Cuando este sistema va mal alguna de las tres funciones va mal.
Olga: ¿Ahora hay más gente que sufre ansiedad o es que se habla más?
Antoni B.: Seguramente, hay un poco más de efecto de ansiedad. Por ejemplo, en tiempos de la COVID-19 hubo mucha más incidencia, pero básicamente la proporción de ansiedad es bastante alta. Concretamente, en el tema de los trastornos, en todas las culturas, en torno al 15-20 % de las personas sufren ansiedad en algún momento de la vida.
Olga: En cuanto a los indicadores de bienestar y progreso social en Cataluña, que el IDESCAT publicó a principios de 2023, nos ha sorprendido que en el apartado de «Salud» aparezcan en la misma entrada la ansiedad y la depresión. Leemos: «Adultos con problemas de depresión o ansiedad». ¿Tienen aspectos en común la ansiedad y la depresión? ¿Hay vasos comunicantes entre una y otra?
Antoni B.: Sí, efectivamente. Sobre todo cuando hablamos de trastornos, cuando hay un problema de ansiedad, con frecuencia hay depresión. Hay cierto solapamiento. Pero es importante distinguirlo, porque la ansiedad es el miedo, la inquietud, es la anticipación, es el sufridor o la sufridora. Tiene depresión quien está en pena, no ve con perspectiva y tiene una visión negativa de todo. Obviamente, mucho tiempo de ansiedad abre la puerta a una depresión, pero son cosas diferentes.
Olga: Ahora hacía referencia al trastorno. Por lo tanto, la ansiedad puede convertirse en un trastorno. ¿Con qué frecuencia se deberían tener crisis de ansiedad para considerar que ha pasado a ser un trastorno?
Antoni B.: Las crisis de ansiedad, cuando son más de tres en un periodo de un mes aproximadamente, o bien cuando se repiten varias veces, o cuando el efecto es muy intenso, ya se consideran un trastorno, porque sabemos que son las partes más biológicas del trastorno. Es altamente hereditario y curiosamente pasa más en edades jóvenes. Los ataques de angustia o de pánico, como se conocen más ahora, aparecen más en gente joven. El que tiene ataques de pánico a los 20 después puede pasar por un estado depresivo y tener luego algunas conductas fóbicas, o sea, que en la misma historia la angustia va haciendo aparición de diferentes maneras.
Olga: Por lo tanto, niños y jóvenes también pueden sufrir ansiedad.
Antoni B.: Sí. Todos sabemos que los niños pequeños tienen miedo a la oscuridad y a una serie de miedos que poco a poco van superando. Hay uno más delicado, que es la ansiedad por separación: cuando el niño o la niña de vez en cuando se encuentra a solas en la habitación y vive una situación de mucha inquietud. Fuera de esta, los miedos en niños son bastante habituales y, después, con la edad varían. No hay crisis de angustia antes de los 12 años, pero cuando se observa que un niño tiene miedo hay que vigilar, porque, como os decía, es una parte bastante biológica: hay niños y niñas más predispuestos.
Olga: ¿Hay algunas edades o etapas de la vida en las que se dan más casos de ansiedad?
Antoni B.: En cuanto a los ataques de pánico, concretamente, que ahora comentábamos, la media de aparición es a los 22 años y siempre se da más en mujeres que en hombres, y dura aproximadamente hasta los 40. Después, ¿qué queda? Pues queda la persona sufridora con síntomas físicos que son difíciles de organizar, aspectos caracteriales de intolerancia y, sobre todo, como veremos, un poco de sensibilidad ante muchas cosas. Eso es lo que queda. En la vida también hay ventajas: una de las cosas que estamos estudiando en mi grupo y con buenos resultados es si las personas con angustia tienen ventajas. La respuesta es que sí. Es decir, que el hecho de que algunas personas tengan ese sistema de alarma tan disparado en momentos de tensión, momentos de batalla, momentos de guerra, hace que esas personas sean mejores que las demás. Ahora, cuando no hay batalla les cuesta mucho frenar.
Olga: ¿Cuáles son los síntomas cuando hay un ataque de ansiedad?
Antonio B.: Durante unos minutos, muy desagradables, la persona siente una sensación de malestar, falta de respiración, palpitaciones, sudoración... Nos da la impresión de que estamos a punto de morir o que estamos perdiendo la cabeza, y para la persona es uno de los peores momentos que hay en la vida. Unos cuantos minutos después, la persona se queda un poco agotada y en un momento muy complicado. Un ataque de pánico dura unos cinco minutos, pero luego te deja bastante agotado.
Olga: ¿Los síntomas varían si se trata de una crisis puntual o si ya se ha convertido en un trastorno?
Antoni B.: Como os decía, los síntomas de angustia muy a menudo están relacionados con fobias, es decir, si hemos tenido un ataque de pánico al coger el metro o el autobús, al salir de casa, en un túnel o pasando un puente, luego el cerebro no nos deja pasar por allí, y, por lo tanto, nos cuesta mucho volver a un lugar que implique salir de casa, ir a El Corte Inglés y esos lugares con aglomeraciones, lugares estrechos... El cerebro no te lo pregunta, pero cuando te acercas al lugar notas que estás mal. No obstante, si paras la angustia y haces un reentrenamiento, lo recuperas, pero el problema es que un ataque de pánico casi siempre dispara muchas cosas, como una mancha de tinta que afecta a muchos lugares.
Olga: ¿Las personas pueden tener predisposición a sufrir trastornos de ansiedad?
Antoni B.: Sí. De hecho, los grandes trastornos claramente son muy hereditarios. Algunas fobias se aprenden, pero hay una predisposición. Es un tema que hemos trabajado bastante, y, en efecto, hay personas que tienen más predisposición. Es ese 15 % que hay en todas las culturas.
Olga: Eres un referente internacional en la relación entre el síndrome de hiperlaxitud articular y los trastornos de ansiedad. Uno de tus descubrimientos más relevantes es identificar la relación que existe entre ellos. ¿Qué concluye la investigación?
Antoni B.: Nos dimos cuenta de que a las personas a las que yo diagnosticaba en el hospital de ansiedad, un colega reumatólogo les ponía el sello de la laxitud articular, de la que yo ya recordaba poco qué era. Ahora ya hemos trabajado mucho en este tema y vemos que, curiosamente, en este trastorno, que es un trastorno hereditario, en cuanto al tejido conectivo —a menudo, ni se nota, la gente no se da cuenta—, resulta que hay personas que tienen mucha más flexibilidad y a la vez mucha más angustia. Ahora hemos hecho un modelo en el que incluimos también lo que os decía antes: son claramente más sensibles. Notan más el tiempo, notan más los olores (hemos hecho otra tesis al respecto), notan más los ruidos, es decir, tienen una enorme sensibilidad. Y, además, son muy buenos cuando hay momentos de tensión, todo el mundo los llama cuando algo va mal. Sin embargo, a menudo, no pueden parar. Y, finalmente, llegan a lugares a los que otros no llegaríamos. Os sorprendería ver las personas, incluso muy conocidas, que tienen eso y, en cambio, son muy brillantes, por ejemplo, futbolistas de alto nivel que han sufrido ataques de angustia y, sin embargo, llegan a ser líderes mundiales, así como otros deportistas. Insisto en que el aspecto negativo está, pero también hay un aspecto positivo, que estamos estudiando.
Olga: ¿Las personas que son hiperlaxas pueden hacer algo para poner trabas a esa predisposición a sufrir ansiedad?
Antoni B.: Bien, nos han enseñado que —los médicos lo tenemos un poco olvidado— el tratamiento físico, es decir, cuidar bien el cuerpo funciona (los que inventaron el yoga eran laxos que descubrieron una manera fantástica de tratarse, no sabían ni lo que era la laxitud...). Lo que hemos aprendido como médicos es que, si tratas bien el cuerpo, las personas responden mejor al tratamiento. Por lo tanto, aparte de medicamentos o psicología, debes tratar el cuerpo, en estos casos.
Olga: ¿Hay otros perfiles de personas que sufran o que tengan más predisposición a sufrir ansiedad? Ahora estoy pensando, por ejemplo, en las personas altamente sensibles.
Antoni B.: Sí, de hecho, lo que hemos descubierto claramente y hemos hecho un modelo de ello, un fenotipo, como una nueva enfermedad, es la hipersensibilidad, que presenta una serie de características de personalidad: problemas para dormir, síntomas depresivos..., pero también cosas buenas, y la laxitud. Hemos visto que a menudo este fenotipo incluye síntomas físicos y mentales, buenos y malos (esto lo hemos hecho con la compañía y presencia de los pacientes). Y sí, os puedo asegurar que, si no todas, prácticamente el 90 % de las personas con ansiedad, cuando les preguntas regularmente sobre la sensibilidad, simplemente, tienen más. De hecho, lo estudiamos porque los pacientes me lo decían. La ventaja de ser académico es que te lo dicen y lo preguntas y lo estudias... Tienes herramientas para hacerlo. Es decir, es algo que los pacientes me han mostrado, y yo lo he estudiado.
Olga: Con Antoni Bulbena Vilarrasa, catedrático de Psiquiatría, estamos hablando de la ansiedad y el estrés. Con la pandemia, se agudizaron los problemas de salud mental que afectan a los más jóvenes, entre ellos, la ansiedad y la depresión. ¿Qué relación tiene la ansiedad con los estilos de vida actuales? Aunque la pandemia es evidente que era una anomalía, pero condicionaba, era un estilo de vida muy particular.
Antoni B.: Sí, de hecho, durante la COVID-19 sucedió algo interesante, y es que aumentaron mucho los casos de ansiedad y algunos, por cierto, de manera crónica. Pero ¿qué pasó? ¿Qué nos dio la COVID-19? Precisamente, los enemigos de la ansiedad: nos dio ambigüedad, nos dio la percepción de amenaza y nos dio cierta impotencia. Son tres elementos que, evidentemente, ponen nuestro sistema de radar totalmente en marcha y eso, mientras que no se ha ido recuperando, no ha ido mejorando. Pero, claro, en cualquier estado, si hay ambigüedad, si tienes sensación de amenaza y, además, cierta impotencia de respuesta, se dispara la alarma, y probablemente por eso se disparó la ansiedad. En cuanto al estilo de vida, precisamente aprovechando este modelo, aumenta la ansiedad cualquier cosa que te genere una sensación de ambigüedad (por ejemplo, cuando no puedes pagar a final de mes), de amenaza (por ejemplo, que te puedan desahuciar) y de impotencia para afrontar todo eso.
Olga: Una vez tenemos una situación de ansiedad, ¿cuáles son los tratamientos más efectivos, si es que los hay?
Antoni B.: Sí, de hecho, estamos bastante armados al respecto. Cuando una persona presenta esa predisposición, es muy importante saber medicarla, porque esos elementos son automáticos, no te preguntan. Pero, evidentemente, hay dos elementos psicológicos. Uno es hacer entrenamiento. El miedo te hace perder la posibilidad de poder salir libremente a la calle, en el caso de la agorafobia, por lo tanto, tienes que hacer un entrenamiento para recuperar esa libertad. El otro tratamiento psicológico es entender un poco más el mecanismo psicológico. Eso también es muy importante saberlo. Y, finalmente, como os decía, el aspecto corporal, que es fundamental. Tenemos muchas herramientas y es muy importante que se utilicen, porque a menudo la ansiedad no se diagnostica. Es primordial identificarla y encontrar a alguien que te ayude a orientar esas cosas.
Olga: Por lo tanto, una vez se conoce el diagnóstico, es importante que haya ese acompañamiento psicológico, ¿quizás, psiquiátrico también?
Antoni B.: Sí, psiquiátrico, porque, de hecho, podemos utilizar más cosas, no se trata solo de un tema psicológico, sino también médico. Un psiquiatra es médico, también puede hacer cosas. A menudo, tienes que utilizar también elementos, como os decía antes, de tipo físico. Eso se hace demasiado poco, y es muy importante que haya actividades físicas, porque con ellas los pacientes responden mejor al tratamiento.
Olga: El acompañamiento familiar, el apoyo de tu entorno, ¿también es importante?
Antoni B.: Sí. ¿Qué hace la familia? ¿Protege o no protege? ¿Aturde o no aturde? Son extremos que en todas las familias se dan. Es importante saber que no te tienes que exceder a la hora de proteger a la persona, pero que tampoco tienes que abandonarla. Son los dos extremos que en cualquier sistema debes controlar. Por lo tanto, que la familia no esté en un extremo o en el otro es crucial para que el niño, la persona, tenga una vida más saludable.
Olga: Antoni Bulbena Vilarrasa, catedrático de Psiquiatría, director del Departamento de Psiquiatría de la Universitat Autònoma de Barcelona, gracias por subir al Vagón de la Ciencia.
Antoni B.: Encantado.
Olga: Si queréis saber más, escuchad otro capítulo.
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