Esquizofrenia, psicosis y bipolaridad
Ana Barajas y Neus Barrantes-Vidal nos hablan de la investigación que llevan a cabo en psicosis, esquizofrenia y bipolaridad.

Neus Vidal Barrantes
La Dra. Neus Barrantes Vidal (Barrantes-Vidal en publicaciones) obtuvo su doctorado en la UAB (premio extraordinario), hizo un máster en el Hospital Clínic de Barcelona y es especialista en psicología clínica.
Es catedrática del Departamento de Psicología Clínica y de la Salud de la UAB y la investigadora principal del grupo de investigación Interacció Persona-Ambient en el risc i la resiliència per a la salut mental de la UAB, reconocido por la Generalitat de Catalunya como grupo de investigación consolidado. Ha recibido financiación de varias agencias de investigación y ha liderado varios proyectos interdisciplinarios dentro de su programa de investigación «Una aproximación integradora al estudio de la psicosis». Su grupo investiga la interacción entre el genotipo, las características de la persona y el ambiente psicosocial que lo rodea en la configuración de diferentes vías y mecanismos del riesgo y la resiliencia hacia la expresión de la psicosis.
Su trabajo se ha centrado en las dinámicas de los síntomas clínicos y subclínicos y las interacciones persona-ambiente en la vida real, utilizando las tecnologías móviles para mapear los procesos mentales dinámicos y obtener medidas ecológicamente válidas. Además, también está interesada en la relación que existe entre la creatividad y ciertos perfiles psicológicos, incluyendo los rasgos de personalidad del espectro de las psicosis y de los trastornos afectivos, así como en la aplicabilidad clínica de los resultados de la investigación. Para finalizar, actualmente lleva a cabo proyectos dirigidos a comprender cómo las diferencias individuales psicológicas y genéticas en la sensibilidad de las personas a los factores del ambiente psicosocial contribuyen tanto al riesgo como a la resiliencia de un amplio abanico de formas de trastornos mentales.
Ha sido reconocida dos veces con el premio ICREA Academia de investigación otorgado por la Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados (ICREA) de la Generalitat de Catalunya. Es miembro de la red de investigación en salud mental del Ministerio de Sanidad (CIBERSAM) y de diversos consorcios internacionales de investigación sobre las psicosis y la creatividad. Fue adjunct associate profesor en el Departamento de Psicología de la Universidad de Carolina del Norte en Greensboro (EE.UU.) durante un sexenio.
Podéis consultar la producción científica de Neus Vidal Barrantes en el Portal de Investigación de la UAB.

Ana Barajas
Doctora en Psicopatología del Niño, el Adolescente y el Adulto desde 2015, con una tesis doctoral sobre predictores premórbidos y prodrómicos de la psicosis por la que recibió la mención de doctorado europeo y el premio extraordinario de doctorado. Máster en Neuropsicología Clínica Infantil y de Adultos (2019), en Psicopatología Clínica Infantil y Juvenil (2012) y en Psicopatología Clínica de Adultos (2011). Es profesora lectora del programa Serra Húnter en el Departamento de Psicología Clínica y de la Salud desde 2019, y es profesora colaboradora de la Universitat Oberta de Catalunya desde 2014.
Ha liderado el grupo SGR Grupo de Investigación para la Prevención en Salud Mental (GR-PRESAM), reconocido por la AGAUR desde febrero de 2018, del que actualmente sigue siendo miembro. Ha obtenido el premio internacional Young Investigator Award a la trayectoria profesional otorgado por el Early Intervention in Mental Health (IEPA). Ha realizado varias estancias de investigación en centros de prestigio internacional, entre los que destaca el Birmingham and Solihull Mental Health NHS Foundation Trust YouthSpace- The Early Intervention Service (Reino Unido). Actualmente mantiene colaboraciones de investigación con el Laboratory for Early Psychosis (LEAP) Center of Massachusetts (EE. UU.), así como con los centros del Grupo de Salud Mental de Les Corts y el Parque Sanitario de Sant Joan de Déu, de Barcelona.
Su ámbito de investigación está centrado en la prevención, la detección y el tratamiento de los trastornos psicóticos incipientes. Los proyectos de investigación en los que participa tienen como objetivo la evaluación de la implementación de programas de atención integrales en los trastornos psicóticos. De manera específica participa en diferentes ensayos clínicos focalizados en el estudio de la eficacia de tratamientos psicológicos orientados a la mejora de las distorsiones cognitivas y la cognición social (entre ellos, el entrenamiento metacognitivo). En los últimos años, destaca su interés por el estudio de la relación entre la neurocognición, la cognición social y los sesgos cognitivos, y su implicación en la potenciación de la eficacia del entrenamiento metacognitivo.
Podéis consultar la producción científica de Ana Barajas en el Portal de Investigación de la UAB.
Traducción del capítulo
Vagón de la Ciencia
Olga V.: Esto es Vagón de la Ciencia, el proyecto de la UAB dedicado a la divulgación científica. En esta primera edición, consta de 19 capítulos sobre salud mental y en este nos centramos en la esquizofrenia, la psicosis y la bipolaridad. Para ello, nos acompaña Neus Vidal, catedrática del Departamento de Psicología Clínica y de la Salud y coordinadora del grupo de investigación Interacció Persona-Ambient en el risc i la resiliència per a la salut mental de la Universitat Autònoma de Barcelona.
Hola, Neus.
Neus V.: Hola.
Olga V.: Y también nos acompaña Ana Barajas, doctora en Psicología, profesora e investigadora del Departamento de Psicología Clínica y de la Salud y miembro del grupo de investigación Cognición y Género, Implicaciones para la Salud Mental de la Universitat Autònoma de Barcelona.
Hola, Ana.
Ana B.: Hola
Olga V.: ¿Cuáles son los trastornos psicóticos más habituales y qué le pasa a la gente que los sufre?
Ana B.: Los trastornos más comunes acostumbran a ser la esquizofrenia o los trastornos delirantes, trastornos esquizoafectivos o trastornos psicóticos breves, son habitualmente los más comunes. ¿Qué les pasa? Pues, probablemente, una de las cosas que tienen en común es que pierden el sentido de la realidad, entonces, eso les angustia mucho, se vuelven muy vigilantes de todo lo que pasa en su entorno y se pueden aislar, porque no entienden lo que está pasando.
Olga V.: ¿Hay tratamientos psicológicos para estas personas con estos trastornos psicóticos incipientes?
Ana B.: Sí, de hecho, una de las indicaciones terapéuticas es la psicoterapia. Hay varias, múltiples tipologías de psicoterapias, que dependerán un poco del foco, donde esté puesto el foco de atención. Si queremos incidir más en aspectos emocionales o en aspectos conductuales o aspectos más relacionados con los pensamientos.
Olga V.: Los trastornos psicóticos afectan al 5 % de la población adulta, pero ¿es posible mejorar la vida de las personas con este problema de salud mental? ¿En qué consiste el entrenamiento metacognitivo?
Ana B.: El entrenamiento metacognitivo es un tipo de terapia que tiene su fundamento más teórico basado en las terapias cognitivo-conductuales, pero tiene un enfoque un poco diferente. Está basado un poco en hacer pensar, que los pacientes tomen conciencia de aquellos errores cognitivos que presentan y reflexionen sobre aquellas distorsiones cognitivas e intentar ampliar su repertorio de pensamientos, para intentar modificar su interpretación.
Olga V.: Por lo tanto, ¿ellos tienen una especie de sesgos cognitivos?
Ana B.: Exacto. Tienen unas distorsiones cognitivas, que vienen a ser errores en el pensamiento, a la hora de pensar, pues eso lo tenemos no solo los pacientes con psicosis, en la población general también está presente, es una forma de pensamiento que aparece en nuestra cognición humana.
Olga V.: Como ¿por ejemplo?
Ana B.: Por ejemplo, lo que nosotros llamamos, científicamente, alzar las conclusiones. La tendencia que tiene una persona a emitir una conclusión sin tener toda la información para emitir este juicio. Lo hacemos de manera acelerada. ¿Por qué? Porque, realmente, los pacientes no acaban de focalizar su atención en todas las pistas que el contexto o que el entorno les da y con poquita información ya extraen su conclusión, su estimación de lo que está pasando.
Olga V.: Por lo tanto, el entrenamiento metacognitivo diríamos que el objetivo que tiene no es trabajar directamente con los delirios de los pacientes.
Ana B.: No, exacto. No trabajas directamente en los delirios, no intentamos modificar el contenido con una reflexión intelectual de lo que está diciendo el paciente con delirio, lo que intentamos es ampliar su repertorio de pensamientos, queremos con lo que decimos sembrar la duda, es decir, que le damos al paciente las herramientas para que pueda pensar de otra manera.
Olga V.: ¿Y qué pasa cuando se les dan estas herramientas para pensar de otra manera, para que sean capaces de modificar su interpretación que harían originariamente de la realidad?
Ana B.: Lo que pasa es que si lo hacen estamos un poco más cerca de la recuperación, de la remisión clínica. Lo que pasa es que todavía queda trabajo por hacer, estamos más cerca de que el paciente no encapsule, o se quede encapsulado en un delirio, un pensamiento, una creencia delirante. Puede modificarlo él mismo.
Olga V.: ¿Y el entrenamiento metacognitivo es igual de efectivo si empieza cuando se diagnostica el trastorno o si se hace más adelante? ¿Lo importante es hacerlo?
Ana B.: Lo importante es hacerlo, pero también cuándo. Se ha demostrado que es efectivo, tanto en pacientes crónicos como en primeros episodios, en personas que debutan en la enfermedad. Pero es importante no perder de vista que cuanto antes se haga la intervención, mucho más eficaz. Y además, es una intervención que implica una carga cognitiva importante, que cuando pasan los años, el éxito cognitivo puede ser menos grande, con más posibilidades de que la eficacia de la intervención no sea la que buscamos.
Olga V.: ¿Cómo es este proceso, si se le puede decir, de reemplazo de la manera de pensar? ¿Se aprende y ya está para siempre? ¿Hay que irlo trabajando? ¿Quizás te olvides?
Ana B.: Los estudios dicen que los beneficios los obtenemos tres años después de que se haya implementado la intervención. Pero estamos hablando de que los sesgos cognitivos son tan amplios y hay un abanico tan enorme que no podemos bajar la guardia, tenemos que estar ahí, tenemos que hacer recordatorios.
Olga V.: ¿Y otros tratamientos psicológicos que puedan ayudarles en el día a día del trastorno?
Ana B.: Sí, hay, como decía antes, una amalgama muy importante, desde terapias cognitivo-conductuales más enfocadas a trabajar el síntoma que tiene interferencia en su día a día, desde programas de rehabilitación cognitiva para trabajar estos déficits cognitivos de los que hablábamos antes, o entrenamientos de habilidades sociales o las intervenciones familiares, porque es muy importante el contexto familiar.
Olga V.: Y además del acompañamiento psicológico, ¿sería necesario un tratamiento farmacológico o dependerá de cada caso?
Ana B.: Casi siempre es necesario un tratamiento farmacológico. Y de hecho, el plan terapéutico individualizado de cada paciente prevé el tratamiento farmacológico y la psicoterapia conductual.
Olga V.: Entre el 17 y el 25 % de la población ha sufrido alguna experiencia traumática en la infancia. ¿Estas experiencias pueden condicionar nuestra salud mental? ¿Qué papel tienen los factores genéticos, si es que tienen alguno? ¿La psicosis es una enfermedad que se tiene o no se tiene? ¿O se puede presentar en grados diferentes?
Neus V.: Es un trastorno que se puede presentar en grados muy diferentes. Hasta ahora, habíamos tendido a pensar, el paradigma psiquiátrico más generalizado, que deriva de la medicina, pensaba en los trastornos mentales como entidades claramente separables entre sí y separables en cuanto a la salud y la enfermedad. Lo que hemos aprendido en los últimos años es que, en realidad, existe un continuo, hay un gradiente de gravedad y, de hecho, en la población general, muchas personas explican haber tenido experiencias psicóticas, haber sentido una voz, haber tenido la creencia de que los demás le quieren hacer daño, haber tenido experiencias fuera del cuerpo, sentirse influenciado por fuerzas que uno no acaba de entender muy bien cuáles son... pero estas experiencias pueden ser transitorias y no suponer un secuestro de toda la vida mental y de toda la capacidad funcional de la persona. Por eso hablamos de experiencias o episodios que pueden ser limitados en el tiempo. Después quizás hay personas que esto les dura más tiempo y que impacta en su capacidad de adaptarse a ellos y de poder funcionar. Y cuando esto es así y hay un gran sufrimiento hablamos de trastorno. Y algunos de estos trastornos son crónicos. La fracción, por decirlo así, de personas con factores crónicos y realmente incapacitantes y de mal pronóstico es lo que llamamos esquizofrenia, pero, en realidad, la esquizofrenia es una pequeña proporción de un amplísimo espectro de manifestaciones y experiencias y síntomas psicóticos. Entonces, seguramente, esa es la hipótesis que nosotros estudiamos, es que en la base de estas diversas manifestaciones hay factores de riesgo que son comunes.
Olga V.: Entonces, ¿se conocen los factores que influyen o determinan que haya un trastorno?
Neus V.: Hoy en día, tenemos bastante conocimiento, no completo, pero bastante conocimiento. Tú has mencionado antes, por ejemplo, los factores ambientales, como es el maltrato infantil, que hasta hace poco se pensaba que solo tenían un papel relevante en los trastornos afectivos, como la ansiedad y la depresión. En los últimos años se ha demostrado que esto no es así y que las experiencias traumáticas tienen un impacto muy importante en el riesgo hacia la manifestación de la psicosis. Seguramente en aquellas personas que, además, acumulan otros factores de riesgo, como es una cierta configuración genética.
Olga V.: Por lo tanto, podríamos decir que sí hay factores psicosociales asociados al riesgo de desarrollar psicosis.
Neus V.: Incontestablemente. Por ejemplo también el grado de fragmentación social en el que vive la persona. El estigma, el hecho de ser excluido del grupo referente social, hoy en día, hay evidencias epidemiológicas robustas que indican que, efectivamente, cómo procesa nuestra mente ciertas informaciones psicosociales tiene un impacto en nuestra biología.
Olga V.: Y en cuanto a los factores genéticos a los que hacías referencia, es necesario que se activen de alguna manera especial?
Neus V.: Seguramente hay un gradiente, hay personas que heredarían un amplio número de factores de riesgo genético y algunos de ellos tendrían un impacto bastante importante para hacer que la persona pueda manifestar experiencias o síntomas o trastornos psicóticos. Pero la gran mayoría de los factores de riesgo genético se ha observado que en realidad están muy dispersos, están muy presentes en la población general, lo que ligaría con el hecho de que muchas personas tengan estas experiencias psicóticas. Por lo tanto, de alguna manera, sería necesaria una interacción, un diálogo entre los factores de riesgo genético y los factores de riesgo ambiental, incluyendo también, dentro del ambiente, no solo lo psicosocial, sino también el ambiente biológico, empezando ya desde pequeño, como es la nutrición, la exposición a tóxicos, la polución ambiental, todos los factores de riesgo que son también físicos y que impactan en la bondad o no del desarrollo de nuestro cerebro.
Olga V.: Por lo tanto, si no hubiera esa interacción a la que hacías referencia, aunque hubiera una predisposición genética, ¿podría ser que incluso no llegara el trastorno, o ni siquiera esas experiencias puntuales que comentabas?
Neus V.: No tenemos una respuesta definitiva al respecto, pero los datos apuntan a que, en general, no. Algunas personas tendrían seguramente una combinación, con muy mala suerte, por decirlo así, de las variantes genéticas que con más facilidad promueven que haya unas pequeñas distorsiones en la anatomía o en el funcionamiento fisiológico del cerebro, pero eso sería seguramente la minoría de casos, en la gran mayoría de casos puede haber este factor de riesgo y que nunca se haya expresado o se exprese en formas mucho más leves. Con experiencias de ansiedad, con experiencias depresivas... dado que, en realidad, estos factores de riesgo genético son más inespecíficos, más transversales a toda una serie de dimensiones de síntomas que hasta ahora habíamos pensado.
Olga V.: ¿Es posible hacer intervenciones preventivas para que disminuya el riesgo de la aparición del trastorno, cuando hay una predisposición genética?
Neus. V.: Sí, por mucho que haya una predisposición genética, exposiciones a factores ambientales positivos o disminuir, por ejemplo, hay estudios que han demostrado que reducir las experiencias de bullying, de acoso escolar, en adolescentes que muestran experiencias psicóticas, permite predecir que estas personas, estos jóvenes, tengan una reducción en estas experiencias, tanto psicóticas como de su malestar afectivo, incluso existiendo esta vulnerabilidad genética.
Olga V.: ¿Y ahora hacia dónde se dirige vuestra investigación en relación con los trastornos psicóticos?
Neus V.: Actualmente estamos haciendo un proyecto en el que, si examinamos personas que tienen factores de riesgo genético, tanto en la psicosis como en general, al hecho de sufrir trastornos mentales, se predice en interacción con factores de riesgo negativos (maltrato, acoso escolar, violencia doméstica...) más riesgo de expresión de estas manifestaciones psicóticas, pero en interacción con una mayor dosis de factores protectores del ambiente, sensibilidad parental, apoyo social, experiencias positivas, nutritivas, ambientales, predice menos experiencias de síntomas psicóticos. Dicho de otra manera, que esta vulnerabilidad genética, que solo entendemos como vulnerabilidad, en realidad sería un indicador de plasticidad a los factores del ambiente, para bien o para mal. Que es la hipótesis que llamamos de la susceptibilidad diferencial al ambiente.
Olga V.: Neus Vidal y Ana Barajas, muchas gracias por haber subido al Vagón de la Ciencia.
Ana B.: Gracias.
Neus V.: Gracias.
Olga V.: Y vosotros, si queréis saber más, escuchad otro capítulo.
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