Trastornos del neurodesarrollo
Antoni Ramos Quiroga
El doctor Antoni Ramos Quiroga es jefe del Departamento de Salud Mental y presidente de la Comisión de Innovación del Hospital Universitario Vall d'Hebron de Barcelona y profesor de Psiquiatría del Departamento de Psiquiatría y Medicina Forense de la Universitat Autònoma de Barcelona.
Es el investigador principal de CIBERSAM del grupo G-27. Su investigación está centrada en los trastornos del neurodesarrollo a lo largo de la vida, especialmente TDAH y TDA y el tratamiento de la depresión persistente.
Ha sido el jefe de la Sección de Trastornos del Neurodesarrollo a lo Largo de la Vida de la Asociación Europea de Psiquiatría desde 2015 hasta 2020. Ha publicado más de 300 artículos en revistas indexadas (índice H: 54 y 16846 citaciones) y 5 libros. Ha llevado a cabo diferentes estudios en salud digital y ha desarrollado aplicaciones móviles en salud mental.
Podéis consultar la producción científica de Antoni Ramos Quiroga en el Portal de Investigación de la UAB.
Vagón de la Ciencia, un proyecto de la Universitat Autònoma de Barcelona en colaboración con el Ministerio de Ciencia e Innovación, a través de la Convocatoria de ayudas para el fomento de la cultura científica, tecnológica y de la innovación, y Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya.
Vagón de la Ciencia
Olga: Esto es Vagón de la Ciencia, el proyecto de la UAB dedicado a la divulgación científica. Esta primera edición consta de 19 capítulos sobre salud mental, y en este capítulo nos centraremos en los trastornos del neurodesarrollo. Para ello, nos acompaña Josep Antoni Ramos Quiroga, jefe del Servicio de Salud Mental del Hospital Universitario Vall d'Hebron, profesor titular de Psiquiatría del Departamento de Psiquiatría y Medicina Legal de la Universitat Autònoma de Barcelona y responsable del grupo de investigación CIBERSAM, centrado en el trastorno del neurodesarrollo a lo largo de la vida.
Hola, Josep Antoni.
Antoni R.: Hola.
Olga: ¿Cuáles son los trastornos del neurodesarrollo más habituales?
Antoni R.: Los trastornos del desarrollo más habituales son, en primer lugar, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad. Hablamos también de la dislexia, de los trastornos del aprendizaje de manera global y del trastorno del espectro autista, el autismo, como lo conocíamos antes. Menos frecuente es el trastorno de Gilles de la Tourette. Estos son los trastornos que engloban mayoritariamente este conjunto de patologías.
Olga: ¿Qué sucede cuando hay un trastorno del neurodesarrollo?
Antoni R.: Hay una característica muy común entre todas estas circunstancias médicas y es el origen desde la infancia. No son trastornos o manifestaciones clínicas que empiezan cuando uno es adulto: todo esto empieza desde muy pequeño. Sabemos que hay un desarrollo más lento del cerebro, de manera global, y alteraciones que a menudo tienen que ver con los aspectos que manejan diferentes áreas de estos trastornos: el contacto social en el autismo, el déficit de atención en el TDA, la hiperactividad, las dificultades de aprendizaje... Son áreas muy importantes para el desarrollo, como vemos, de las personas en una sociedad como la actual.
Olga: ¿Estos trastornos están asociados a alteraciones de la conducta o no necesariamente?
Antoni R.: No necesariamente, pero muy a menudo lo están. Por ejemplo, las personas con TDH, en un 25 % de los casos, pueden tener trastornos negativistas desafiantes, o trastornos de conducta disocial. Dentro del mismo autismo, puede haber manifestaciones clínicas con alteraciones de la conducta y, a veces, en los casos más graves, más intensos, puede haber momentos puntuales de cierta agitación psicomotriz. Pero no siempre van acompañados de estas alteraciones de la conducta.
Olga: Cerca del 20 % del alumnado de primaria y de la ESO sufre algún tipo de trastorno del neurodesarrollo. ¿Se sabe cuáles son las causas? ¿Si son unos trastornos genéticos, si dependen del ambiente, si son multifactoriales?
Antoni R.: En términos globales, podemos decir que son multifactoriales. Cuando hablamos de trastornos mentales en general, hablamos de patologías complejas, no porque sean difíciles, sino porque múltiples genes pueden tener un impacto. Pero, además, esto está en asociación con el medio ambiente que tenemos a nuestro lado. Sabemos que, en cuanto al autismo, los trastornos del espectro autista son los que presentan mayor impacto genético, más del 80 %, porque el hecho de que una persona tenga autismo tiene que ver con esas diferencias genéticas. En el TDH también es de los más altos: es el 76 % de la varianza. La causa del TDH se explica por esas diferencias de tipo genético, pero no al 100 %, obviamente, y, por tanto, es también importante la combinación con el ambiente: por ejemplo, el consumo de tóxicos o de algún medicamento durante el embarazo, así como situaciones de alta prematuridad y, por tanto, de bajo peso al nacer..., se asocian a tener más riesgo, más probabilidad de padecer un autismo o un TDH.
Olga: ¿Se puede hacer prevención de estos trastornos?
Antoni R.: Este es un ámbito muy importante dentro de la salud mental. Hemos hablado mucho de prevención, seguramente, en patologías cardiovasculares, cardiometabólicas..., y ahora sabemos que también podemos hacer prevención en salud mental. Hay una prevención que es muy genérica: si mejoramos las circunstancias vitales (menos abuso sexual, menos maltrato..., en general, si tenemos más cuidado de la infancia y evitamos, por ejemplo, el consumo de alcohol durante el embarazo), estaremos reduciendo mucho estos trastornos. También podemos ayudar a que el embarazo tenga un desarrollo lo más óptimo posible y pueda llegar a las semanas que le correspondan, para evitar la prematuridad. Una de las cosas que contribuye a tener más prematuridad es también el estrés. Por lo tanto, todo lo que nosotros podamos hacer durante todo el periodo perinatal ayudará a tener un riesgo menor de estos trastornos.
Olga: Todos son trastornos del neurodesarrollo, aunque la incidencia en el día a día debe ser diferente si se trata de una dislexia o de un TEA, un trastorno del espectro autista con una afectación grave. ¿En cualquier caso es importante que se diagnostique?
Antoni R.: El diagnóstico es muy importante. A veces, algunas personas lo ven como si se estuviera etiquetando a las personas, clasificándolas. Nada más lejos de la realidad: el diagnóstico es una herramienta para ayudar a las personas. Si no sabemos qué tienes, no entendemos lo que te sucede: manifestaciones desde el ámbito académico y desde el ámbito laboral, los accidentes de tráfico, el consumo de drogas (que se pueden dar en porcentajes más elevados en personas con TDAH)... Si no tenemos un buen diagnóstico, riguroso, no podremos ayudar a las personas. Esa es la finalidad.
Olga: ¿Los trastornos, por tanto, persisten en la edad adulta?
Antoni R.: Esa es una gran pregunta. Actualmente, sabemos que algunos trastornos persisten de manera muy importante, como es el caso del trastorno del espectro autista o el caso del TDH, que persiste en más del 50 % de las personas. Pero, por ejemplo, en el trastorno de Gilles de la Tourette, vemos que a partir de los 20 años, mayoritariamente, hay una gran disminución del trastorno y, por lo tanto, no persiste tanto. También hay que señalar que el impacto que pueden tener los trastornos del aprendizaje, obviamente, es mucho más importante en la infancia que en la edad adulta.
Olga: Más allá de lo que se pueda hacer en la etapa prenatal, como comentabas antes, ¿se pueden mejorar estos trastornos si se cuenta con una buena intervención?
Antoni R.: Eso es lo que llamaríamos técnicamente prevención secundaria. Una vez que ya está el trastorno, no puedes hacer prevención primaria porque este ya ha aparecido, pero nosotros sabemos que estos trastornos, a veces, pueden hacer lo que yo denomino metástasis. Si tienes un TDH y no lo tratas adecuadamente puedes llegar a tener un problema de consumo de cocaína, de alcohol..., o puedes tener un fracaso escolar, o un grave problema por accidentes de tráfico, más mortalidad... Por lo tanto, es importante hacer un buen tratamiento del TDH, en concreto; hay estudios poblacionales, con muestras muy importantes, en Escandinavia, que nos demuestran que es así.
Olga: ¿Qué tipo de acompañamiento necesitan? ¿Psicológico, pedagógico, psiquiátrico...?
Antoni R.: Te diría que un tratamiento absolutamente personalizado. Cada persona es diferente. Es verdad que nos podemos hacer cierta idea genérica de qué hay que hacer, pero lo que sabemos es que se debe hacer el tratamiento que procede en cada momento. Obviamente, en niños muy pequeños, de cinco años, lo primero que haremos será llevar a cabo medidas psicológicas, psicosociales..., que nos ayuden a controlar esa sintomatología, por ejemplo, en el caso del TDAH. En algunos casos, tendremos que añadir también tratamiento farmacológico. En personas adultas, quizás solo sea necesario tratamiento farmacológico o solo tratamiento psicológico. La buena noticia es que hay diferentes tratamientos, tanto en niños y adolescentes como en adultos, que nos permiten tratar, por ejemplo, el TDAH. En el caso del autismo, nos enfrentamos a más retos; actualmente, no tenemos un tratamiento farmacológico que nos ayude a mejorar toda la sintomatología, pero contamos con buenas herramientas psicológicas que nos pueden ayudar a mejorar y a hacer que la evolución sea la mejor posible.
Olga: Si se hace una detección precoz de estos trastornos y un buen acompañamiento, ¿es posible llevar una vida funcional con pocos problemas?
Antoni R.: Me encanta que digas funcional y no normal como sería lo más intuitivo. La normalidad es un término estadístico. Efectivamente, hay casos que son muy graves y a veces cuesta llegar a una mínima funcionalidad, pero haciendo un tratamiento riguroso, científico, y, como tú decías, adelantándonos a los problemas y haciendo prevención secundaria, es posible llevar una vida satisfactoria.
Olga: Con el doctor en Psiquiatría y Psicología Clínica Josep Antoni Ramos Quiroga estamos hablando de trastornos del neurodesarrollo. ¿Es habitual que al principio pasen desapercibidos? ¿La familia cómo se da cuenta?
Antoni R.: A veces, estamos hablando de trastornos del neurodesarrollo como un gran grupo, pero hay diferencias muy marcadas entre ellos. En el autismo, son las personas, la familia, las primeras que notan que hay algo que no va bien: la interacción social, el contacto visual... Ya lo detectan inicialmente. Y, desgraciadamente, a veces —cada vez menos—, no ven reflejado en los equipos médicos ese inicio de que algo está pasando. En el caso, por ejemplo, del TDAH, a menudo puede haber un retraso, que, desgraciadamente, también tiene que ver con el género. En las mujeres jóvenes y adultas, sabemos que hay un retraso en el diagnóstico. Unos estudios realizados también en Dinamarca, en los que han participado cerca de dos millones de personas, nos han demostrado que son las mujeres, las niñas, las que presentan mayor mortalidad y que un retraso en el diagnóstico del TDAH incrementa mucho más el riesgo de mortalidad.
Olga: ¿Y por qué tarda más en llegar este diagnóstico en el caso de las niñas?
Antoni R.: Porque las niñas, cuando son más pequeñas, no tienen tanta hiperactividad o impulsividad como podemos observar en los niños. Ese retraso, esa parte de inatención, a veces, se interpreta que es la niña la que no quiere o la niña la que no puede, y realmente lo que estamos haciendo es estigmatizar a una persona que tiene un déficit de atención. Pero si hacemos un tratamiento, insisto, integral y personalizado, les podemos dar una respuesta muy buena en su día a día.
Olga: Por lo tanto, en el caso de un TEA o quizás un TDAH, ¿sí que sería el entorno familiar el primero en el que saltarían las alarmas?
Antoni R.: Muy a menudo.
Olga: Pero en el caso de una dislexia o una discalculia, ¿quizás sería en el aula?
Antoni R.: Aquí vemos, sobre todo, este efecto en el aula, y, por lo tanto, son trastornos del desarrollo que tienen un impacto muy marcado durante ese periodo del aprendizaje y, por ello, muchas veces solo nos fijamos en el resultado académico; no es que sea lo más importante, pero probablemente es como un gran test neuropsicológico: estar en el aula, organizarte, planificarte, la interacción social, coger apuntes, aprender a leer, todo el tema de matemáticas... Realmente, son como pruebas neuropsicológicas que nos indican que algo no está yendo bien.
Olga: A partir del momento en que se sospecha que pasa algo extraño, ¿qué se debería hacer?
Antoni R.: Insisto, tenemos un servicio público universal de salud en Cataluña, en el Estado español, y, por tanto, se debe consultar a especialistas de salud mental (del ámbito de la psiquiatría, del ámbito de la pediatría o de la neurología, también, o de la psicología clínica...) para hacer un diagnóstico riguroso.
Olga: Seguramente, a muchas familias, a partir del momento en el que llega el diagnóstico, uno de los temas que más les preocupa es si hay algún tipo de relación directa entre los trastornos del neurodesarrollo y el rendimiento académico.
Antoni R.: Evidentemente. La ciencia nos ha demostrado que hay una correlación: cuanto más riesgo o más gravedad de la dislexia, del TDAH, etcétera, tenemos más riesgo de impacto académico. Pero este es nuestro trabajo, junto con todo el marco académico, escolar: minimizar el impacto del trastorno y hacer que la persona se pueda desarrollar de la mejor manera posible.
Olga: ¿Es aconsejable que haya un acompañamiento psicoterapéutico del resto de los miembros de la familia o eso depende un poco de cada caso, de cómo lo vivan, de la intensidad del trastorno?
Antoni R.: En términos generales, es muy importante que haya información, que sepan de qué se trata, que les podamos dar pautas para tratarlo. En el TDAH, decimos que los padres son unos grandes coterapeutas y nos pueden ayudar en la terapia. Por lo tanto, es muy importante la información más allá de la intervención psicológica, que, en algunos casos, es absolutamente necesaria también con las familias.
Olga: ¿Dirías que todavía hay cierta estigmatización en torno a los trastornos del neurodesarrollo, o que cada vez estamos hablando más y la gente no se esconde?
Antoni R.: Es curioso, cada vez hablamos más, pero todavía hay mucho estigma por el hecho de poder hacer un tratamiento farmacológico, cuando nadie se escandalizaría de hacer ese tratamiento para un niño que tuviera una epilepsia o una persona que tuviera una esclerosis múltiple. Parece que el tratamiento farmacológico tenga que cambiar la esencia de la persona, pero en realidad evita unos síntomas que son disfuncionales para esa persona.
Olga: Por lo tanto, es importante que hablemos.
Antoni R.: Yo creo que sí, programas como este son de gran ayuda, sin duda.
Olga: Josep Antoni Ramos Quiroga, jefe del Servicio de Salud Mental del Hospital Universitario Vall d’Hebron y profesor de la Universitat Autònoma de Barcelona, gracias por haber subido al Vagón de la Ciencia.
Antoni R.: Ha sido un placer este viaje, y os agradezco mucho que hayáis pensado, en primer lugar, en la salud mental, y, en segundo lugar, en estos trastornos del neurodesarrollo, que son tan importantes, insisto, para la infancia.
Olga: Si queréis saber más, escuchad otro capítulo.
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