Género y salud mental
En la actualidad, ser mujer está considerado un factor de riesgo para sufrir un problema de salud mental. El sufrimiento emocional de las personas varía en función de si somos hombres, mujeres, personas no binarias o de si encajamos o no en un modelo normativo establecido socialmente.
En las sociedades occidentales, como la nuestra, el sistema predominante es un modelo binario, que identifica a las personas en género masculino y género femenino, con roles diferenciados y no igualitarios para cada uno de los géneros. Las características del género masculino son más valoradas que las del género femenino.
• ¿Sabías que el sistema de género binario produce un nivel de sufrimiento psicológico desigual?
• ¿Y que el sufrimiento psicológico es diferente entre mujeres y hombres?
Las mujeres sufren más depresión, trastornos de la conducta alimentaria o autolesiones, mientras que en los hombres tienen más incidencia los trastornos antisociales, el trastorno narcisista, la parafilia, el consumo de tóxicos o la pérdida del control e impulsos. En síntesis, los hombres tienden a externalizar el sufrimiento traduciéndolo en conductas hacia otras personas, mientras que las mujeres tienden a internalizarlo en la relación negativa con ellas mismas. Estas diferencias las denominamos malestares de género.
Asimismo, este modelo binario de nuestra sociedad es un sistema excluyente. Quedan excluidas del ideal normativo «masculinizado» las personas feminizadas, aquellas a las que se les asigna el género femenino y que son categorizadas como mujeres. A este hecho hay que sumar otros ejes de desigualdad, como pertenecer a determinadas clases sociales o a etnias diferentes de la predominante, ser personas criminalizadas, sexualizadas y de identidades no binarias o disidentes de género, personas trans, niños, personas mayores, personas con diversidad funcional o personas psiquiatrizadas. Todas estas exclusiones tienen un impacto negativo en la salud mental de esas personas.
• ¿Sabías que las mujeres trans, jóvenes y adultas, sufren más trastornos mentales que el resto de la población y tienen más riesgo de suicidio?
• ¿Sabías que el malestar de género es mayor en las mujeres y en las personas LGTBIQ+ por la situación de desigualdad social y de discriminación o violencias continuadas de género que viven en el ámbito privado, familiar o público?
El sistema de género occidental binario genera unas fuentes específicas de vulnerabilidad y fragilidad desiguales y diferenciadas en salud mental según el sexo y el género. Para hacer frente a la desigualdad es importante distinguir estos dos conceptos: sexo y género.
El sexo es biológico y fisiológico (órganos sexuales, hormonas y genes) y determina las características físicas de la persona. Hablamos de género cuando hacemos referencia a la construcción social y cultural que adquirimos a lo largo de la vida; se trata de los roles, las responsabilidades y las oportunidades que cada sociedad asigna al hecho de ser hombre o mujer y de las relaciones socioculturales que se establecen entre mujeres y hombres, niñas y niños.
Entender la distinción entre sexo y género es el pilar de cualquier acción contra las desigualdades de género, porque la desigualdad no es algo natural, sino estructural, y sitúa en una posición de inferioridad al género femenino, por el mero hecho de serlo. Esta construcción social y cultural se puede cambiar y reconstruir a favor de la igualdad de oportunidades entre personas.
La investigación nos muestra algunos datos preocupantes:
• ¿Sabías que las mujeres están más expuestas a presiones externas que las hacen más susceptibles de sufrir depresión y ansiedad? ¿Se te ocurre alguna?
• ¿Sabías que ante signos y síntomas propios de la ansiedad o la depresión las mujeres reciben un diagnóstico y un tratamiento farmacológico más frecuentemente que los hombres? ¿Sabías que en la mayoría del resto de las enfermedades sucede lo contrario?
Las desigualdades en los diagnósticos de salud mental entre hombres y mujeres aumentan en la medida en que lo hace la desigualdad de género. Las mujeres padecen más sufrimiento psíquico por múltiples motivos, pero están asociados, sobre todo, a problemas estructurales de nuestra sociedad y de nuestra cultura que comportan una desigualdad social de género.
Tal y como propone la OMS, «es necesario tener en cuenta el género cuando se diagnostica una enfermedad mental y se trata. Si los factores de riesgo a los que se enfrentan hombres y mujeres son diferentes, entonces su gestión debería estar especializada por género». Por ello, es necesario incorporar la perspectiva de género en las ciencias de la salud mental y en su intervención.
Los malestares de género son frecuentemente desconocidos por el sistema sanitario, en su lugar, se diagnostican trastornos individuales o psicopatologías, lo que convierte una respuesta natural a una situación de injusticia o de discriminación continua en un trastorno individual de salud mental. Dichos malestares se medicalizan, en lugar de hacer visibles los aspectos del género que producen el sufrimiento, además, no se abordan. En la formación de los profesionales de la salud y, por tanto, en la atención sanitaria en salud mental, aún hoy y de manera frecuente, se trabaja desde un sesgo androcéntrico y sexista que dificulta la comprensión y el abordaje eficiente de los malestares de género.
En síntesis, el género influye en la salud y el bienestar en tres grandes ámbitos: los determinantes de la salud relacionados con el género y otros determinantes sociales; las conductas en la esfera de la salud en función del género, y la respuesta del sistema de salud en función del género.