Causas de los problemas de salud mental
Aunque a menudo se cree que el malestar emocional o los trastornos mentales están relacionados con la forma de ser de la persona, las investigaciones demuestran que gran parte del sufrimiento psíquico está relacionado con las condiciones de vida. Por lo tanto, el abordaje de los problemas de salud mental no puede limitarse a tratar individuos, ya que donde hay un problema colectivo también surge la necesidad de encontrar soluciones colectivas y sociales.
A lo largo de la vida, diversos factores individuales, sociales y estructurales se combinarán para proteger o erosionar nuestra salud mental. Estos incluyen nuestro entorno y relaciones sociales, el acceso a empleos estables y no precarizados, las persistentes presiones socioeconómicas, el derecho a una vivienda digna, la sensación de seguridad en espacios libres de discriminación, los roles de género impuestos, la exclusión social, los estilos de vida poco saludables, la vulnerabilidad ante el riesgo de sufrir violencias y problemas de salud física y las violaciones de los derechos humanos, entre muchos otros. Todos estos elementos pueden actuar como factores protectores o de riesgo en relación con nuestro bienestar emocional y mental.
Los principales determinantes sociales de la salud son las condiciones de vida de las personas, el contexto en el que aprendemos, trabajamos o nos relacionamos, que repercute en nuestra salud y calidad de vida. Estos determinantes se pueden resumir en cinco categorías principales: estabilidad financiera, acceso a educación de calidad, acceso a atención médica de calidad, acceso a la vivienda, y entorno vital y vida social y comunitaria.
Los resultados de las investigaciones señalan que los determinantes sociales son claves para nuestro bienestar o como origen de nuestro sufrimiento, y que el abordaje de este malestar no puede ser de ninguna manera exclusivamente individual.
Tener perspectiva de un futuro colectivo permitirá a nuestros jóvenes construir una sociedad más saludable para su desarrollo y formar parte de ella. La salud mental es una parte integral de la salud y va más allá de la ausencia de trastornos mentales.
Esta mirada de los determinantes sociales no niega la evidencia de factores biológicos, genéticos, ni el impacto que pueden tener lesiones cerebrales o de carácter psicológico inherentes a las personas, pero estos por sí solos no explicarían la problemática asociada al sufrimiento emocional. Factores psicológicos específicos, de la personalidad y biológicos individuales, como las habilidades emocionales, el abuso de sustancias y la genética, pueden hacer que las personas seamos más vulnerables a las afecciones de salud mental.
Los genes los heredamos de nuestros padres y antepasados, y guían el desarrollo de la forma y la función de las diferentes partes del cuerpo. Pero no hay ningún gen que determine por sí solo si tendremos o no un problema de salud mental . En cambio, muchos genes afectan a la manera en la que se desarrolla el cerebro y hacen que sea más o menos probable que se desarrolle un problema de salud mental más adelante.
Las personas pueden presentar conexiones atípicas o diferentes a las habituales entre distintas regiones cerebrales; también pueden presentar niveles demasiado altos o demasiado bajos de ciertos neurotransmisores o sufrir anomalías por culpa de un daño cerebral (por ejemplo, un golpe en la cabeza o un ictus). Las anomalías en el córtex prefrontal y en otras partes del cerebro también pueden aumentar la probabilidad de desarrollar un problema de salud mental.
Factores como la falta de sueño adecuado o la calidad del descanso, la elección o el acceso a una alimentación poco saludable de manera regular y la falta de actividad física pueden también tener un impacto significativo en el desarrollo de problemas de salud mental.
Del mismo modo, el consumo de drogas o alcohol puede desencadenar un problema de salud mental con efectos en el estado del ánimo, el sueño, las relaciones sociales y la salud física, así como provocar cambios en algunas áreas cerebrales. En algunas ocasiones, las personas que ya tienen problemas de salud mental recurren al consumo de sustancias como mecanismo para afrontarlos.
Toda experiencia que haya sido muy impactante, estresante o peligrosa para la persona puede ser traumática. Los traumas, sin embargo, son diferentes para cada individuo: ante la misma situación impactante, una persona puede contar con herramientas para afrontarla, mientras que otra persona puede acabar desarrollando un trauma. Un acontecimiento traumático amenaza nuestra seguridad física o emocional. Estas experiencias pueden ser acontecimientos que pasan una sola vez o continuados en el tiempo. Situaciones tan variadas como tener un accidente o presenciarlo, la soledad, vivir una catástrofe natural, el acoso escolar, la pobreza, la violencia de género o el racismo pueden provocar una respuesta traumática con gran impacto en la salud mental de las personas.
En síntesis, la mayoría de los problemas de salud mental no tienen una única causa, sino muchas, denominadas factores de riesgo. Cuantos más sean los factores de riesgo a los que estemos expuestos, más probabilidades tendremos de desarrollar un problema de salud mental a lo largo de la vida. Los problemas de salud mental pueden desarrollarse lentamente o pueden aparecer síntomas de forma repentina tras haber experimentado un suceso estresante o un gran cambio.
Los riesgos se pueden manifestar en todas las etapas de la vida, pero los que ocurren durante los periodos sensibles del desarrollo de las personas, especialmente en la primera infancia, son especialmente perjudiciales. Por ejemplo, la investigación nos ha demostrado que la crianza severa o los castigos físicos perjudican la salud infantil y que el acoso escolar es un factor de riesgo importante de las afecciones de salud mental. Del mismo modo, los factores de protección también se pueden encontrar durante toda la vida e incrementan la resiliencia.