La población local y la migrada se mezclaron intensamente desde el inicio del Neolítico en la Península Ibérica
15/11/2017
La historia de la colonización y la población de Europa durante el Neolítico y la Edad de Bronce ha sido analizada los últimos años en relación a su estructura y dinámica gracias a la estrecha colaboración entre arqueólogos y genetistas moleculares. A diferencia de la situación del sudeste y centro de Europa existe muy poca información sobre la zona del mediterráneo occidental, a la que supuestamente llegaron por el mar los primeros agricultores del Este.
Los movimientos migratorios y las dinámicas poblacionales durante el último periodo de la Prehistoria han sido el centro de un proyecto financiado principalmente por la Asociación Alemania de Investigación (DFG), coordinado por el Departamento de Bioarqueología de la Universidad de Mainz, junto con el Departamento de Prehistoria de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), el Instituto Arquelógico Alemán de Madrid y el Centro Australiano de DNA antiguo.
El proyecto “Reconstrucción de las dinámicas de población de la Península Ibérica entre el Neolítico y la Edad de Bronce basada en análisis de aADN (ADN antiguo)” fue realizado entre 2011 y 2015 en estrecha colaboración con el Departamento de Prehistoria de la Universidad de Valladolid y con más de cuarenta arqueólogos de universidades, museos y departamentos del patrimonio españoles y portugueses. El número de muestras suma 318 individuos de 57 yacimientos arqueológicos de la Península Ibérica, Baleares y del norte de África, datadas entre el Neolítico y la Edad de Bronce (5500 y 1550 ANE -antes de la nuestra era). Este material antropológico ha sido comparado con los datos existentes de Europa Central y la cuenca de los Cárpatos obtenidos por el mismo equipo de la Universidad de Mainz.
Una interacción genética muy intensa
Los resultados que se publican ahora en Scientific Reports de Nature incluyen la identificación mitocondrial de 213 nuevas muestras analizadas y 125 ya publicadas de individuos del presente de España y Portugal. A diferencia de la situación observada durante el Neolítico inicial y medio del centro y sudeste de Europa, las poblaciones de la Península Ibérica muestran una interacción mucho más compleja e intensa entre las sociedades cazadoras-recolectoras locales y las nuevas poblaciones del Neolítico que llegaron desde el Oriente Próximo.
Una fuerte mezcla de linajes de ADN de mujeres ancestros de diferentes orígenes ha sido ya observada durante el Neolítico inicial (5500-4500 ANE), cuando la supervivencia de los linajes de las sociedades cazadoras-recolectoras parece haber sido marginal en el centro y sudeste de Europa. En cambio, en la Península Ibérica, los haplogrupos de ADN mitocondrial de los cazadores-recolectores aumenta ininterrumpidamente en relación a la distancia de la costa mediterránea. Los diversos nuevos haplogrupos de origen oriental se encuentran mezclados con los cazadores-recolectores locales. “Aun así, también observamos la llegada de comunidades neolíticas relacionadas con los agricultores de la Europa Central (llamados “grupos de cerámica de bandas”) al nordeste de la Península Ibérica, particularmente en el yacimiento funerario de Els Trocs, en el Pirineo central”, destaca Kurt W. Alt, del Danube Private University in Krems, Austria, e impulsor del proyecto.
La diversidad de los linajes de ancestros femeninos continúa durante la Edad del Cobre, cuando las poblaciones se vuelven más homogéneas. “Esto sugiere una mayor movilidad y mezcla en diferentes regiones geográficas” comenta Cristina Rihuete-Herrada, antropóloga y arqueóloga de la UAB. Un caso particular es la identificación de un individuo perteneciente al haplogrupo L1b en el yacimiento Camino de Las Yeseras, cerca de Madrid. Este grupo es casi el más frecuente actualmente en el este y centro de África, y apunta a una conexión con las costas del norte y este de este continente en tiempos prehistóricos. “Iberia era un crisol de influencias y poblaciones en el extremo occidental del Mediterráneo” concluye Manolo Rojo, de la Universidad de Valladolid.
A pesar de que el tamaño de la muestra de la Edad del Bronce es reducido, no hemos podido detectar la migración desde las estepas del este de Europa, identificada en el centro de Europa durante el tercer milenio antes de la nuestra era, en el pool genético de la Península Ibérica. “Ignoramos cuál pudo ser la cronología de la arribada de estas poblaciones procedentes de la región norpóntica y si este fenómeno guarda algún tipo de relación con el surgimiento de El Argar (2200-1550 ANE), el primer estado del Mediterráneo occidental”, indica Roberto Risch, arqueólogo de la UAB.
Los resultados publicados ahora apuntan a una mezcla e integración rápida de las poblaciones cazadores-recolectores locales y las neolíticas que emigraron del Próximo Oriente y Anatolia. Pero todavía quedan muchas cuestiones por esclarecer. “La estrecha interrelación entre los procesos culturales y genéticos a nivel social requiere más análisis arqueogenéticos”, apunta Anna Szécsényi-Nagy, de la Academia de Ciencias Húngara en Budapest, indicando la necesidad de continuar investigando en esta dirección.
“Las perspectivas son prometedoras, dado que el presente proyecto ha permitido recuperar información de aADN incluso en restos humanos del sur de la península, donde las condiciones climáticas no son favorables para su conservación” añade Cristina Rihuete-Herrada. El ADN nuclear de una selección de muestras de este proyecto ya ha sido analizado y publicado (Haak et. al. 2015; Mathieson et al. 2015). Recientemente se ha presentado un análisis de mayor alcance realizado en paralelo a este trabajo y en estrecha colaboración con el Departamento de Genética de la Escuela de Medicina de Harvard y el y el Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana en Jena (Lipson et. al. 2017). “Las primeras poblaciones campesinas de Iberia, Alemania y Hungría son casi idénticos genéticamente, lo que sugiere que tenían un origen común con la de Oriente Próximo”, enfatizó ya Wolfgang Hassk del Instituto Max Planck hace dos años.
Referencia: “The maternal genetic make-up of the Iberian Peninsula between the Neolithic and the Early Bronze Age”. https://www.nature.com/articles/s41598-017-15480-9
Imágenes:
http://www.uab.cat/uabdivulga/img/UAB_GeneticaNeoliticoPeninsulaIberica1.jpg
Composición de los haplogrupos de ADN mitocondrial de los grupos prehistóricos. Cada color representa un linaje de ADN femenino diferente. La diversidad de colores es un indicador de los diversos orígenes de la población en la Península Ibérica.
Abreviaciones: cazadores-recolectores (HG_I), Neolítico del noreste (NEI-Neo), Calcolítico y Edad de Bronce Inicial del noreste (NEI-CHA-EBA), Neolítico en el valle medio del Ebro y del norte (MEV_Neo), Neolítico del centro (CI-Neo), Calcolítico del centro (CI-CHA), Neolítico del sudoeste (SWI_Neo), Calcolítico del sudoeste (SWI_CHA), Neolítico, calcolítico y Edad de Bronce del sudeste (SEI_Neo_CHA_EBA).
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Muestreo antropológico y fases cronológicas prehistóricas estudiadas de la Península Ibérica.
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Tumba de El Argar de la Edad de Bronce ubicada en la cima de una colina del yacimiento de La Bastida (Murcia), datada alrededor de 1850-1750 ANE (Autor: ASME-UAB)